ANDUVO
Bien sabe Zalabardo que, aunque en ocasiones me cueste trabajo, quiero pensar que muchas de las erratas que aparecen en los medios escritos son consecuencia de descuidos a los que se les puede encontrar una razón que justifique su presencia. En otras ocasiones, sin embargo, se hace más difícil aceptar como fallo lo que no es más que un error flagrante.
Porque, también sabe esto Zalabardo, en ocasiones ocurre que hay personas que ocultan sus dudas o sus desconocimientos en una supuesta aceptación por parte de las autoridades lingüísticas y, cuando se habla de autoridad, dichas personas colocan a la Academia como garante de sus caprichosas conductas idiomáticas. Así, quién más quién menos se ha tenido que enfrentar a una pregunta del tipo ¿no es cierto que la Academia ha aceptado tal o cual forma?, ¿a que ya se puede decir tal otra cosa? Y a la pobre Academia, que será culpable de algún que otro desatino, pero no de aquellos que no son sino culpa nuestra, la cargamos con muchas de las barbaridades que circulan por ahí.
El comentario de hoy nace a propósito de que un colaborador del diario SUR, de Málaga, escribiera, hace unos meses, lo que sigue: qué tipo de justicia tenemos que ha permitido que un tipo de esta calaña andara suelto... Como su firma venía acompañada de una dirección electrónica, me dirigí a él, con buenas maneras, para llamarle la atención sobre la mala influencia que en el público lector tiene que en un periódico apareciesen formas como aquel *andara en lugar del correcto anduviera. Yo quería creer, en aquel momento, que se trataba, en efecto, de un lapsus y así calificó él su fallo en el escrito de contestación que me remitió. Utilizaba las mismas buenas maneras empleadas antes por mí y me pedía sinceras excusas. Pero yo no intentaba que nadie me presentara tales excusas, ¿quién soy yo para tal pretender tal cosa?; si acaso, debería haberse excusado con los lectores y eso, creo, no lo hizo.
Me dice Zalabardo que este error que hoy comento le recuerda un antiguo chiste. Le pido que me lo cuente y de verdad que es viejo: Un párroco debía pronunciar una homilía ante su feligresía, pero padecía una fuerte afonía y no podía hablar. Por ello, pidió al sacristán que subiese al púlpito y ocupase su lugar. El pobre sacristán trataba de zafarse porque, alegaba, era persona ignorante y no sabría qué decir. El párroco, para tranquilizarlo, le dijo: "Mira, yo estaré escondido detrás de ti y te iré soplando lo que hayas de decir; además, hoy toca la historia de Lázaro y es muy facilita". El sacristán aceptó y, llegado el momento, subió al púlpito y comenzó a repetir lo que el cura le apuntaba: "Lázaro estaba enfermo y sus hermanas mandaron recado a Jesucristo para que viniera pronto". Y el sacristán: "Lázaro estaba enfermo...". Seguía el párroco: "Cuando Cristo llegó a Betania, Lázaro ya había muerto". Y el sacristán: "Cuando Cristo llegó...". Total, que iba aquello tan bien que el sacristán estaba más animado a cada momento. Llegaron a eso de "Y Cristo le dijo: levántate y anda". Y el sacristán, por momentos más en su papel y dueño ya de la situación, decía con voz engolada: "Y Cristo le dijo: levántate y anda. Y Lázaro andó perfectamente". De inmediato, el párroco lo corrigió en voz baja: "Anduvo, idiota"; lo que el sacristán tomó como apunte y continuó: "Eso, eso, anduvo un poco idiota durante algunos días, pero luego andó perfectamente".
Esperemos que no haya muchos sacristanes de esta ralea entre quienes día a día se sirven del lenguaje en los medios de comunicación. Ojalá todos sean conscientes de su responsabilidad y de la influencia que ejercen, para bien y para mal, sobre tantas personas.
Lamentablemente es cierto que hay mucha gente, más de lo que parece, que tienen problemas con cuestiones tan simples, al menos para nosotros, que no para un extranjero, como determinados verbos irregulares. Yo he oído, y he visto escritas formas como *conducí, por conduje, *sedució, por sedujo o *entreteniera, por entretuviera. Y no creáis que en personas a las que hubiera que disculpar por razón de su escasa formación. Alguno fallos de estos que comento los he percibido incluso en personas con título que se dedican a la enseñanza. En todas partes cuecen habas.
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