GUIRI
Siempre que se habla de guiris, Zalabardo me dice que él piensa inmediatamente en Nancy, la protagonista de la novela de Ramón J. Sender, aquella americana ingenua y bobalicona que viaja a Sevilla para realizar su tesis y vive una serie de situaciones cómicas derivadas las más de las veces de su errónea interpretación de las palabras, a causa de la polisemia, y otras de las peculiares costumbres meridionales. Aquella misma Nancy, que interpretaba como tendencia española a hacer política el hecho de que al cruzarse con un joven este le gritara a la cara al tiempo que se quedaba mirándola: "¡Viva el glorioso movimiento!" a lo que ella estuvo a punto de responder "¡Viva!", aunque se contuvo porque era extranjera; sí, esa Nancy, dice Zalabardo, pudiera ser la guiri antonomásica.
Pero aunque de manera general cuando hoy oímos hablar de guiris lo primero que se nos viene a la cabeza es ese tipo que viste unas prendas mal conjuntadas, sobre todo en el colorido, que calza de modo casi indefectible sandalias y calcetines y que siempre va pegado a una cámara fotográfica, lo cierto es que la palabrita da mucho de qué hablar, pues, para empezar, ni la es tan nueva como pudiera parecer ni su significado ha sido siempre el que hoy le damos. Le pido a Zalabardo que coja el diccionario y veamos lo que allí pone.
guiri. (Acort. del eusk. guiristino) Nombre con que, durante las guerras civiles del siglo XIX, designaban los carlistas a los partidarios de la reina Cristina, y después a todos los liberales, y en especial a los soldados del gobierno Miembro de la Guardia Civil Turista extranjero.
Le digo a Zalabardo que dos objeciones se pueden poner al artículo del diccionario. La una, de importancia menor, se refiere al origen del término y la otra, puede que de más calado, tiene que ver con el último de sus significados. Vamos con la primera: en las guerras civiles del norte, los seguidores del pretendiente Don Carlos llamaron despectivamente a los partidarios de Doña María Cristina, madre de Isabel II, guiris. Se atestigua en las novelas sobre las guerras carlistas de Valle-Inclán, que usa el término sin explicar nada; y también lo utilizó antes Galdós en su episodio Zumalacárregui. Pero el escritor canario alude a que el nombre proviene de que la Guardia Real de Infantería, del ejército cristino, llevaban en sus morriones y en las cartucheras las iniciales G. I. R., por lo que popularmente se les empezó a llamar guiris. No sé si estará en lo cierto, pero el argumento es razonable.
Que de ahí se pasase a denominar, primero a los soldados liberales y más tarde a cualquier miembro de las fuerzas armadas guiris también está puesto en razón. Piénsese que en muchos lugares, a los miembros de la Policía Local se les llama guripas, término que podría estar relacionado con el anterior. Pero, ¿por qué llamar guiri a un extranjero? Es extraño el paso de una a otra acepción. La posición del diccionario sugiere un caso de polisemia. ¿Y si se tratase de una homonimia y el origen fuese otro? Eso es lo que le digo a Zalabardo que voy a tratar de explicarle.
En latín hay un sustantivo gurges, 'torbellino' y también 'abismo, sima', del que deriva el francés gorge, 'garganta'. Del término francés, nos lo dice Corominas, proviene el español gorja, 'garganta' y también 'alegría ruidosa'. Pues bien, del francés gorge, obtenido de las raíces onomatopéyicas gurg- o garg-, salen los términos castellanos garganta, gárgara, gargarismo o gargajo, todos onomatopéyicos, por el ruido que produce el aire al atravesar la garganta.
Y del castellano gorja, no se olvide que estamos hablando de términos onomatopéyicos todos ellos, derivan gorjear, regurgitar, ingurgitar, gorguera, 'adorno del cuello, en las vestimentas, hecho de lienzo plegado', gorigori, 'imitación burlesca de los cantos latinos, ininteligibles, de los sacristanes' y guirigay, 'gritería' o 'lenguaje confuso'. Y aquí quería yo llegar; a los extranjeros el pueblo llano no los entiende porque hablan un guirigay. De ahí es muy fácil decir que los extranjeros son guiris, por como hablan.
Y si, en la versión académica, los liberales son guiris por acortamiento de guiristino, los extranjeros podrían ser guiris por acortamiento de guirigay. Con lo que estaríamos, según decía más arriba, ante un caso de homonimia y no de polisemia. "¿Y adónde quieres llegar con eso?", me pregunta Zalabardo; "A ningún lado", le respondo, "¿pero no es verdad que queda curiosa esa explicación?"
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