La palabra que da título al comentario de hoy es una de las que entrarán a formar parte de la vigésima tercera edición del Diccionario de la Real Academia, es decir, la que ahora está en preparación. Son muchas las ocasiones en que discutimos Zalabardo y yo acerca de la conveniencia de utilizar una u otra forma de las palabras que van apareciendo. En el adelanto que la RAE hace de su publicación emblema en la Red, podemos leer que pósit es la 'hoja pequeña de papel, empleada generalmente para escribir notas, con una franja autoadhesiva en el reverso, que permite pegarla y despegarla con facilidad'. Hasta ahí, nada que objetar: conversión de un nombre de marca, Post-it, de la empresa 3M, en nombre común de un determinado producto y consiguiente españolización del término.
La discusión, esta vez, gira en torno a quiénes son los amos de la lengua, por decirlo de algún modo, y cuáles debieran ser los movimientos que deben seguirse. Me explico: el español es una lengua que hablamos unos casi 500 millones de personas. De esta cantidad, los españoles somos solamente 45 millones, es decir, el cálculo es fácil, un escaso 10% del total. En lo que dio en llamarse América Latina, o Hispanoamérica, son sobre 350 los millones de hablantes de esta lengua y, solamente en los Estados Unidos, los hispanohablantes se acercan a 50 millones, o sea, más que en toda España. Repito ahora la pregunta, ampliándola: ¿quiénes son los amos de la lengua, es decir, de dónde debiera irradiar la norma común que rigiera sobre la conducta del total de los hablantes? No olvidemos que Hispanoamérica nos ha dado las figuras, entre otros, de Borges, Darío, Rómulo Gallegos, García Márquez, Rulfo, Gelman, Benedetti y tantos más. Eso les concede el derecho a decir algo en este asunto de la lengua, ¿no creéis?
¿A qué viene ahora plantear tal debate? A algo tan simple como el término con el que hemos comenzado, pósit. Los datos me los aporta, como tantas otras veces, Zalabardo. Me muestra que, antes de dar cabida en nuestro Diccionario al término aludido, resulta que en él ya figuraba exfoliador para referirse a lo que ahora designamos con el neologismo. En la edición del año 1956 quedaba registrado como chilenismo. Más tarde, en la de 1984, se decía que era una palabra propia de Chile, Colombia, Ecuador y México. Y ya en la de 1992 queda recogida como americanismo, que es como aún aparece en la de 2001, la 22ª, que es la actual. La definición que se da es la siguiente: 'Dicho de un cuaderno: Cuyas hojas solo están ligeramente pegadas para poder desprenderlas fácilmente'. Si en lugar de cuaderno se dijera bloque o taco de hojas, la definición sería más adecuada. En cualquier caso, lo que interesa es que el dato reseñado demuestra un progresivo aumento en el uso del término, una expansión del mismo por todo el ámbito americano. ¿Qué ha impedido que se extienda también por España? Eso nunca se sabrá. Sin embargo, Zalabardo me dice que deberíamos olvidarnos de pretender que los americanos acojan el léxico que se utiliza en España y abrirnos más a aceptar nosotros el que se emplea allí, aunque sea por la simple razón, que no es tan simple, de que son más. Este sería, pues, un argumento democrático. O, también, anteceder el significado de pósit de la observación 'en España, hoja pequeña de papel...', etc., etc.
La discusión en torno a pósit sirve a Zalabardo para llevarme a otro terreno que también tiene bastante que ver con el léxico, el de la cantidad de nombres comunes que hay en nuestra lengua cuyo origen se remonta a nombres propios de marcas. Eso es lo que pasa, según ha quedado dicho más arriba, con pósit. Pero es que el Diccionario recoge muchos más ejemplos de estos casos, porque es muy frecuente que la marca registrada de un producto pase a designar la generalidad de dicho producto. Damos algunos ejemplos: túrmix o minipímer, 'batidora eléctrica'; cúter, 'cuchilla recambiable que se guarda dentro del mango'; panty, 'media que va desde el pie hasta la cintura, leotardo de tejido fino y elástico' (los más jóvenes tal vez no recuerden aquel anuncio que afirmaba "no son medias, son enteras"); delco, 'distribuidor del encendido en los automóviles'; uralita, 'placa de fibrocemento'; celo, 'cinta autoadhesiva transparente'; tirita, 'apósito adhesivo'; y aun hay otras que, incluso no estando recogidas en el Diccionario, son de uso frecuente: típex, 'líquido corrector'; casera, 'agua gaseosa' o táper, 'fiambrera de plástico'.
Consigo que Zalabardo me dé permiso para terminar con algo que no tiene nada que ver con el tema precedente. Se trata de que hoy es día 28 de mayo, es decir, el día siguiente (que no eso de día después que tanto se dice, porque después es adverbio y no adjetivo) de la final de la Champions que brillantemente completa el trébol de triunfos alcanzados por el Barça esta temporada. Para los seguidores de este equipo es una gran alegría que hace olvidar, siquiera sea un poquito, la grave crisis que estamos viviendo.
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