lunes, mayo 10, 2010


LIDERESAS

Hay días en que las palabras nos saltan a la cara como si quisieran llamar nuestra atención y nos pidieran que abogásemos por ellas en pro de conseguir siquiera una mínima concesión en el uso que de ellas hacemos. El otro día fue eso precisamente lo que me pasó. Durante la lectura de un periódico fueron no menos de cuatro las veces que me topé con el término líder. Pero me quedaré, para lo que me interesa, con solo dos ejemplos.
Ahí va el primero: Una docena de Damas de Blanco encabezadas por su líder, Laura Pollán.
Y aquí está el segundo: “He cortado todas las cabezas de los implicados”, presume la líder madrileña.
En los dos casos, vemos que el sustantivo designa a mujeres, lo cual no tiene nada de extraño porque ya sabemos que los sustantivos acabados en –ar (militar), en –er (mercader), en –ir (faquir) o en –ur (augur), así como otros muchos, son comunes en cuanto a su género, es decir se utilizan indistintamente para masculino y para femenino con la sola diferencia de anteponerles el artículo el o la.
Sin embargo, siendo esto tan claro que no admite discusión, le informo a Zalabardo de que quisiera que la cuestión no se quedara ahí. Algo así como aquello del Estoy de acuerdo y el No me convence de Agamenón y su porquero en el muy repetido texto de Antonio Machado. Quiero decir, en resumidas cuentas, que, pese a todo, no sé si habría que plantearse ir abriendo camino a una forma, no ya tan rara, como lideresa para designar a la mujer ‘a la que un grupo sigue reconociéndola como jefe u orientadora’. Pudiera parecer esto que digo un sinsentido, un ir contra la norma; pero no es así, pues me fundamento en lo siguiente:
1. El Diccionario Panhispánico de Dudas, cuando explica qué es un sustantivo común en cuanto al género, no deja de reconocer que en algunos casos se utilizan femeninos de esta palabras. Y cita juglaresa, choferesa y lideresa.
2. La Nueva Gramática académica dice que el sufijo –esa da lugar, aunque con distinta extensión geográfica a pares como (y cita entre otros muchos) chófer/choferesa, diablo/diablesa, jeque/jequesa o líder/lideresa.
3. La propia Gramática reconoce más adelante que el género en los nombres que designan profesiones o actividades desempeñadas por mujeres está sujeto a cierta variación y que la lengua ha acogido en ciertos medios voces como bedela, coronela, edila, jueza o plomera, no para designar a la esposa de quien ejerce tales cargos, sino a la mujer que pasa a ejercerlos. ¿Por qué no hacer lo mismo, pues, con lideresa?
4. Me pongo a buscar en el DRAE, avance de la 23ª edición, determinados sustantivos afectados por este caso y encuentro que, mientras el Panhispánico y la Gramática tratan las voces sumiller, ujier y linier como comunes en cuanto al género, el Diccionario dice que son formas masculinas, lo que nos permitiría interpretar como posibles los femeninos sumillera, ujiera o liniera.
¿Se puede interpretar, según lo anterior, como signo de veleidad o poca firmeza de criterio lo que se dice en las obras académicas? Por supuesto que no. Lo que ello viene a demostrar, a mi humilde juicio, es algo que se ha dicho aquí repetidas veces: que la lengua es un organismo vivo que evoluciona y cambia y que los cambios sociales producidos en los últimos años, sobre todo aquellos que afectan al papel desempeñado por la mujer, habrán de tener su reflejo en el lenguaje.
Cuidado, que no hablo de esa pretendida reparación sexista que busca la feísima e incorrecta duplicidad genérica en el habla y en la escritura (los profesores y las profesoras, los andaluces y las andaluzas, etc.). Hablo de que hubo un tiempo en que ser juez, chófer, ujier, médico, etc. se consideraba algo privativo de hombres; una vez que las mujeres acceden a estas profesiones, creo que debería hablarse también de juezas, choferesas, ujieras o médicas. Y, naturalmente, de lideresas.

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