Acaba junio y llegan las vacaciones.
Ya sabéis que, pese a estar jubilado, hay un ritmo que procuro seguir, o,
mejor, que sigo casi sin darme cuenta. Y las vacaciones, aunque todos mis días
son de ocio, hay que respetarlas. Esta Agenda, como es tradicional, se
cierra por un tiempo. Vamos, pues, a descansar todos.
Hace tiempo que Zalabardo es
conocedor de mi proyecto vacacional para este verano. Repito la experiencia del
Camino
de Santiago, aunque por otra zona. Cumplido ya el clásico rito del Camino
Francés, he optado por recorrer el Camino Portugués. No completo, por
supuesto, que los años son los años y uno no es Supermán. Lo recorreré
desde la frontera, comenzando en Tui; es decir, unos 120 kilómetros.
Es sabido que este Camino
es uno de los menos respetados por el paso de los tiempos. Las carreteras han
ido invadiendo parte importante de las primitivas sendas y se hace preciso
recorrer bastantes kilómetros junto a los arcenes. ¿Por qué, entonces, elegir
este y no otro de los caminos? Por “culpa” del Liber
Sancti Iacobi, es decir, el mejor conocido como Códice Calixtino. No sé si recordáis
que mi experiencia anterior coincidió con el robo del códice en la Catedral de
Santiago. Aquello me despertó la curiosidad de leer al menos lo que dicho libro
recoge de la tradición jacobea. Y aunque el libro V es el que se considera la
primera guía de viajes de la historia, la primera descripción del Camino,
el conocido después como francés, me encontré con que el libro III es el que
más entronca con la leyenda del apóstol y Compostela. En él se cuenta como, después
de que Herodes mandara decapitar al apóstol,
sus discípulos se apoderan furtivamente del cuerpo del maestro, con gran trabajo y
extraordinaria rapidez lo llevan a la playa, encuentran una nave para ellos
preparada, y embarcándose en ella, se lanzan a alta mar, y en siete días llegan
al puerto de Iria, que está en Galicia, y a remo alcanzan la deseada tierra. Y por esos lugares de la leyenda son por los
que discurre el Camino Portugués.
Por eso he proyectado un recorrido
de etapas cortas, que me permita, a la par que andar, ir buscando las zonas de
la leyenda, algunos un poco apartados del recorrido actual. Este camino lo
completaré recorriendo al final, ya en automóvil, la zona de Muxía y Fisterra,
lugares también unidos a la historia jacobea.
Mi meta no es solo llegar a
Santiago, objetivo cumplido ya antes. Ahora lo que pretendo es hablar con la
gente y dejar que me cuenten cómo viven y recrean ellos, en pleno siglo XXI, todas
esas leyendas y misterios que envuelven la arribada del apóstol a Galicia, que
hablan de las vicisitudes por las que pasaron sus discípulos a su regreso, tras
su muerte, hasta hallar dónde dar sepultura a sus restos, del milagroso
hallazgo de estos. ¿Qué queda de todo ello? Tras eso voy. Lo que encuentre, ya
os lo contaré a la vuelta.
Que paséis todos unas felices
vacaciones allá donde os encontréis.
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