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El Padrenuestro en arameo |
Enlazando con el apunte último, me
pregunta Zalabardo si no cabría en este grupo de refranes y locuciones que voy
mencionando el que afirma que quien no llora no mama. Le respondo
que, aunque no incluya ni pedir ni dar, está claro que sí
tiene un sitio y más atendiendo a lo que pretendo desarrollar hoy. Porque,
claro es, si no se pide, se corre riesgo de no recibir y, muy
posiblemente, no nos darán.
En todas las épocas se ha pedido e
incluso se ha incitado a ello. Cristo
nos enseñó a pedir el pan nuestro de cada día. De ahí puede que surja el
refrán pedid y daros han; llamad y abriros han. También podríamos
traer aquí el que dice: vivir, servir y pedir hace a los hombres
subir. El apocado tiene poco futuro. Incluso hay un refrán contra el
despreocupado o inconsciente pedir: pedimos a Dios que nos dé y no sabemos qué.
Me gustaría prestar atención a las
fórmulas de petición. Cierto que los tiempos han cambiado, pero algunas formas
podríamos haberlas conservado. La historia está llena de memoriales, peticiones,
manifiestos,
ruegos,
solicitudes,
demandas,
requerimientos,
súplicas…
Con tales muestras pedimos directamente o tratamos de persuadir a alguien de
nuestros planteamientos con el claro objetivo de pedirle que nos siga.
Si nos remontamos a tiempos ya
añejos, observaremos que estas maneras de dirigirse a personas o colectivos
tenían enjundia, valor y, sobre todo, belleza, indistintamente de su contenido.
Veamos, si no, el Padrenuestro, la más antigua petición que cito. En tan
breve oración se incluyen hasta siete peticiones; a cambio, solo damos una
cosa: el perdón a quienes nos ofenden. Bueno, tampoco está mal.
En 1639, bajo la servilleta del rey Felipe iv,
apareció un memorial contra la política del Conde-Duque de Olivares que se atribuyó a Quevedo (encarcelado por ello en San Marcos de León) y en el que se
pedía la intervención del rey contra el proceder de su valido. El poema tiene
un comienzo brillante y versos de gran hondura:
Católica,
sacra y real majestad,
que Dios en la tierra os hizo deidad:
un anciano pobre, sencillo y honrado,
humilde os invoca y os habla postrado.
Diré lo que es justo, y le pido al cielo
que así me suceda cual fuere mi celo.
que Dios en la tierra os hizo deidad:
un anciano pobre, sencillo y honrado,
humilde os invoca y os habla postrado.
Diré lo que es justo, y le pido al cielo
que así me suceda cual fuere mi celo.
**********
Y el
pueblo doliente llega á recelar
no le echen gabela sobre el respirar.
no le echen gabela sobre el respirar.
**********
Si en algo
he excedido, merezco perdones:
duelos tan del alma no afectan razones.
duelos tan del alma no afectan razones.
En Filadelfia, en 1776, los
representantes de una naciente comunidad, los Estados Unidos de América, firmaron la Declaración de Independencia,
que comienza así:
Cuando en el curso de
los acontecimientos humanos se hace necesario que un pueblo disuelva los
vínculos políticos que lo han ligado a otro y tome entre las naciones de la
Tierra el puesto separado e igual al que las leyes de la naturaleza y del Dios
de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad
exige que declare las causas que lo impulsan a la separación.
Sostenemos como
evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados
iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que
entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
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Manifiesto de los persas |
Y como por pedir que no quede,
que es el título de este apunte, en 1814, un grupo de españoles firmó el
llamado Manifiesto de los persas, texto muy diferente al anterior, ya
que en él se pedía al rey Fernando vii la restitución, ni más ni menos,
que del régimen absolutista y la abolición de la Constitución de Cádiz:
Era
costumbre en los antiguos Persas pasar cinco días en anarquía después del
fallecimiento de su Rey, a fin de que la experiencia de los asesinatos, robos y
otras desgracias les obligase a ser más fieles a su sucesor. Para serlo España
a V. M. no necesitaba igual ensayo en los seis años de su cautividad, del número
de los Españoles que se complacen al ver restituido a V. M. al trono de sus
mayores, son los que firman esta reverente exposición con el carácter de
representantes de España.
¿Hay algo que oponer, en cuanto a su
estilo, contra el fulgurante inicio, desde el mismo prólogo, del Manifiesto
Comunista que, en 1884, redactaron Engels
y Marx?:
Un
espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo. Contra este espectro
se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el
Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes
alemanes.
No hay un solo partido
de oposición a quien los adversarios gobernantes no motejen de comunista, ni un
solo partido de oposición que no lance al rostro de las oposiciones más avanzadas,
lo mismo que a los enemigos reaccionarios, la acusación estigmatizante de
comunismo.
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Manifiesto dadaísta de 1918 |
Hay textos más ligeros, aunque no
menos hondos. En 1918, Tristan Tzara
publicó su Primer Manifiesto Dadaísta:
Para lanzar un
manifiesto es preciso querer A.B.C., fulminar contra 1, 2, 3, impacientarse y
aguzar las alas para conquistar y esparcir a grandes y pequeños a, b, c,
firmar, gritar, jurar, arreglar la prosa a manera de evidencia absoluta,
irrefutable, probar su non plus ultra y
mantener que la novedad se asemeja a la vida así como la última aparición de
una cocotte prueba lo esencial de Dios.
Conmino a Zalabardo a que me declare
si, frente a tales documentos, bellos ya en su sola cubierta, las peticiones
actuales, las tan abundantes instancias que se escriben a
mansalva y que no se mueven apenas de la aburrida y lacónica fórmula: Fulano
de Tal y Tal solicita tal y tal… merecen ser tenidas en consideración.
Nada más que por la pobreza de su estilo merecen que lo que se pide sea denegado.
Y aún queda un tercer apunte
referido a peticiones. La semana próxima lo veremos.
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