jueves, mayo 30, 2019

ESTAR NAJABETA


            No hay mejores “ratos perdidos” —que no son perdidos sino ganados— que los que se pasan junto a un grupo de amigos en torno a unas cervezas y hablando sin restricciones y sin temor a ser mal interpretado, porque todos nos conocemos y sabemos de qué padre y de qué madre es cada uno, lo que impide fricciones que no sean rápidamente salvables. Zalabardo sabe bien que me gusta el trato directo, cara a cara. Peor llevo los hoy casi inevitables grupos de whatsapp; pienso que las redes sociales, si uno no anda con cuidado, pueden enredarnos más de lo deseable y convertirse en fuente de discordias. Porque las redes sociales, como las armas, las carga el diablo, que en este caso no se llama José María Pérez, uno de los amigos del día que ahora tengo en mente, que es un bendito pese a que él lo niegue.
            Los amigos de que hablo vivimos muy desperdigados y nos vemos de tarde en tarde. La última vez que nos vimos, uno de ellos, Pepe Sarria, soltó una expresión, estar najabeta, desconocida por mí, pero sobre cuyo origen le prometí indagar. En ese momento, discutíamos a quién le tocaría ir a comprar pasteles. Pepe Zamora alegaba en, en horas de siesta, con él no contásemos para nada; Prada ponía no sé qué excusa de la rodilla; José María argumentaba que, siendo él excelente repostero, suponía desdoro que lo viesen entrar en una pastelería; las mujeres, sobre todo Pepa Garrido y Mariloli, y también Pepa Márquez, disimulaban y fingían estar distraídas hablando de otras cosas. Total, que me tocó a mí ir a comprarlos. Le cuento esto a Zalabardo para que comprenda la razón de la confusión que sufrí. Y es que me pareció entender que estar najabeta, según Pepe, significaba ‘estar loco, con la cabeza perdida’.

           Total, ya en casa, emprendí la búsqueda, pues soy curioso y me interesa cuanto se relaciona con el léxico popular. Zalabardo conoce mi tesis de que es difícil hallar una palabra que sea tan localista, tan restringida en su uso a una sola comunidad, que impida documentarla. No obstante, najabeta, tras unos días de intensa búsqueda, no aparecía por ninguna parte. Me dirigí, pues, a Pepe Sarria para comunicarle mi fracaso. Le sugerí si acaso no sería una confusión y se refería a estar majareta. Su respuesta fue contundente: “No, aquí lo que decimos es estar najabeta y con ello damos a entender que alguien ‘está tieso, sin dinero’.”
            El asunto, expuesto así, cambiaba de forma radical; mi investigación debía dirigirse en otras direcciones. Esta misma mañana comencé a catalogar las diferentes formas de manifestar que no se tiene dinero: estar sin un duro, sin un céntimo, sin una pela, sin blanca, a la cuarta pregunta, a dos velas, sin un real, sin guita, con una mano detrás y otra delante, canino, tieso, pelao… Pero por ninguna parte me aparecía najabeta. Intenté otra forma de búsqueda, analizar sus posibles elementos integrantes; e imaginé que fuese un compuesto de naja, que conocía, y de beta, que no me decía nada.
            El Vocabulario andaluz, de Antonio Alcalá Venceslada me dio la primera alegría con una pista importante. Dice que beta, primero, que es término marinero que designa la ‘cuerda que sirve para arrastrar el copo’; y, después, recoge la expresión, tirar de beta, que define, figuradamente, como ‘usar de algo sin miedo: gastar dinero, comer, beber, etc.’ A continuación, da un ejemplo del que no indica procedencia: “En cuanto heredó, comenzó a tirar de beta hasta que quedó sin un real.” Tirar de beta, según esto, parece que pasa de ‘ser rumboso’ a ‘no tener nada’, es decir, ‘estar tieso’.
            Aun así, no me cuadraba mucho la cosa, porque el primer elemento, naja, najarse, de origen caló, significa ‘irse, huir precipitadamente’. ¿Cómo relacionar tirar de beta con estar najabeta? ¿Puede en algún momento naja pasar de ‘irse’ a ‘quedarse sin nada’? Zalabardo, que siempre sale en mi ayuda cuando me ve perdido, me dijo: ¿Por qué pensar en un compuesto y no en una palabra simple? Y como es persona sensata que se deja llevar por la lógica, me dio un segundo consejo: “Olvida beta y céntrate en naja, sin olvidar el posible origen gitano.”

            Dicho y hecho. ¡Qué alivio cuando se comienza a ver la luz en lo que parecía un oscurísimo túnel! En el Diccionario romanó-kaló, de Rober Heredia Jiménez y en Aproximación al caló, de José Antonio Plantón, encuentro el verbo najabar, ‘perder, desperdiciar’; y el Diccionario caló que incluye la web Portal del Flamenco y Universidad, me ofrece toda una familia léxica: el sustantivo najab, ‘pérdida’; el adjetivo najaba, ‘perdidoso’; y los verbos najabar, ‘perder’ y najabelar, ‘derrochar’.
            Queda una breve duda por resolver: si najaba es ‘perdidoso, el que se ha quedado sin nada’, y najabelar 'derrochar' ¿qué proceso nos lleva a najabeta? Recuerdo en este momento la expresión recogida por Alcalá Venceslada tirar de beta, ‘gastar hasta quedarse sin nada’; ¿pudiera existir alguna relación, algún contagio? La verdad es que no lo sé. De todas formas, creo que a Pepe Sarria le bastará con esto. Y estoy contento porque, de alguna manera, le debía este apunte; aquel día compartimos unas horas agradables, gozamos de una magnífica sobremesa y, luego, acompañamos a José Manuel Ramírez. Aunque me tocase a mí ir por los pasteles, encontrase cerrada la pastelería que me recomendó y tuviese que ir a comprarlos a las monjas.
                 Muchos lectores no sabrán quiénes son las personas que aquí nombro. Son amigos míos y a ellos dedico este apunte y les envío saludos de Zalabardo, que se alegraría de conocerlos.

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