viernes, febrero 02, 2007

SESQUICENTENARIO

Cuando he ido a abrir la agenda para hacer el apunte de hoy, Zalabardo me ha llamado la atención sobre el hecho de que este que inicio hace el número ciento cincuenta (a eso se refiere sesquicentenario). Le digo que parece mentira que hayamos llegado tan lejos. Cuando, allá por el mes de agosto, le pedí permiso a Zalabardo para utilizar su bitácora no imaginé dos cosas en las que hoy reparo: la primera, que aguantase tanto, casi día tras día, reflejando en sus páginas mis reflexiones en torno a diversas cuestiones, especialmente relacionadas con el lenguaje. La segunda, que alguien pudiera perder parte de su tiempo en leer estas consideraciones.
Pero ahora que llegamos al número ciento cincuenta, no puedo negar que cada día miro con curiosidad si Zalabardo y yo hemos merecido la atención de algún lector. Y con respeto, y al tiempo con cierta prevención, buscamos los posibles comentarios. Con respeto, porque agradecemos sinceramente el interés que se nos dispensa y porque muchos de los comentarios, siendo todos interesantes, nos dan pautas sobre cómo decir las cosas. J. A. Garrido me hizo ver, el primero, que no se debe ser tan duro en la crítica a nadie y que se puede criticar con más suavidad. Mari Paz ha vigilado el estilo de la agenda y ha denunciado errores que estaban en la línea de los mismos que denunciaba. Y con prevención, porque siempre hemos tenido miedo de poder herir a cualquier persona (nada más lejos de nuestra intención) y en ocasiones ha habido quien se ha sentido maltratado.
Muchos días ha habido en que sentía ganas de responder a los comentarios y Zalabardo me ha contenido. Me dice que son los lectores quienes deben entrar, si así lo desean, en debates y polémicas, que para los gustos se hicieron los colores, según dice el refrán. Nosotros debemos mantenernos al margen; nuestra función, me repite de modo incansable, es manifestar un punto de vista sobre cualquier tema, dejar abierta la página para que todos la puedan leer y esperar las reacciones de los demás. Ni pretender la impunidad cuando nos den leña, ni sacar pecho por ningún elogio.
Siguiendo con los comentaristas, una consideración más me gustaría hacer. A veces se produce una clara empatía con ellos. Hay quien me pregunta quién es tal o cual persona. ¿Y yo qué sé? Salvo algunos compañeros concretos de quienes me consta que siguen estas notas y a veces dan su opinión, desconozco a otros muchos o, mejor dicho, no me planteo quiénes puedan ser. Una vez lo intenté y se armó la marimorena. Hay muchas ocasiones en que me gustaría responder a sus comentarios, pero, ya digo, Zalabardo me sujeta el brazo. Sin embargo, no dejo de pensar en la referencia que hizo AV al blog de Félix de Azúa, y en el contenido de este, y algún día hablaré de ello, pues me recordó experiencias personales. También pienso a veces en Andrés, el de Benalmádena, el viejo de la colina, que apareció en esta agenda con fuerza y que, de manera inesperada, ha desaparecido de ella. Respecto a algunos, me queda la sensación de no haber acertado a hacerles llegar mi línea de mi pensamiento; o eso me ocurrió, por ejemplo, con Isabel Díaz.
Y me sucede lo que ya ha ocurrido en ocasiones anteriores. Que teniendo pensado un tema que tratar, otras circunstancias me lo han impedido. Hoy ha sido el apunte ciento cincuenta lo que me ha impedido hablar sobre el gerundio, que era el tema pensado. Si lo de hoy os suena a vanidad, pido perdón, pues no era esa la intención.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues a mi, escritor, el brazo me lo sujeta mi nieta que es estudiante y cuando se entero del lio que arme con mis comentarios me reprocho como si fuera un niño de escuela. Por eso he estado muchos dias sin escribirle hasta que ha dejado de vigilarme.
Pero que usted sepa que sigo leyendo su agenda como el primer dia y si otros presumen de haberla leido entera, yo tambien.
Lo que puedo añadir (antes de que mi nieta me vea en el ordenador) es que enohrabuena por esos ciento cincuenta capitulos o como se llamen, que no se preocupe que no creo que haya molestado a nadie nunca, que me parece muy bien que no conteste a los comentarios que a veces nos ponemos muy pesados, usted a lo suyo que es lo de escribir.
Y para acabar muchas gracias por haberse acordado de mi que no le quepa la menor duda de que se lo enseñare a mis compañeros de paseo un dia porque estoy muy orgulloso.
Andres Viejo, el de la colina de Benalmadena.

Anónimo dijo...

Admiro su constancia diaria en esta empresa y le felicito por ello. Supongo que ya habrá visto en otros blogs que, en ocasiones, el autor responde a los comentarios con otro más. Esto le permite escribir su siguiente columna sin que tenga que dedicar espacio alguno a las respuestas.
SC

Anónimo dijo...

"Voy a meterme en problemas con este texto". Así comienza su bitácoras del 31/1/07 Marcelo Figueras que titula MUJERES. (http://blogs.elboomeran.com/figueras/2007/01/mujeres.html#comments)
Lo saco a colación de su referencia de hoy, y no puedo sustraerme de reproducir (¡qué más quisiera yo con el permiso de su autor!)la siguiente cita de Figueras del citado día:
"Pero se me hace que si todavía no conocemos a una versión femenina de Shakespeare no es porque un editor varón le ha negado acceso, sino simplemente porque aún no existe; en estos tiempos democratizados por Internet, si existiese ya se habría hecho notar de alguna forma.
De lo que estoy seguro es de que esa Shakespeare mujer, esa Proust, esa Joyce, ¡esa Cervantes!, está en camino. Lo sé con certeza, tanto como sé que -seamos honestos-tampoco existen hoy escritores hombres a la altura de Shakespeare, ni perspectivas de que los haya en un tiempo cercano. Nuestro tiempo ha pasado, el tiempo de las mujeres es hoy, con cuota obligatoria o sin ella."
Maravillosa, ¿verdad?
AV

Anónimo dijo...

Enhorabuena y a por otros ciento cicuenta. Esta agenda es muy instructiva: no hay más que ver como ha mejorado su gramática, en un tiempo record, algún que otro comentarista. Si se admiten sugerencias me gustaría que hablaras algún día sobre el lenguaje en el doblaje cinematográfico.
J.A. Garrido

Anónimo dijo...

De humanos es disentir, es más, librennos los dioses del pensamiento único. Yo sé que en la esencia normalmente coincidimos. Es en la forma de conseguir nuestros fines donde podemos variar, ahí está la riqueza.
Creo que mi querencia por las cuotas debe venir de mi realidad personal: En casa no hay cuotas, convivo con mis tres varones.
Isabel Díaz

Anónimo dijo...

"De humanos es disentir, es más, líbrennos los dioses del pensamiento único". Habría que esculpirla en el granito de las mesetas para que se pudiera leer desde toda España, a ver si así las ideologías aprenden a aceptarse unas a otras, sin desprecio mutuo pues "Yo sé que en la esencia normalmente coincidimos".
En clave de Sol.