TÓPICOS
Lo característico de los tópicos es su perfecta adaptabilidad al lugar en que se utiliza o al motivo por el que surge. Por ejemplo, ¿cuántos lugares costeros hay en España que afirman ser el original y único verdadero en que se le enseñó al rey don Alfonso XIII que para comer las sardinas asadas hay que cogerlas con los dedos índice y pulgar de cada mano por la cabeza y la cola? ¿O cuántas ermitas explican su origen en la historia de una imagen de la virgen hallada en una cueva, o sobre una roca, o al pie de un árbol, por un pastor y que, pese a ser llevada una y otra vez a la población cercana, volvía indefectiblemente y de manera milagrosa al mismo lugar hasta que en ella se levantó su santuario? Una y otra historia nos son contadas con tal lujo de detalles y convencimiento en cada lugar que acabamos por creerlos a todos.
Es que la vida está llena de tópicos, me dice Zalabardo. ¿Tú crees?, le respondo. Entonces él, para probar su aserto, me pide que reflexione sobre uno de los últimos correos electrónicos que he recibido. ¿Sobre cuál de ellos?, le pregunto. Y me responde que el del vocabulario malagueño.
Medito un poco y concluyo en que tiene razón. Es un mensaje que me reenvió José Luis Rodríguez en el que alguien adjunta una serie de términos malagueños "recogidos" por una cordobesa que solicita que se difunda la serie para, así, mantener vivas las palabras de nuestro léxico popular. Para ser precisos, es necesario decir que esa cordobesa no existe o no es ella la recolectora y que la lista lleva tiempo moviéndose por foros de Internet como respuesta a alguien que pedía ejemplos de términos malagueños.
Empecemos por reseñar las dificultades que entraña señalar los límites en que se movería un habla local. Según define el Diccionario de Lingüística, de Jean Dubois, un habla local es "un sistema de signos y reglas sintácticas utilizadas por un grupo social dado o con referencia a ese grupo. Este sistema puede reducirse a unidades léxicas que, dejando a un lado su valor efectivo, coexisten junto a las unidades del vocabulario general de un dominio determinado". O sea, que aparte de unos rasgos fonéticos y morfosintácticos, muchas veces esta habla local no es más que un simple conjunto de palabras. Ahora bien, los contagios, coincidencias e intercambios con las zonas limítrofes son constantes y numerosos. Por eso es tan difícil hacer un diccionario del habla de Málaga o del habla de Setenil de las Bodegas, pongo por caso. Y por eso los granadinos y los malagueños pueden defender en bastantes ocasiones como propia e inalienable una palabra de uso en las dos comunidades.
Otra cuestión complicada se deriva de lo dicho: la de señalar dónde ha nacido una palabra y de qué origen para que se la pueda considerar original o propia de un lugar. Si nos limitamos a tan solo el ámbito andaluz, por ahí circulan innumerables vocabularios populares de tal o cual población que no tienen de tales más que la procedencia o residencia de su autor, que se limita a amontonar palabras que ha oído en su pueblo y que él considera originales o exclusivas de allí, sin pensar que, la mayoría, son comunes a toda el área andaluza.
Como Zalabardo me pregunta hasta dónde de seguro estoy de lo que digo, quiero poner unos ejemplos. En la lista que ha dado motivo a esta reflexión me encuentro, así de bote pronto, con lo menos quince o veinte palabras que no pueden considerarse malagueñas porque pertenecen a un área más amplia.
El Diccionario de argot español, de Víctor León, recoge como comunes a toda España calimocho, chiringuito, chuminada, piños, 'dientes', o jiñarse, 'acobardarse'.
Chacina, 'carne de cerdo adobada con que se hacen chorizos y otros embutidos', chícharo, 'guisante' o, según las zonas, 'garbanzo', gazpachuelo, 'sopa hecha con salsa mahonesa' y cenacho, 'espuerta de esparto o palma para llevar frutas, pescados u otras mercancías' son de uso muy general en toda Andalucía y aun fuera. El cenachero es, sin duda, una figura tradicional malagueña, pero eso no explica de ningún modo que cenacho sea un malaguesismo.
Y quiero dejar para el final, por no insistir demasiado, dos términos que, por su origen etimológico, difícilmente se podrán considerar malagueños. Son curiana, 'cucaracha negra' y guarrito, 'taladradora'. El primero, según explica Corominas, viene de coriana, por el traje negro que vestían las mujeres de la población extremeña de Coria. Y el segundo, cuya paternidad solicitan también los hablantes de Tarifa, tiene un origen peculiar. Se podría hablar de la tendencia de toda la Romania a nombrar las herramientas con nombres de animales; lo explica bien Gerhard Rohlfs en Lengua y cultura, pero sería una explicación más alambicada. Parece más verosímil buscar el origen en los años del estraperlo y el contrabando. Se dice que en Gibraltar se vendían unas taladradoras de marca Warrington y que la gente de la frontera decía que iba a la colonia a comprar una guarrinton, término que pronto derivó hacia guarrito.
1 comentario:
genial el artículo, y muy curiosa su referencia a Setenil.
Rafa
Mi blog: http://setenilrural.blogspot.com/(setenil rural)
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