viernes, marzo 19, 2010


LA GIMNASIA Y LA MAGNESIA
Debo pedirle a José Manuel Mesa que imparta unas breves lecciones a Zalabardo acerca de qué es eso de comer en un restaurante, pues parece que con los años, Zalabardo, que no Mesa, está perdiendo las facultades. Lo digo porque hace unos días me sorprendió, otra vez Zalabardo, que tampoco ahora Mesa, al decirme muy puesto en su papel de persona rumbosa: "Hoy te voy a invitar a comer en un restaurante del centro". Y cuando llegó la hora, me hizo acompañarlo hasta el McDonald's de la Plaza de la Marina para que nos comiésemos una hamburguesa con patatas. Eso sí, sin parar en barras, me dijo: Si quieres, puedes pedir ración doble de patatas".
Pero yo disimulé y le agradecí la invitación dejando traslucir, ¿por qué a veces mentimos sin reparar en nada?, que era mucha la ilusión que todo ello me hacía. A Zalabardo, a veces, le ocurren cosas de estas, que confunde un restaurante con una hamburguesería como el que confunde la gimnasia con la magnesia, o como quien cree que ir a comer pescaíto es comer calamares fritos. Qué le vamos a hacer.
A propósito de las confusiones, mientras comíamos hablamos de muchas cosas, casi todas ella sin la menor importancia, aunque el tema que más nos ocupó fue el de las confusiones de carácter lingüístico. Zalabardo defendía la tesis, que yo por mi parte no compartía, de que cuando cometemos un lapsus y decimos una palabra por otra que presenta una ortografía y un fonetismo semejante, lo cierto es que nuestro subconsciente está luchando por arrojar al exterior lo que de verdad queremos decir y nos guardamos de hacerlo por no se sabe qué clase de prejuicio.
Y el bueno de Zalabardo me ilustraba su tesis poniendo el ejemplo de aquel reportero que, habiendo realizado un trabajo sobre un hombre de un más que dudoso prestigio, publicó que el tal señor era un afamado mangante, en lugar de decir que era un afamado magnate. Cierto es que luego se disculpaba achacándoselo todo a los "duendes de la imprenta". ¿Pero tú crees de verdad que aquello fue una simple confusión?, me dijo.
Trataba yo de argumentarle lo contrario respondiéndole que no había que ser mal pensado y que las confusiones se dan con harta frecuencia. Si quieres ejemplos, también yo te los doy, le propuse. ¿No es confusión que una locutora, en un programa de modas, dijera que "esta temporada se llevarían los hombres desnudos" en lugar de los hombros desnudos, que era lo procedente? O lo que decía hace unos días un locutor deportivo que afirmaba muy serio que no se podría saber la gravedad de la lesión de un futbolista hasta que se le hiciera una resonancia magnífica, en lugar de una resonancia magnética.
Estas, intentaba convencer a Zalabardo, son confusiones inocentes, si bien mueven a risa, a las que no se les debe otorgar mayor importancia. Ni subconsciente ni niño muerto, mero lapsus y ya está.
De ahí pasamos a hablar a otros tipos de lapsus, que ya no son ni inocentes ni confusiones, sino que hay que catalogarlos dentro de la categoría de los errores provocados por el desconocimiento o la desidia. Y le puse otro ejemplo reciente extraído de un programa deportivo. Ejemplo que, desgraciadamente, no es una caso aislado sino que se repite con excesiva frecuencia.
Decía el locutor que, a tal equipo, el partido se le había puesto en franquicia después de haber conseguido un gol a escasos minutos del inicio del encuentro. Pero, repito, ese giro, ponerse o estar algo en franquicia es, aparte de erróneo, demasiado frecuente. Lo que en realidad se quiere, y se debe, decir es en franquía.
Y es que franquía y franquicia, que proceden ambos de franco, no significan lo mismo. Franquicia significa 'exención que se concede a alguien para no pagar derechos por las mercaderías que introduce o extrae o por el aprovechamiento de algún servicio público' y, también, 'concesión de derechos de explotación de un producto, actividad o nombre comercial, otorgada por una empresa a una o varias personas en una zona determinada'. Vamos, a una franquicia me llevó Zalabardo cuando me invitó a la hamburguesa.
Franquía, por su parte, es un término marítimo que designa 'la situación en la cual un buque tiene paso franco para hacerse a la mar o tomar un determinado rumbo'. De él se deriva la locución adverbial en franquía, que significa 'estar en disposición de hacer lo que se quiera' o 'situación de algo o de alguien que, después de superar alguna dificultad, puede ya considerarse libre de ella'. Es decir, que al equipo del que hablaba el locutor, por haber superado muy pronto la dificultad que tenía y haber igualado ya la eliminatoria, el partido se le ponía en franquía.

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