EL MONTE VICTORIA
El monte Victoria es uno de los diferentes suaves promontorios que constriñen Málaga impidiéndole crecer hacia el norte. Las otras diferentes alturas, aparte de la citada, son el cerro del Calvario, el monte de San Antón y el monte de Gibralfaro. El monte Victoria, como los otros, está fuertemente amenazado por las urbanizaciones que en sus laderas se van construyendo. Su nombre, Victoria, por la cercanía al Santuario de la Victoria, no es el único nombre con el que se conoce este paraje; también se le llama San Cristóbal, por la ermita que en su cumbre hubo dedicada a tal santo y de las Tres Letras, por las que pueden verse escritas en una de sus paredes, que mira hacia el oeste.
Es el monte Victoria un bello paraje al que se sube, al menos por allí subo yo, puesto que hay otros accesos, desde la parte alta del Camino Nuevo, por una calle que se llama precisamente Subida a San Cristóbal, en cuya pared izquierda se puede leer el rótulo de la Urbanización Mirador de Gibralfaro.
La subida es suave y se salva sin demasiado esfuerzo y cuando se llega a las últimas casas construidas nos encontramos unos paneles que nos hablan del interés geológico, botánico y faunístico de la zona y de las actuaciones que se están llevando a cabo para preservarla y poderla convertir en un parque periurbano. Pero, llegados a este lugar, Zalabardo me llama la atención sobre la negativa impresión que uno se lleva: suciedad por todas partes y botellas vacías, indicadoras del uso que se da al sitio, tiradas por todas partes.
Sin embargo, cuando el martes subí, después de algún tiempo sin hacerlo, todo el pasado y lluvioso invierno, los dos, Zalabardo y yo, nos llevamos una gran alegría. Pasada esta primera zona que digo y llegados a la cumbre, pudimos apreciar cómo la parte más alta del monte está siendo repoblada con plantones de pino, encinas y algarrobos y se está construyendo un pequeño mirador. Parece que los esfuerzos por regenerar aquella área son verdaderos.
La subida al monte Victoria es un paseo que merece la pena realizar y, entre las diferentes rutas que sigo en mis diarios paseos, esta es una de mis preferidas. Desde su cima se puede disfrutar de la más amplia y bella panorámica de Málaga que pueda uno imaginar: desde el Palo, por el este, hasta el Guadalhorce, por el oeste, y Ciudad Jardín, por el noroeste. Solamente, hacia el sur, Gibralfaro nos oculta una mínima parte de la ciudad. A nuestras espaldas, por el norte, los Montes de Málaga parecen vigilarla
Hoy llueve y sopla un viento desagradable, pero el martes hacía una agradable mañana de primavera y era un placer dejar que la vista y los demás sentidos se perdieran en todas direcciones. Allí arriba, la mente se despeja y el espíritu se aquieta. Si acaso, sobran las antenas que en el lugar se levantan, pero ese es el peaje que nos exige esta vida de progreso que llevamos. Zalabardo me recordaba, mientras allí estábamos, que una experiencia semejante, de huida de la ciudad, pudo ser la que llevó a Fray Luis de León a escribir su Vida retirada.
Tras media hora en la cumbre, iniciamos el camino de regreso que nos devolvía al ajetreo de la vida urbana. Pero no importaba, porque traíamos oxigenados los pulmones, los ojos llenos de luz del cielo y del mar y los oídos todavía percibiendo el eco del murmullo del aire entre los pinos y del canto de los pájaros.
Antes de cerrar este apunte no quiero olvidarme de recordar que los profesores del Departamento de Ciencias Naturales del IES Pablo Picasso, con José Luis Rodríguez a la cabeza, han confeccionado una página web sobre el Año Internacional de la Biodiversidad. La dirección es: www.iespablopicasso.es/biodiversidad2010 . Os invito a que la visitéis.
El monte Victoria es uno de los diferentes suaves promontorios que constriñen Málaga impidiéndole crecer hacia el norte. Las otras diferentes alturas, aparte de la citada, son el cerro del Calvario, el monte de San Antón y el monte de Gibralfaro. El monte Victoria, como los otros, está fuertemente amenazado por las urbanizaciones que en sus laderas se van construyendo. Su nombre, Victoria, por la cercanía al Santuario de la Victoria, no es el único nombre con el que se conoce este paraje; también se le llama San Cristóbal, por la ermita que en su cumbre hubo dedicada a tal santo y de las Tres Letras, por las que pueden verse escritas en una de sus paredes, que mira hacia el oeste.
Es el monte Victoria un bello paraje al que se sube, al menos por allí subo yo, puesto que hay otros accesos, desde la parte alta del Camino Nuevo, por una calle que se llama precisamente Subida a San Cristóbal, en cuya pared izquierda se puede leer el rótulo de la Urbanización Mirador de Gibralfaro.
La subida es suave y se salva sin demasiado esfuerzo y cuando se llega a las últimas casas construidas nos encontramos unos paneles que nos hablan del interés geológico, botánico y faunístico de la zona y de las actuaciones que se están llevando a cabo para preservarla y poderla convertir en un parque periurbano. Pero, llegados a este lugar, Zalabardo me llama la atención sobre la negativa impresión que uno se lleva: suciedad por todas partes y botellas vacías, indicadoras del uso que se da al sitio, tiradas por todas partes.
Sin embargo, cuando el martes subí, después de algún tiempo sin hacerlo, todo el pasado y lluvioso invierno, los dos, Zalabardo y yo, nos llevamos una gran alegría. Pasada esta primera zona que digo y llegados a la cumbre, pudimos apreciar cómo la parte más alta del monte está siendo repoblada con plantones de pino, encinas y algarrobos y se está construyendo un pequeño mirador. Parece que los esfuerzos por regenerar aquella área son verdaderos.
La subida al monte Victoria es un paseo que merece la pena realizar y, entre las diferentes rutas que sigo en mis diarios paseos, esta es una de mis preferidas. Desde su cima se puede disfrutar de la más amplia y bella panorámica de Málaga que pueda uno imaginar: desde el Palo, por el este, hasta el Guadalhorce, por el oeste, y Ciudad Jardín, por el noroeste. Solamente, hacia el sur, Gibralfaro nos oculta una mínima parte de la ciudad. A nuestras espaldas, por el norte, los Montes de Málaga parecen vigilarla
Hoy llueve y sopla un viento desagradable, pero el martes hacía una agradable mañana de primavera y era un placer dejar que la vista y los demás sentidos se perdieran en todas direcciones. Allí arriba, la mente se despeja y el espíritu se aquieta. Si acaso, sobran las antenas que en el lugar se levantan, pero ese es el peaje que nos exige esta vida de progreso que llevamos. Zalabardo me recordaba, mientras allí estábamos, que una experiencia semejante, de huida de la ciudad, pudo ser la que llevó a Fray Luis de León a escribir su Vida retirada.
Tras media hora en la cumbre, iniciamos el camino de regreso que nos devolvía al ajetreo de la vida urbana. Pero no importaba, porque traíamos oxigenados los pulmones, los ojos llenos de luz del cielo y del mar y los oídos todavía percibiendo el eco del murmullo del aire entre los pinos y del canto de los pájaros.
Antes de cerrar este apunte no quiero olvidarme de recordar que los profesores del Departamento de Ciencias Naturales del IES Pablo Picasso, con José Luis Rodríguez a la cabeza, han confeccionado una página web sobre el Año Internacional de la Biodiversidad. La dirección es: www.iespablopicasso.es/biodiversidad2010 . Os invito a que la visitéis.
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