jueves, marzo 01, 2007

EL CEMENTERIO INGLÉS

Bien, me parece que ya estoy en condiciones de poder reiniciar la tarea de esta agenda. Por mucho que lo intenté, Zalabardo se ha negado a escribir una sola línea. Cada vez que yo se lo proponía, él me respondía que hay más días que ollas y que ya volveríamos cuando mi hombro estuviera en condiciones. Parece que eso está ya casi conseguido, aún siento molestias, y ya puede ser el momento de retomar el contacto con los lectores, si es que hay alguno que no se haya olvidado ya de nosotros. Eso sí, por el momento no escribiré todos los días, pues no quiero tentar la suerte.
La decisión de reiniciar los apuntes me surgió ayer mientras realizaba uno de mis paseos (ya sabéis que me gusta andar). Caminaba por la confluencia entre el Paseo de Reding y la avenida de Pries camino del parque de El Morlaco cuando vi abierta la verja del cementerio inglés. Debo decir que no lo conocía, del mismo modo que creo que hay muchos malagueños que tampoco lo conocen. Decidí entrar.
Es un bello jardín-camposanto, algo descuidado en su conservación (lo que es comprensible puesto que no recibe ninguna subvención ni británica ni española y solo se mantiene gracias a los esfuerzos de una pequeña asociación que vela por su mantenimiento), pero un paseo por sus breves senderos no deja de ser agradable y supone imbuirse en un remanso de paz casi en el centro de la ciudad.
Por otra parte, la visita sirve para conocer algunos aspectos de la historia de Málaga. Su creación se remonta a 1831, gracias al cónsul británico William Mark, que luchó por evitar que los restos mortales de los protestantes tuvieran que ser enterrados ignominiosamente en la playa, durante la noche, ya que no se les admitía en el cementerio católico. La primera persona inhumada en él fue Robert Boyd, militar irlandés que se levantó contra la tiranía junto a Torrijos y fue con él y el resto de sus seguidores fusilado en las playas de Huelin. Su tumba ocupa un rincón en el recinto primitivo de este cementerio, reconocible porque aún lo circunda una blanca tapia.
Pero este cementerio cobija los restos de otras personas ilustres: el escritor Gerald Brenan y su esposa; Joseph Noble, aquel médico que vino a Málaga en 1861 y aquí murió a causa del cólera y en cuya memoria se fundó poco después el Hospital Noble, para atender a pescadores y marinos de esta ciudad. Cerca del primitivo cementerio podemos ver igualmente el sobrio enterramiento del poeta vallisoletano, pero malagueño de espíritu según confesión propia, Jorge Guillén.
En la misma parcela, al fondo, se levanta el monumento bajo el que descansan 62 oficiales y marinos del buque escuela alemán Gneisenau, que zozobró a causa de una tormenta en la bahía de Málaga en diciembre de 1900. Muchos hombres malagueños arriesgaron su vida, y no pocos murieron, en las tareas de ayuda al buque naufragado. Cuando años después, en 1906, una grave crecida del río Guadalmedina provocó una gran riada y la caída de algunos puentes del río, el gobierno alemán, agradecido, encabezó en su país una suscripción popular con la que se construyó el que aún conocemos como Puente de los alemanes.
En fin, que Zalabardo y yo aconsejamos la visita de este bello rincón malagueño a cuantos no lo conozcan. Estamos seguros de que nadie saldrá defraudado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estupendo que el hombro este mejor y que pueda continuar con la agenda,la verdad es que nos tiene algo abandonados. Muy bonita la descripcion del cementerio ingles, lo conocia pero no sabia tantos detalles de su historia. Siempre es instructivo leer lo que escribe. Ah, y animese que seguro que hay muchas mas personas que leen este blog.
Andres.