Cuando he escrito las tres letras del título de hoy me ha venido a la mente que con tres letras se forman también una multitud de abreviaturas que remiten a significados inquietantes, y puede que el primero de ellos sea ETA. Pero no quiero hablar hoy de eso, sino de otras cuestiones, si acaso también inquietantes, al menos por otros motivos. De ETA a lo mejor hablamos mañana, si es que me pongo de acuerdo con Zalabardo para hacerlo.
Hoy, día 5 de junio, es el Día Mundial del Medio Ambiente. Creo que ya alguna vez dije que la proliferación de días mundiales de lo que sea es tal, que puede que pierdan algo de la efectividad que cada uno de ellos pretende. Raro es el mes, y casi la semana, que no hay un día mundial de algo. Sin embargo, pese a ese empacho, no debemos de echarlos en saco roto ni considerar que unos son mejores que los demás. Este del que hablo es uno de los vehículos de los que las Naciones Unidas se valen para alimentar la sensibilización general sobre el medio ambiente y favorecer cualquier acción política sobre el tema.
Se me podrá decir, yo también me lo digo a veces y Zalabardo no deja de repetirlo, que bien podrían ser las naciones quienes se han de sensibilizar primero y darnos ejemplo a los ciudadanos de cuáles son esos comportamientos debidos. En no pocos de nosotros alienta la pesimista idea de qué es lo que podremos hacer si las grandes industrias, los países poderosos, no empiezan a actuar y, como se suele decir, a tirar del carro del intervencionismo para la mejora medioambiental del planeta. Y podríamos empezar por los mismos ayuntamientos. Un botón de muestra: a mí se me pide que no tire a la basura las pilas agotadas, pero resulta que ignoro si en Málaga, no ya en mi barrio, existe algún punto de recogida de estos desechos.
Me hace notar Zalabardo que voy bien, pero que, a estas alturas, aún no he aclarado el sentido de las tres letras con que he titulado hoy. Y tiene razón. Esas tres R recogen los tres principios fundamentales del proteccionismo mediambiental: reciclaje, reutilización y reducción. Son tres principios en los que todos podemos ser protagonistas sin preocuparnos del protagonismo de los demás, sean estos particulares o sean instituciones. Se trata de acciones a nuestro alcance que todos conocemos, que puede que, en un principio, nos resulten engorrosas, que es posible que aparentemente no aporten, a nuestro entender, demasiado, pero que a la larga terminan por ser efectivas. Ahorrar combustible, no dilapidar el agua, no tirar a la basura lo que se pueda reutilizar, reciclar (leo que reciclar una lata de aluminio, por ejemplo, ahorra el 90% de la energía necesaria para hacer una nueva), no consumir productos fuera de temporada, etc.
Ya en otra ocasión hablé de un librito de Miguel Delibes titulado Un mundo que agoniza, que no es sino su discurso de ingreso en la Academia de la Lengua, en 1975, hace ya más de treinta años. Todo él es interesante, pero en el capítulo titulado Un mundo sucio nos expone de qué manera el medio ambiente es la víctima propiciatoria del progreso humano. Y la paradoja está, dice, en que la influencia ha sido mayor cuando menos se ha intentado influir en él; pone como ejemplo que las tentativas por cambiar el clima para provocar lluvia artificial, o diluir la niebla o licuar el granizo los resultados han sido nulos. En cambio, "la influencia del hombre sobre el medio se ha producido, para mal, por vía indirecta, cuando ha pretendido forzar la producción de la tierra o multiplicar sus industrias o su velocidad en un nuevo intento por aumentar su confort y su nivel de vida [...]: los gases de combustión expelidos por fábricas, calefacciones, automóviles, quemadores de basuras, etc. [...] Esta contaminación, además de su nocividad sobre las vidas animal y vegetal, provoca trastornos en la salud humana, hecho especialmente patente en determinadas circunstancias meteorológicas."
Algún día, lo queramos o no, tendremos que tomar medidas en serio. Lo que es seguro es que así no se puede seguir.
1 comentario:
Anoche vi el programa de Antena 3 dedicado a Suarez y la transición. Viene al caso del cambio climatico, que ya habia aparecido hacia los años 60 a pesar de que habia pocos coches en aquellos años. Me puso a pensar que, aunque españa empezaba a entrar en la era del bienestar y del consumo, la influencia debida a los paises industrializados podía apreciarse ya en aquellas imagenes. Yo era un chavalillo en aquellos tiempos pero recuerdo las calores rudas de aquellos veranos, eso sí, más cortos que los de ahora, que son mas intensos y mas insoportables. Entonces el tiempo cambiaba en septiembre y hacía fresco. El calor apretaba algo mas en agosto y por ello podías salir de casa en cualquier epoca del año. Ahora, cuando los chicos acaban por fin el instituto y llega julio, ¿adonde vas con tanto calor? Antes te ibas a galicia, a los pirineos, al norte pero ahora si te vas a galicia te puede pillar una ola de calor cuando en valencia estás fresquito. Y si te vas a París no digamos.
PJ
Publicar un comentario