viernes, noviembre 06, 2009

MÁS INFORMADOS, PERO... ¿MEJOR?

No seré yo quien ose negar las ventajas y beneficios del correo electrónico; muy al contrario, estoy convencido de que su desaparición en estos momentos significaría un caos en el mundo de la transmisión y recepción de mensajes y documentos. Nunca el correo postal ordinario ha generado los positivos servicios que rinde el electrónico. Sentado eso, es conveniente señalar que, junto a toda esa serie de ventajas reconocidas, el correo electrónico viene también muy cargado de farfolla y no estoy pensando únicamente en esa rémora del correo no deseado. Y lo que se dice del correo electrónico puede hacerse extensivo a la generalidad del mundo de Internet.
Ese universo cibernético al que parece ahora que se lo debemos todo (por lo pronto, yo le debo esta agenda) puede, si nos descuidamos, hacernos caer por una pendiente de relativización de las informaciones y de negatividad y falsedad de los contenidos. A veces pareciera un nuevo becerro de oro al que es preciso rendir adoración, cuando la cruda realidad demuestra que en muchas ocasiones no es sino una especie de moderno Gran Hermano que lo que pretende es constreñir nuestras conciencias y nuestras ideas y dominar sobre ellas.
Zalabardo me cuenta que en días precedentes ha recibido, de dos remitentes diferentes, sendos mensajes que contenían adjuntos el mismo vídeo. Se trata de ese (supongo conocido por todos) que se titula Campanas por la gripe A en el que una monja catalana, Teresa Forcades, amparada tras no sé cuántos títulos, intenta prevenir contra la vacunación esgrimiendo el argumento de no se sabe bien qué conspiración que pretendería ni más ni menos que provocar una matanza universal que rebajara de manera ostensible la población humana. En ambos mensajes se nos recomienda sacar el tiempo necesario para ver con tranquilidad el vídeo, que dura aproximadamente una hora, y difundirlo lo más posible.
¿De dónde procede el vídeo? Naturalmente de You Tube, aspersor de tantas peregrinas historias como circulan por ahí. You Tube, como tantos otros portales y webs que dan al internauta la posibilidad de colgar sus vídeos y todo aquello a lo que se quiera dotar de difusión universal, no son malos en sí mismos. Lo malo es cuando damos a sus contenidos el valor de verdad indiscutible y única. Pasa como con aquel otro documento difundido a través del correo electrónico, ya os hablé de él en una ocasión anterior, que, ofreciendo una lista de lecturas recomendadas, entre las que no faltaban el Quijote, la Biblia o Cien años de soledad, se hacía hincapié en que la lectura debería iniciarse, dado su alto interés, por las obras de Jorge Bucay o las de Khalil Gibran.
Fue el mismo Zalabardo quien me hizo notar la tendencia, más o menos generalizada en bastantes programas informativos de televisión, a dar entrada a vídeos extraídos de You Tube mezclados entre los amparados por las tradicionales fuentes de información. Y me dice si estaremos al tanto del peligro que para una información fidedigna supone tal tendencia. Habrá quien diga que es una exageración, pero corremos el riesgo de que pronto nazca un tipo de informador que se limite a estar sentado ante su pantalla, buscando datos en Internet y organizándolos por el malhadado sistema de cortar y pegar. Ya se ha dado algún que otro caso.
Porque vivimos la paradoja de que la más amplia y veloz fuente de información es a la vez la que mayor peligro de desinformación o de información corrupta corre. ¿Habéis visto cómo cada vez es más frecuente, en el mundo de la política, del deporte, de la economía..., que lo que siempre fueron ruedas de prensa se han convertido en reparto de notas informativas que, en no pocas ocasiones, se envían directamente a través de Internet, sin la posibilidad de contrastar o debatir su contenido con las propias fuentes?
Lo anterior provoca, queda claro, que la información nazca ya muchas veces con el inconveniente de ser una información interesada, hecha pública desde la óptica de su propio sujeto y sin posibilidad de ser contrastada para demostrar su validez y veracidad. A esto se le une ese otro aspecto, negativo, de que para muchas personas, la validez de las informaciones, igual que en otro tiempo se sustentaba en haber sido difundidas por la radio o la televisión, ahora se sustenta en el simple hecho de haber aparecido en Internet.
Ahora que para muchas Administraciones el no va más de la política educativa es proporcionar un ordenador a los alumnos lo antes posible, se impone que los educadores, los que viven el día a día con los alumnos y saben lo que eso es, se esfuercen por dotar de una auténtica formación de usuarios a esas mentes infantiles y juveniles para que sepan que el tratamiento de la información que Internet nos da no estriba tan solo en copiar y pegar. Y para que puedan disponer de un claro y correcto criterio a la hora de conocer el verdadero valor de cuantos contenidos nos llegan a través de la Red. Es mucha la información disponible, pero hay que saber distinguir para que las malas hierbas no terminen ahogando a las buenas. No basta con estar informados, es preciso saber qué hacer con esa información y saber diferenciar la que es correcta de la prescindible. Si no, nuestra visión del mundo se conformará con las ideas difundidas por tantas Teresas Forcades como pululan por ahí.

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