RICARDI /YOANI SÁNCHEZ
No estoy de acuerdo con lo que dices, pero daría la vida para que tengas derecho a decirlo (Voltaire).
¿He dicho alguna vez que hay días en los que Zalabardo y yo no nos ponemos de acuerdo sobre lo que hablar? Hoy es uno de esos días. Yo tenía pensado desde hace algún tiempo hacerlo sobre Rafael Ricardi; pero, mira por dónde, Zalabardo me sale pidiendo que mejor es que hablemos de Yoani Sánchez. Trata de chantajearme con el argumento de que, si la agenda es suya, por qué no accedo a lo que me pide las pocas veces que lo hace. Y, claro, contra eso no puedo objetar nada porque la razón le asiste completamente.
Sin embargo, esta vez hemos podido alcanzar un consenso. Porque resulta que la figura de Ricardi serviría para plantear la relatividad de la inocencia en nuestra sociedad y Zalabardo me dice que, al proponer a Yoani, sería posible tratar de la culpabilidad que muchos pretenden hallar en la disidencia. Y, puestos así, y visto que se da un cierto paralelismo, nos dijimos: ¿y por qué no nos limitamos a reseñar el caso de ambos y que los demás opinen? Y en esas estamos.
Rafael Ricardi, cincuenta años, es un gaditano de El Puerto de Santa María que en 1995 fue hallado culpable de una violación que él siempre negó haber cometido. La prueba decisiva para su condena fue el testimonio de la víctima, que afirmó reconocer en él a su atacante. Pero, ingresado ya en prisión, la policía tenía dudas de tal culpabilidad porque el Instituto Nacional de Toxicología descartó de forma rotunda que los restos biológicos hallados en la víctima pertenecieran a Ricardi. Sobre tal supuesto, siguió trabajando hasta dar con el presunto auténtico culpable. Físicamente, se parece a Ricardi, a quien ahora, trece años después de ingresar en prisión, el Tribunal Supremo ha anulado la sentencia condenatoria y ha puesto en libertad.
Un titular periodístico del pasado julio decía más o menos: Ricardi, después de trece años en prisión, ya es inocente. ¿Acaso no lo fue en todo el tiempo anterior? ¿Cómo parece seguir valiendo aún el argumento de que lo que hay que demostrar es la inocencia? Porque Ricardi era el tipo perfecto para cargar con las culpas que hiciera falta: desclasado, anclado en la marginalidad, trabajando de gorrilla y hundido en la droga. Pese a todo, él juraba y perjuraba que no había violado a nadie. ¿Quién lo iba a creer? ¿Y quién le resarce ahora por esos años de encierro y por cargar con una culpa que no era suya?
El caso de Yoani Sánchez es diferente aunque coincide con él en tener que cargar con unas culpas que no le corresponden. Yoani, de treinta y cuatro años, cubana, licenciada en Filología, mentiene un blog en el que muestra todos sus desacuerdos con el régimen cubano, lo que no gusta a los rectores de la isla. El pasado día 7 contaba Yoani cómo había sido secuestrada por unos policías de paisano que le dieron una brutal paliza cuando se dirigía con unos compañeros a una manifestación precisamente contra la violencia. El sábado 8, se quejaba amargamente de que en su país hay mucha gente que la considera culpable de haberse autolesionado para desacreditar a la policía o de ser merecedora de lo que le pasó por hablar de lo que no debía. Yoani, por su blog Generación Y, fue en 2008 con el Premio Ortega y Gasset de periodismo, pero el Gobierno cubano no la autorizó a salir del país para recogerlo. Quien quiera leer sus notas no tiene más que entrar en http://www.desdecuba.com/generaciony/
Yoani, para el Gobierno de su país, es culpable de pensar de modo diferente, de disidir del pensamiento oficial del régimen de la isla. Pasa lo mismo que en todas las dictaduras del mundo y en todos los tiempos. También aquí conocimos eso aunque, afortunadamente, muchos no lo hayan conocido debido a su juventud.
Y como dice Yoani en su último apunte, lo peor de todo es la gente que les encuentra justificación a esos hechos. Dice: Después de una agresión, hay ciertos miopes que culpan a la víctima de lo ocurrido. ¿Cómo no iba a ser culpable Ricardi si tenía todas las papeletas para serlo? ¿Cómo no va a ser culpable Yoani si no se pliega al sistema, si quiere pensar por su cuenta? De Ricardi decían las últimas crónicas que se comporta como si aún estuviera en la cárcel. Le han dicho tantas veces que era culpable que ha terminado por asumir la culpabilidad; aunque no se sepa bien de qué. Él carece de voz o no sabe utilizarla; no tiene un blog como Yoani; ni siquiera una humilde agenda como esta. Yoani, en cambio, se rebela, lucha y lo grita a los cuatro vientos. Lo viene haciendo desde hace tiempo. Esa es su fuerza. Y esa es la diferencia entre ambos.
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