EL DESPRECIO POR SABER
Cuando hoy he regresado del instituto, Zalabardo me ha debido notar en el gesto que venía contrariado y me ha preguntado por lo ocurrido. Como tanto el uno como el otro apenas si podemos ocultarnos nada, le he contado lo ocurrido. He debido recriminar a un grupo de primero de bachillerato, en la asignatura Medios de Comunicación, por su escasa disposición ante una tarea que les había encomendado. Se trataba de leer un artículo de prensa de poco más de treinta líneas y comentar su contenido. Para más inri, les ofrecía la pauta de buscar respuesta en el texto a una serie de preguntas como ayuda para una mejor y más rápida comprensión. ¿Hay que copiar las preguntas?, ¿es preciso leer el artículo?, ¿esto es para hoy? son algunas de las insólitas dudas que se les ocurría plantearme. Y no digamos nada de los que declaraban no entender el texto. Eso ya casi me sacó de mis casillas y tuve que decirles que aceptaba que me dijesen que son unos vagos y que no querían trabajar o que me dijesen que mejor preferirían hacer otra cosa; pero que de ninguna manera podía creer que unos alumnos de bachillerato declararan sin ruborizarse que no entendían un texto de escasa dificultad.
Estamos ante una de las consecuencias de un sistema aberrante en muchos de sus supuestos. Estamos, lo digo con desespero, ante un sistema que prefiere maquillar como sea, lo he dicho en otras ocasiones, el índice de fracasos antes que investigar cuáles sean las causas que los provocan. Todo empezó despreciando los conocimientos y minusvalorando el esfuerzo. Se hablaba de contenidos procedimentales como preferibles a los conceptuales; hoy se habla de anteponer las competencias al dominio de los conceptos. Al final, ni procedimientos, ni conceptos, ni competencias, ni nada. El caso es promocionar como sea. Cada gobierno, lo decía el otro día Duran Lleida, viene con su propio proyecto educativo bajo el brazo y que nadie lo saque de él, cuando la verdad es que falta un gran pacto nacional por la educación. Resultado: los jóvenes, y los no tan jóvenes, presumen de no saber. Zalabardo dice a este propósito que él tenía un pariente que confesaba no aprender las cosas para no tener que hacerlas. Otro despropósito, en este caso que me ocupa, es que el grupo está formado, en casi su mitad, por alumnos que habían solicitado cursar la optativa de Informática y, al no poder ser atendida su petición, "se los coloca" en una opción diferente. ¿Para qué se les hace entonces la oferta?
Todo eso va dejando su poso y el ambiente de trabajo, lógicamente, se resiente. Y luego, cuando esos jóvenes se hacen profesionales, pasa lo que pasa. No sé si ocurrirá igual en todas las áreas del conocimiento, pero yo lo veo en todo aquello que afecta al lenguaje. Por ejemplo, el diario gratuito Metro informaba en su portada el martes pasado de que un suboficial del ejército fue disparado por la espalda por dos individuos. Si la persona que redactó ese texto recordara mínimamente las clases de sintaxis recibidas en su etapa de estudiante tendría que recordar que el sujeto de una oración pasiva, como la que escribe, es el complemento directo en construcción activa; eso quiere decir que 'la cosa disparada' sería el suboficial, lo cual es una barbaridad, ya que el pobre suboficial es el complemento indirecto, es decir, 'quien recibe o padece el disparo'. En resumidas cuentas, que esta persona pudo ser tiroteada, pero nunca pudo ser disparada. Además, si miramos en el diccionario, veremos que disparar, cuando significa 'despedir su carga un arma', suele funcionar como intransitivo. Pero, aunque no se sepa muy a fondo la gramática, lo que digo se podría conocer por simple lógica, por mera intuición lingüística.
Un ejemplo semejante: hace algunos días más, El País escribía en una entradilla: El Chino, uno de los terroristas que se suicidó. Cualquiera debería saber que el pronombre relativo que, sujeto del verbo suicidó, es terroristas, por lo que dicho verbo, por simple cuestión de concordancia, debería ir en plural; es decir, El Chino, uno de los terroristas que se suicidaron. Porque, por otra parte, es verdad que se suicidaron varios y no solo ese de quien hablan
Al final, le digo a Zalabardo que no se preocupe por mis enfados en clase ni por mis alumnos, que los enfados me pasan pronto sin dejar huella y a ellos mañana ya estaré de nuevo tratando de prestarles mi ayuda en este dificultoso camino del aprendizaje, porque en lo que sí les doy la razón es en el hecho de que nadie tiene vocación de estudiante.
3 comentarios:
A nuestro amigo Rogelio le vienen grandes algunas cosas, él siempre tan modesto. Pero el hecho es que es quien nos termina asesorando en estos temas de educación. Opina que está de acuerdo con el escritor en que hace falta un pacto por la educación. Ya está bien de parches y de esta línea estéril y decayente en la que el país lleva sumergida desde la implantación de la LOGSE. ¿Cuándo se va a rectificar?. Hay muchas cuestiones que revisar y podíamos exponer algunas: en qué beneficia a los adolescente la escolarización obligatoria hasta los 16; en qué beneficia la promoción por imperativo legal; qué ventajas supone para la sociedad que los chavales aprueben por actitudes o procedimientos sin conocimientos; cómo serán los profesionales del futuro próximo (médicos y cirujanos, arquitectos e ingenieros, etc) cuando hoy día en el bachillerato actual reciben una enseñanza deficitaria e incompleta frente al anterior COU; cómo es posible que se los alumnos aprueben la selectividad con conocimientos muy deficientes en asignaturas importantes y por qué la nota de esta debe ser un 60% de la nota de un bachillerato tan deficitario.
Para el que no conozca a fondo los promenores de este sistema educativo, Rogelio opina que hoy día no se premia el esfuerzo y el trabajo como debería ser, ni hay pruebas exteriores, como las antiguas reválidas, que estimulen a los chavales a prepararse sin tirar lastre tras superar un controlito de nada. Hemos deteriorado el medio educativo lo mismo que estamos deteriorando el medioambiente, y falta ilusión por estudiar, por formarse. La desgana se ha apoderado de todos y hace años que ha invadido los centros escolares, amenazados, además, por ciertos tintes de violencia.
Rogelio dice que no se desanime, escritor, que su labor tiene por lo menos nuestro reconocimiento.
Los de la Colina
Una duda, Anastasio. (Es sincera, sin ironías). Cuando escribes: "alumnos que habían solicitado cursar la optativa de Informática y, al no poder ser atendida su petición, "se los coloca" en una opción diferente. ¿Para qué se les hace entonces la oferta?". ¿La pregunta no es retórica? Mi duda es si sólo se denomina así a una pregunta de la que no se espera respuesta o también a aquella cuya respuesta no tiene muyo sentido porque hay una explicación previa que se hace por parte de quien pregunta.
Tendremos ocasión de hablarlo directamente. Un saludo.
A "Los de la Colina":
A la respuesta de ¿Cuándo se va a rectificar? yo preguntaría: ¿en qué, concretamente? Porque en la lectura del escrito abunda gran cantidad de banalidades, tópicos e inexactitudes que bien podría empezar por rectificar la escasa autocrítica de algunos que parecen ser profesionales de la educación.
¿Cómo se puede poner en duda lo que significa para una sociedad el aumento en la edad de la educación obligatoria? Esto sonrojaría a cualquier experto independientemente de cualquier error en su implementación. Pero si no se tiene claro qué significa este cambio, es lógico que se siga ahondando en desprpósitos en el texto.
Tengo la impresión que en el último cambio que se hizo de este estilo (Ley del 70, obligatoriedad hasta lo 12 años), los maestros no tuvieron los "problemas" que tienen los "profesores" para asimilar lo que esto significa. Entonces nadie se preocupaba de que había alumnos que llegaban hasta el final "por imperativo legal", porque finalmente quedaban filtrados para la élite del BUP.
¿Qué es eso de que "se apruebe por actitudes o procedimientos sin conocimientos"? Me parece que confunden los términos y así les va. Las actitudes, los procedimientos y los HECHOS Y CONCEPTOS, son todos conocimientos. Es increible que a esta altura, aún no se hayan enterado.
De modo que Rogelio opina que "no se premia el esfuerzo y el trabajo" porque no hay pruebas externas como la revalida. Yo es que alucino. ¿Es que acaso las revalida quedó suspendida por la LOGSE? ¡Que la revalida desaparece con la ley del 70!
En efecto, la desgana se ha apoderado, si no de todos, sí de bastantes. La desgana de los alumnos tendrá una más o menos compleja explicación. La desgana de los profesionales de la enseñanza no tiene perdón.
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