martes, octubre 30, 2007


ESO ES TODO, AMIGOS
Como en todas las cosas humanas, el comienzo es fácil de historiar, pero el final es impredecible. ¿Quién lo iba a imaginar? Podía haber esperado a un número redondo, por ejemplo, el trescientos. Pero hoy, cuando llegamos al apunte doscientos noventa y nueve, me encuentro con que la agenda ha agotado sus páginas y esta es la última. No sé si Zalabardo llegará a comprar un nuevo cuaderno, pero no seré yo quien se lo pida.
Quisiera que la despedida fuese serena, como el ocaso de la imagen que he escogido. La tomé un tranquilo atardecer del pasado verano en el parque de Valonsadero, cerca de Soria. Aquietado tenía el ánimo y así quisiera estar siempre, pero no está en nuestras manos disfrutar de manera continuada tal sosiego, que ese es un bien que nos concede Fortuna y ya se sabe que esta es inconstante y mudable.
¿Que razón hay para no forzar a Zalabardo a que adquiera otra agenda? Más que nada, cansancio y la conciencia de haber completado un proyecto. Han sido casi trescientos apuntes, año y pico de escritura casi diaria y temo llegar a cansar. Desde hace un tiempo, me cuesta más esfuerzo cada apunte; me siento ante la pantalla y temo repetirme. Me digo: de eso ya he hablado; ese tema ya lo he desarrollado. De alguno, me ha quedado la sensación de algo forzado. Y no quiero pecar de prolijo ni cansar, que bueno está lo bueno.
Creo haber sido claro en todos mis comentarios y haber dicho lo que quería decir. Si alguna vez no se me ha entendido, le culpa, sin excepción, ha sido mía, nunca de Zalabardo. Si alguna vez alguien se ha sentido aludido o dolido en un comentario, de verdad que lo siento y pido con sinceridad perdón por ello, pues nunca en mi ánimo ha tenido cabida la intención de herir. Por otro lado, es mucho lo que tengo que agradecer, sobre todo a quienes, alguna vez que otra, han perdido una porción de su tiempo (y ahora puedo deciros que a toda persona le llega un momento en que todo tiempo le resulta escaso) en leer mis descabalados comentarios y mis charlas con Zalabardo.
Este agradecimiento del que hablo se dirige a cualquier lector, incluso al desprevenido que por una sola vez y por casualidad se haya topado con esta página; pero quiero hacer especial mención de los amigos que me han seguido, más por favor suyo que por mérito de Zalabardo o mío. Y entre los agradecimientos especiales quiero individualizar los referidos a tres corresponsales: a José A. Garrido, compañero, que me ayudó a ver que no hay que ser tan cáustico; a Mari Paz, alumna de la Universidad de Málaga, que confiaba en mí, un desconocido, para hacer sus consultas; y a Andrés, el Viejo de la Colina, y su peña de amigos, continuado contrapunto de las anotaciones de esta agenda. He de decirles que el café que me ofrecían lo he disfrutado a su salud como si hubiera estado junto a ellos y que les doy las gracias.
Creo ya llegado el momento del adiós. Y como nunca debemos decir de esta agua no beberé, no afirmaré que el adiós sea para siempre. Pudiera que, pasado un tiempo prudencial, sienta nostalgia y decida retomar la página, aunque eso, ahora, no lo sabe nadie, ni yo mismo. Así que, en mi nombre y en el de Zalabardo, muchas gracias a todos y un abrazo cordial.
Como en la terminación de aquella serie de dibujos, eso es todo, amigos.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Con la esperanza de que en lugar de un adiós sea un hasta luego.

Isabel Díaz.

Anónimo dijo...

Debe suponer un gran esfuerzo escribir todos los días, esfuerzo que como lector agradezco. Como dije en mi primer comentario, tras acostar a los niños, acudo presuroso al ordenador para ver el apunte diario. No puedo negar que mi sorpresa ha sido mayúscula al leer este adiós. Espero que, como los toreros, la retirada no sea definitiva y algún día más pronto que tarde podamos, aunque no sea diariamente, disfrutar de tus palabras y tus reflexiones. Mientras tanto te animo a que edites este material para que no se pierda en el ciberespacio.
Gracias.
J. A. Garrido

Anónimo dijo...

No tengo palabras, escritor, para expresar lo que he sentido tras la lectura del apunte de hoy (y presiento que mi peña de amigos todavía no se ha enterado de la noticia, así que habrá que verles la cara mañana). Esta despedida la siento como algo muy triste, de verdad, pero es su decisión y tenemos que respetarla.
No quisiera ponerme melancólico ni tampoco extenderme pero sí debo reconocer ante los demás lectores que usted y Zalabardo han despertado en mi toda una afición por la lectura que antes no tenía. Por ello puedo decir que leyendo sus apuntes diariamente le he sentido cada vez más cerca, más próximo; me he imbuido de sus deseos de seguir aprendiendo, leyendo y trabajando. Me ha rejuvenecido y me ha devuelto la ilusión que había perdido por las situaciones que cada día nos envuelven; ilusión por la vida y por seguir haciendo cosas. De usted he aprendido a que hay que hacer las cosas bien hechas, a que hay que opinar de todo con equilibrio y con sabiduría, pero lo mejor informado posible. Y un sinfín de cosas más (voluntad, templanza, honestidad, dignidad, etc.). No se podrá imaginar fácilmente lo que ha cambiado mi mundo interior, esa caverna que todos llevamos dentro como la cueva de Melero, desde que descubrí su agenda, pero puede que algún día el destino nos brinde la ocasión de decírselo en persona.
No quisiera despedirme sin pedir disculpas por si alguien se ha sentido molesto alguna vez, y especialmente debo pedirle disculpas a usted, que siempre estuvo dispuesto a admitirme como he sido (otro de sus grandes aciertos). Y sobre todo me gustaría que, después de un merecido descanso, volviera a escribir, pues creo que es su mundo y forma parte de su vida; cuente conmigo para hacer un comentario a cada uno de sus apuntes mientras me lo permita.
Cuidese, maestro, tómese un merecido descanso y cuando le parezca escriba lo que se le pase por la cabeza, que seguro saldrá bien. No se preocupe si se repite, así los demás lo sentiremos más veces.
Un fuerte abrazo del viejo de La Colina.

Anónimo dijo...

¿Cómo está escritor? Nosotros, esta tarde desapacible, seguimos a la espera de que se anime a escribir de nuevo. ¿Se acuerda de aquel miércoles 9 de agosto de 2006? Así dio comienzo La agenda de Zalabardo:"Después de mucho pensarlo, Zalabardo inicia aquí la primera página de su agenda. Lo hace sin saber siquiera si alguien se tomará la molestia de leerlo y si alguien responderá alguna vez a sus planteamientos.". Pues bien, sí hay gente dispuesta a seguir leyendo a Zalabardo. Por cierto, ¿es correcto usar cancillera?
Andrés y los de La Colina.

Anónimo dijo...

Hola, soy Zalabardo, aunque no el de la agenda. Por curiosidad, me podrías decir de dónde te has sacado el nombre, que es el mío? Siento que lo dejes. Es un blog muy interestante.
j.zalabardo@ucl.ac.uk

Anónimo dijo...

Escritor, ¿no sería interesante continuar la agenda dedicando sus capítulos a comentarios de libros? Aquí podríamos incluir novelas y libros en general, cine, opiniones, prensa, etc. No habría riesgo de repetirse.
viejocolina@yahoo.es