viernes, octubre 05, 2007


EUROPA, PERO MENOS
Zalabardo, que, pese a no ser desconfiado se manifiesta escéptico en bastantes cosas, me hablaba el otro día de que considera que la Unión Europea es una utopía muy bonita y atractiva, pero aún algo lejos de realizarse en plenitud, por mucho que nuevos países se sumen al proyecto y otros más hagan cola. Yo, más cándido que él, me pregunto a veces a qué vienen esos prontos que le afloran en la superficie como una erupción violenta que ha de ser tratada con una inyección de urbasón o algo por el estilo.
Y, como casi siempre, compruebo cuando ya es tarde que sus reacciones siempre obedecen a una razón bien concreta. Esta vez, creo, puede que responda a que ha visto encima de mi mesa una hoja con anotaciones de equivalencias entre unidades del sistema decimal y otras del llamado Sistema Imperial Británico. Si alguien piensa que mi mesa debe parecer un cajón de sastre, tiene razón. ¿Por qué tenía yo allí eso? Pues porque en aquel momento había leído que una Comisión Europea había renunciado a imponer a Gran Bretaña e Irlanda el Sistema Métrico Decimal. A mano, en el margen de la hoja, había escrito, inocentemente: "estos ingleses, siempre a lo suyo."
De todas formas, me hago el despistado y le reclamo aclaración sobre esa euroescéptica tesis que parece querer exponerme. Lo primero que le sale a relucir es su vena social y me pregunta si yo creo que los españoles consideramos nuestros iguales a los rumanos que corretean por las carreteras de La Mancha, o a los búlgaros, polacos y demás centroeuropeos que circulan por nuestras ciudades.
¿Creéis que me da tiempo para responder? Continúa afirmando que no es necesario fijarse en esos nuevos europeos, que centremos nuestra atención en los que pudiéramos llamar de pata negra. ¿Piensas, dice, que los ingleses se consideran iguales en derechos a nosotros? ¿Por qué el Reino Unido no se incluye en la llamada eurozona y mantiene contra viento y marea su moneda nacional? ¿O Dinamarca? ¿O Suecia? El euro, que nadie lo dude, es la moneda oficial de Europa, pero no es, todavía, la moneda común de todos los europeos.
Para ese momento, Zalabardo estaba ya que no había quien lo contuviera. Seguía con los ingleses. Nosotros, rugía, conducimos por la derecha; ellos, por la izquierda, por fastidiar. Y ahora se han salido con la suya en eso de las medidas. ¿Sabes que incluso existía una asociación denominada Mártires del Sistema Métrico, con el frutero Steve Thoburn al frente, que luchaba por el mantenimiento del Sistema Imperial? El común de los europeos medimos las distancias en kilómetros; ellos, en millas. Nosotros calculamos la longitud, la altura y la profundidad en metros y centímetros; ellos, en pies y pulgadas. Nosotros pesamos en kilos y gramos; ellos, en libras y onzas. Nuestras superficies las medimos en áreas y hectáreas; y ellos, en acres. La gasolina de nuestros coches las compramos por litros, mientras ellos lo hacen por galones. Pero si hasta las cervezas se las toman por pintas, que, por no ser, no son ni siquiera medio litro.
Sigue relatando que para todo el ámbito de la Unión Europea será obligatorio el etiquetado según el sistema métrico, aunque con la recomendación de usar también el equivalente al sistema imperial, para facilitar las exportaciones a Gran Bretaña y a EE UU, donde se utiliza el mismo sistema. Como me tiene ya cansado y no deseo que me caliente más la cabeza, doy media vuelta y lo dejo solo. En la distancia, oigo cómo permanece, no se ha dado cuenta de mi huida, recitando su salmodia más antibritánica que europeísta. Supongo que ya se le pasará, pues Zalabardo no es demasiado visceral en sus diatribas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Se puede comprender que un frutero como el frutero Steve Thoburn, uno de tantos ingleses habituados a su tradicional sistema de unidades, no quiera cambiar al Sistema Internacional (S.I.),por razones obvias, pero a la población se le asesora y se le convence de las ventajas que tiene el que todo el mundo use las mismas unidades de medida. En este tema hay un hecho que me gusta recordar y suelo ponerlo como ejemplo de la importancia que tiene indicar la unidad de medida en un resultado o en un cálculo, ya que su ausencia puede originar grandes errores y graves pérdidas.
Así, en 1999, la sonda Mars Climate Orbiter se estrelló inesperadamente contra la superficie marciana, tras ocho meses de navegación, por un error de unidades. Mientras un equipo calculaba las distancia con sus ordenadores en kilómetros, siguiendo la recomendación del fabricante de la sonda, otro, más anglosajón, lo hacía en millas. Las consecuencias fueron 125 millones de dólares de entonces estrellados contra Marte, muchos meses de trabajo, la pérdida de confianza y la decepción de los equipos científicos.
Ese es el precio que a veces se paga por ser tan suyo.
Rafa López

Anónimo dijo...

Los del Club de la Colina estamos de acuerdo con Zalabardo en todo el contenido de sus diatribas; ahora bien, como nos gusta mucho el escritor por aquello de que es equilibrado en sus juicios, disciplinado, talentoso y de vastísima formación, no deseamos entrar en valoraciones que diverjan de las de él, ya que sin mostrarse contrario al estilo de proceder inglés, en el fondo si habla de esto es porque tampoco compartirá todas las manías de los ingleses. Pero lo que sí queremos resaltar es la idea de lo grande que sería Europa si todos los países hubiesen llegado al consenso monetario con una misma moneda. Hay que dar gracias a los otros grandes (Alemania, Francia e Italia) por entender que Europa es algo más de lo que alcanzan a ver los ingleses desde su pequeña isla, por muy Gran Bretaña que sea.
Estaríamos encantado de conocer a Zalabardo y al escritor una de estas tardes y tomarnos un café juntos. Así podríamos charlar de diversas cosas durante un rato.
Los de La Colina