martes, agosto 29, 2006

LA RESPONSABILIDAD DE SER MODELOS

Por supuesto que no hablo aquí de modelos de pasarela, ni fotográficos ni nada de eso. Lo que ocurre es que Zalabardo me llama la atención sobre el hecho de que trato pocas cuestiones referidas al lenguaje y me meto demasiado en otros asuntos. Me insinúa que se podría hablar, por ejemplo de quiénes tienen la responsabilidad de que la gente, así, en general, hable mejor o peor, de quiénes ejercen mayor influencia sobre sus hábitos expresivos.
Recojo el guante y le digo que lo haré. Y empiezo por tratar de responder la pregunta que me plantea. Sería iluso responder que son los escritores quienes tienen esa responsabilidad, en especial los clásicos y, cómo no, los modernos consagrados. Puede que eso fuese así en otras épocas en las que las circunstancias eran diferentes. Pero hoy tendríamos que decir que esa influencia, y por tanto esa responsabilidad de ser modelos expresivos, ha pasado a ser ejercida por los medios de comunicación.
Tendrían, por tanto, que ser conscientes los periodistas, de cualquier medio (prensa, radio o televisión), de la fuerza que tienen a la hora de crear modalidades expresivas seguidas por el común de la gente. De ahí deriva la obligación que tienen en el momento de usar la lengua, ajustándose lo más posible a la norma y tratando de evitar cualquier vicio idiomático, porque estos pasan rápidamente a ser utilizados por el público al que se dirigen.
Como ejemplo de lo que digo, quiero dejar aquí algunas muestras de errores: un comentarista deportivo, retransmitiendo un partido de fútbol decía que "el meta se ha convertido, gracias a sus paradas, en la figura proverbial de su equipo"; nada que decir sobre el uso de meta, que es una simple metonimia. Pero lo que el periodista quería decir en verdad era que se había convertido en una figura providencial porque su actuación logró que a su equipo le hicieran menos goles.
Otro ejemplo: en una reseña de prensa, el cronista escribía que "la versatilidad de los pivots [...] les costó con inusitada rapidez tres faltas a la defensa contraria". Resulta que versatilidad quiere decir calidad de volverse fácilmente, tener genio voluble e inconstante. De lo que el periodista quería hablar era de la capacidad para desempeñar diferentes tareas o de adaptarse a diferentes situaciones. Eso, en español, se expresa mediante los términos polifacetismo o polivalencia.
Pero los ejemplos surgen en todos los medios. En una serie de televisión, de gran éxito, el protagonista decía a un delincuente: "Sin heroicismos; suelta eso". Que sepamos, en nuestra lengua, el comportamiento valiente o el hecho importante que requiere esfuerzo y valor es una heroicidad, nunca un *heroicismo.
Por fin, en un informativo de una televisión autonómica, el locutor decía que algo había supuesto un impasse de espera, sin tener en cuenta que el galicismo impasse ya significa compás de espera, punto muerto.
No es necesario continuar, aunque la relación de ejemplos sería casi interminable. Basta que deje aquí claro que quien se pone delante de una cámara o de un micrófono, quien escribe para que su texto sea editado y leído por muchas personas tiene una responsabilidad muy grande y no debe ser descuidado con su expresión.

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