No se puede decir que el día sea bueno. Al problema de Líbano se une el cierre de Heathrow por amenaza de atentado y Galicia sigue ardiendo por sus cuatro costados. ¿De qué hablar si ya la prensa y los informativos de televisión han dicho casi todo? ¿Qué puedo decir yo sino dejar aquí constancia de mi rabia? ¿Se puede estar tan loco como para no detener lo que pasa? ¿Es que hay alguien que se mueve precisamente para que las cosas sucedan como suceden y tengamos que soportar la angustia que nos acongoja?
Pero en mis anotaciones anteriores dije que hoy hablaría sobre el uso del término 'canciller', o mejor, sobre el empleo de su femenino 'cancillera'. Vamos allá:
Cuando no hace mucho ganó las elecciones alemanas a la presidencia del Gobierno Angela Merkel, una mujer, se plantearon, al menos en el ámbito de la lengua española, una serie de dudas, o una muy concreta: en alemán, para esa función se utiliza el término bundeskanzler, 'canciller', cuyo femenino es bundeskanzlerin. Pero el diccionario de la Real Academia solamente recoge el término canciller. Ante las dudas planteadas, la RAE abrió durante unos días su página web con una nota informativa que remitía al Diccionario panhispánico de dudas, que estaba entonces a punto de aparecer en las librerías. En él se aclara, en esencia, que la palabra canciller es común en cuanto al género, lo que quiere decir que tiene forma única para masculino y femenino; eso significa, concluía la nota de la RAE, que no es correcto utilizar la forma cancillera.
Tengo que disentir de esa explicación, que me parece simplista y voy a tratar de exponer mi criterio y decir algo sobre las palabras comunes en cuanto al género, que son, como se ha diccho más arriba, aquellas que tienen forma única para masculino y femenino.
Consultando la edición electrónica del dicccionario de la RAE, aparecen como pertenecientes a esta categoría 1327 palabras. De ellas, el mayor grupo es el de las terminadas en -ista, 567 (pianista, malabarista, etc.). Si les sumamos las que tienen otras terminaciones también frecuentes (-ante, -ente, -ata, -eta, -al, -ota...) llegamos a un total de 761, es decir, más del 50%. Para no ser prolijo en exceso, diré que nada hay que objetar a términos como equilibrista, gobernante, adolescente, ludópata, esteta, oficial, patriota, etc. Hay ejemplos de sobra de uso de estas palabras que explican su categoría morfológica.
Pero entre estos nombres considerados comunes (y a los que habría que sumar otros que no son considerados tales), aparecen, o han aparecido alguna vez, algunos que designan oficio, profesión, función o cargo que tradicionalmente han desempeñado hombres y que hoy desempeñan también las mujeres. Veamos algunos casos: para mí, el más notable es el de juez, que el diccionario considera común y, sin embargo, la hace seguir en otra entrada de la forma jueza, que define como 'mujer que desempeña el cargo de juez'. Exactamente igual sucede con fiscal. Otro ejemplo curioso es el de bachiller; en la edición de 1992, el diccionario la recogía como común en cuanto al género; en cambio, en la edición de 2001, ya aparece la forma 'bachiller, -ra', con su categoría gramatical modificada, ya que ahora dice 'm. y f.', es decir, masculino y femenino. Cambios parecidos se han producido con concejal, -la, edil, -la, bedel, -la, etc. Con alguacil pasa algo diferente, puesto que el diccionario la considera común y dice que alguacila es 'la mujer del alguacil'
Y vamos ya con canciller. Me parece que coincidiremos todos en que, salvo en limitadísimos casos, hubo un tiempo en que a la función política (como a la judicatura y a otras funciones) solo se dedicaban los hombres. Hoy la cosa es bien diferente. Nosotros, concretamente, tenemos unaa vicepresidenta (¿verdad que es mejor decirlo así?) y varias ministras y consejeras. Quiero decir, en resumen, que no creo que exista especial problema en utilizar cancillera. Y modificar su consideración gramatical como se ha hecho, por ejemplo, con bachillera. En francés, el término canciller es chancelier, cuyo femenino chancelière designa (según el diccionaario que consulto) 'la mujer del canciller', o sea, un caso parecido al de nuestro alguacila. Pese a todo, los periódicos franceses, al menos Le Monde, que es donde lo he visto, no dudan en llamar a Angela Merkel chancelière, es decir, cancillera, sin ninguna connotación peyorativa. ¿Por qué no vamos a poder hacer nosotros lo mismo?
Como conclusión, pensemos que el diccionario ha de reflejar la lengua viva y no al revés. Por eso los diccionarios siempre van por detrás de los usos. Como debe ser.
Ah, y que Galicia deje de arder; que la amenaza de los terroristas aéreos quede en solamente eso; que Líbano encuentre la paz y los israelíes se retiren; y que la esperanza de un desarrollo sostenible deje de ser mera esperanza y se convierta en realidad.
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