viernes, diciembre 01, 2006

CENTENARIO

Pues sí, aunque pueda parecer mentira, este es el número cien de los comentarios incluidos en esta agenda. No veáis lo orgulloso que está Zalabardo. Ya va quedando algo lejos aquella tarde del mes de agosto en que anotamos la primera observación. Entonces no imaginaba que iba a llegar hasta donde ha llegado. Hubo un momento en que desesperaba porque alguien incluyese su comentario; luego, cuando este llegó y, antes aún, cuando tuvimos plena conciencia de que muchos amigos seguían las deshilvanadas razones que aquí voy desgranando, la sensación fue de miedo y responsabilidad porque ya no podía escribir a la ligera, porque ya no escribía solo para mí (tal como al principio).
Anoche recibí un mensaje electrónico de Pablo Cantos que me conmovió y que me hizo sentir con más fuerza esa responsabilidad. Le contesté de inmediato para expresarle todo mi agradecimiento. Pablo, hombre de cine, entre otras muchas cosas, sabrá de aquel crítico, Alfonso Sánchez, que hizo famosa la expresión compañero y, sin embargo, amigo. A esos compañeros, y sin embargo amigos, que me halagan soportando la lectura de esta humilde agenda quiero dirigir hoy mi comentario.
Porque de amigos y de amistad quiero que vaya hoy este apunte. En el campo del indoeuropeísmo, y manejo como fuentes los ya citados en otras ocasiones Diccionario etimológico indoeuropeo de la lengua española, por un lado, así como Historias de palabras, por otro, existen dos raíces diferentes que han ido a confluir en un concepto común. Se trata, de una parte, de *leubh, que significa 'sentir placer' y que en un momento derivó hacia 'amar'; de ella surgieron, en el campo de las lenguas germánicas, el inglés love, el alemán liebe y el neerlandés gelooven. La otra raíz es *amma, voz familiar para denominar a la 'madre'. De ella se derivó el término latino amare, que expresaba la relación afectiva entre madre e hijo, de donde concluyó finalmente en 'amar'. Amare es la raíz del español amar, el francés aimer, el italiano amare y el portugués amar.
De lo anterior deducimos que amar hunde sus raíces, en el terreno germánico, en sentido de lo placentero, mientras que en el campo románico las hunde en el sentido de lo afectivo. Teoría que me atrevo a defender si miramos que, de la raíz *leubh, tenemos en español las palabras libido, 'deseo sexual' y la poco usada libídine, 'lujuria'.
De amare se deriva amicus, amigo, y amicitia, amistad, de la que el diccionario dice que es el 'afecto personal, puro y desinteresado (como entre madre e hijo, añado yo), compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato'. Todavía en la poesía medieval se encuentran amigo y amiga con el significado de amado y amada.
A cuantos me honran con su amistad, hoy que redacto la anotación número cien de La agenda de Zalabardo, quiero enviarles todo el agradecimiento y afecto de que soy capaz. Gracias, amigos.

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