Cuando veo la cara que me pone Zalabardo una vez que he terminado de escribir el título del apunte, lo tranquilizo aclarándole que no tengo intención de tratar ningún tema relacionado con la astronomía, sino otro bastante menos sidéreo y más de raíz material, aunque pueda jugarse con el doble sentido de las palabras. Porque lo que hoy deseo comentar es el fallo del último premio Planeta de novela que, como ya sabréis todos, ha ido a parar a manos de Juan José Millás, que ha terminado imponiéndose sobre Boris Izaguirre, finalista.
Los premios literarios en España tienen una tradición buena y otra no tanto. Al principio, fueron un acicate y un reconocimiento al esfuerzo de los jóvenes autores, que veían en ellos un modo de extender el conocimiento de sus nombres y de sus obras en un ámbito en el que la literatura no terminaba de estar bien considerada y el oficio de escritor poco reconocido. En esas, en 1945, se creó el premio Nadal y su primera ganadora resultó ser la novela de Carmen Laforet Nada que, juntamente con un título aparecido poco después, La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, abrirían el camino a los que se denominaron novelistas del medio siglo.
Poco después, se creó el premio Biblioteca Breve, en 1959 y el Formentor, en 1960. Fueron la luz y guía de todos los demás. Entre ellos, un andaluz afincado en Cataluña, José Manuel Lara, fundaría el premio Planeta, que terminaría por ser el más de lo más, gracias a su suculenta dotación económica: 40 000 pesetas en su primera edición, 601 000 euros en la actual. Casi nada.
Y en tal circunstancia radica lo bueno y lo malo, según se mire, de dicho certamen, pues el monto de su dotación casi exige que los títulos premiados se conviertan en éxitos de venta, ya que el fin principal de su creador no parece que fuera el de premiar el esfuerzo y genio creador de un plumilla o juntaletras, como despectivamente se llama a los escritores en el mundo de la edición, sino el de alcanzar un pelotazo editorial. El premio de mayor dotación requiere un libro que sea el de mayor índice de ventas. Así de claro.
Zalabardo me pregunta si tengo alguna prueba de lo que digo. Naturalmente, he de contestarle que no, como no creo que la tenga nadie. Pero los indicios parecen abonar la tesis, que sería la siguiente: el ganador habrá de ser cada año un escritor mediático; si a la vez surge algún escándalo o momento de tensión entre el jurado, mejor que mejor, y el finalista no debe quedarle muy a la zaga. O dicho en plata: que sea un premio por encargo, pero sin que se note, aunque se sospeche. La lectura de la lista de los ganadores en los últimos años, parece abonar la tesis, con nombres como Cela, Vargas Llosa, Bryce Echenique, Skármeta, Álvaro Pombo... Autores, muchos de ellos, que, aun estando en la órbita del Planeta, no necesitan de ninguna clase de premio para ser leídos, y que se convierten en reclamo para que el libro sea comprado por quien no acostumbra a adquirir ningún otro.
Este año, la jugada parece diseñada por un maestro de la estrategia: Millás, ¿quién duda de su calidad?, más conocido por el gran público por sus colaboraciones en radio, televisión y prensa, y el inefable Boris Izaguirre, monstruo mediático, glamuroso y rompedor de tabúes donde los haya. Le confieso a Zalabardo que, con este panorama, una duda me queda: quién venderá más libros, el finalista o el ganador. En cualquier caso, quien de verdad va a ganar es el editor.
Ah, Zalabardo me recuerda que pida disculpas por una errata deslizada ayer: el título del documental de Al Gore es Una verdad incómoda, y no Una verdad inquietante como allí se escribía. Dicho queda.
1 comentario:
Ha sorprendido a muchos críticos y seguidores del Planeta la decisión del jurado de hace dos días. El ganador, Juan José Millas, periodista de El Faro de Vigo, ha volcado en su obra "El mundo" sus propias vivencias de la adolescencia con "pudor", razón por la cual en lugar de prepararla para una edición normal, la presentó a un concurso con el título de "A ciegas", y la firmó bajo el seudónimo de Tiresias. Tiresias es un personaje mítico, mediador entre hombres y dioses, que reúne dos condiciones contrapuestas: es vidente y ciego.
Será por ello que, para muchas opiniones, la novela ha sido escrita a ciegas, como dice su autor, pero el premio parece haberse concedido a las claras, lo que no ha dejado de sorprender.
Los de la Colina
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