TRATADO DE URBANIDAD
El pasado viernes por la mañana, me decía Javier López que creía saber cuál sería el tema del apunte de aquel día en esta agenda que tan amablemente me cede Zalabardo. Me extrañó su predicción porque, si bien es verdad que en ocasiones, ya lo he dicho, se me acumulan los asuntos y me cuesta decidirme por alguno de ellos, lo cierto es que son más las veces que me siento ante la pantalla sin tener una idea clara de qué tema tratar.
El tema que pronosticaba Javier era el del dvd que las Juventudes Socialistas han grabado con el fin, dicen ellos, de promocionar la enseñanza de la nueva materia Educación para la ciudadanía, aunque el fin más profundo, digo yo, es el de ridiculizar al PP. Zalabardo y yo ya habíamos hablado del tema y ambos coincidíamos en considerarlo un producto que no merecía darle más importancia de la poca que tiene.
Pero después de aquello, Zalabardo ha vuelto a plantearme el asunto y veo que ha cambiado un tanto de opinión, haciendo también que yo me replantee la mía. En este segundo análisis ya no nos ha parecido tan inocuo; incluso Zalabardo ha utilizado, para definirlo, los adjetivos inicuo y zafio. Le he preguntado la razón de su cambio de opinión y me ha respondido que si bien actuar en favor de una idea es siempre digno de elogio, cree que nada hay peor que hacerlo no ya por el bien de algo sino buscando el mal para algo o alguien. Que ninguna defensa de una idea justifica el insulto y la humillación de quien mantenga la contraria. Y concluye con que, aunque vivimos en una sociedad en la que, sobre todo en política, parece imperar el principio de "al enemigo ni agua", él siente que encaja más en aquel otro ambiente, tal vez más romántico y por ello también más iluso, en el que se prefiere tener adversarios en lugar de enemigos.
Entonces recordé algo que no sé si he contado con anterioridad, pero que a Zalabardo no se lo había relatado nunca. Hace años, se avecinaba una elección para cubrir la dirección del instituto, un grupo de compañeros me citó a una reunión en la que se iba a hablar de tal circunstancia. Llegados al lugar de la cita, supe que el fin de la reunión, así de claro se dijo, era diseñar una candidatura fuerte que impidiese el triunfo de la otra que ya había. Al momento expuse mi opinión: estaba dispuesto a colaborar en cuanto significase buscar un mejor funcionamiento del instituto, pero me negaba a trabajar con el exclusivo objetivo de poner la zancadilla a nadie. Y me marché de allí. Lo que pasó después lo saben los pocos que aún quedan de aquella época.
Zalabardo reflexiona un momento sobre lo que le he contado y me dice que las cosas de ahora, como eso del dvd, suceden porque, aunque se pretenda enseñar ciudadanía, se carece de urbanidad. Le pregunto si acaso no son la misma cosa, la ciudadanía y la urbanidad, y me responde que, aunque debieran serlo, no lo son. Se levanta, sale, y regresa hasta mí con un librito en la mano. Me alarga el diminuto volumen ajado por el uso y veo que es un Pequeño tratado de urbanidad. Lo abro y en leo en la primera página: "¿Qué es urbanidad? El conjunto de reglas a que debemos ajustar nuestras acciones para hacer amable nuestro trato en sociedad." Lo cierro y se lo devuelvo. Me dice que lo que pasa es que ahora hay demasiada crispación. Que hemos llegado a un nivel en el que todo vale, el insulto, la insidia, la mentira, lo que sea, con tal de robarle un voto, un elogio, un mérito a los demás. Le planteo si no cree que ese es un juicio negativo en exceso, si no habrá alguna excepción a lo que dice. Me responde a su vez con una pregunta: si creo que hay otra razón más fuerte por la que él no se sienta ligado a ningún grupo o partido. Pero habrá que defender alguna idea, trato de razonarle, y me interrumpe: claro que sí, siempre que esa defensa no suponga perder el respeto por los que piensan de forma diferente. Mis ideas son mías, concluye, y ningún partido tiene derecho a apropiarse de ellas para manejarlas según las conveniencias de cada instante.
2 comentarios:
¡Qué hermosas columnas le están saliendo en los últimos días, escritor! Los de La Colina creemos que será difícil que usted supere la de hoy. Queríamos entresacar algunas de sus frases para hacer el comentario de hoy pero, como dice Rogelio, ¿cuál sacamos, si es imposible no quedarse con todas?
¿Qué le pasa a la sociedad actual? ¿Es que todos estamos crispados? No puede ser, no al menos los que mantenemos cierta independencia política para no ser de ningún bando. Pero no queremos privarnos de entresacar al menos una: "Que ninguna defensa de una idea justifica el insulto y la humillación de quien mantenga la contraria." La grabaremos en el marmol de la entrada, debajo de "La Colina".
A nosotros se nos ocurre otra cosa: ¿Cómo se podría hacer llegar reflexiones como la de hoy a los que nos gobiernan? Dice Rogelio que él también haría llegar la reflexión de ayer a todos los despachos donde haya alguien de educación, de directores para arriba. Por algo será.
Esa reunion que cita pudo ser por el año 91 cuando yo estaba haciendo COU en el Picasso. El revuelo que se organizó transcendió a los alumnos gracias a algunos profesores que no le importó despotricar de la otra candidatura en clase delante de los alumnos.
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