Esta expresión, con esa forma o con otra más de corte humorístico, Saber más que Lepe, Lepijo y su hijo, figura en el DRAE desde 1884 y no tiene nada que ver con el pueblo de Lepe, sino con un personaje del siglo XV, don Pedro de Lepe, obispo de Calahorra y autor de un Catecismo católico en el que, al parecer, se podía encontrar respuesta a una multiplicidad de preguntas. Pues bien, la expresión aparece en el diccionario con el sentido de 'ser muy perspicaz y avisado'.
Existen en nuestra lengua más expresiones que intentan destacar la sapiencia de alguien. Por ejemplo, Saber más que Calepino, en recuerdo de un humanista italiano, Ambrosio Calepino, nacido en 1440 y muerto en 1510, autor de un célebre Diccionario latino. O Saber (o escribir) más que el Tostado, que aludía a don Alonso de Madrigal (1400-1455), doctor en teología, filosofía, derecho civil y canónico, griego y hebreo y autor de una obra escrita en latín que ocupaba 15 gruesos volúmenes.
De otro tono es Saber latín, que se aplica a quien es 'astuto y muy avisado'. Y también ponderativa es esa frase socrática Solo sé que no sé nada, que a mí me gusta menos porque su supuesto autor la utilizaba para, fingiendo saber menos que su interlocutor, hacerle luego reconocer sus errores. En cualquier caso, creo que todas estas expresiones pretenden más de lo que en verdad significan. Como igualmente dudo de que sea cierto lo de que más sabe el diablo por viejo que por diablo, escudo tras el que se esconde quien muchas veces no tiene otra cosa que años; y ya sabemos eso de juventud, divino tesoro...
Como Zalabardo ya está nervioso y me exije que aclare adónde quiero ir a parar, no tengo más remedio que contestarle, puesto que él es así. Le digo que hablo de todo esto porque hace unos días Lola nos planteaba una duda sobre sintaxis y ayer me abrumaba cuando manifestaba "¿Qué habréis pensado de mí, por hacer ese tipo de pregunta?". Yo simplemente sonreí y no le contesté, primero, porque no pensé nada, al menos nada negativo; y segundo, porque siento vergüenza de que cualquier persona insinúe que yo puedo saber más que ella. Al contrario, alabo a quien está libre de ese falso pudor que nos lleva, en ocasiones, a ocultar nuestras dudas ya que solo quien abiertamente expone lo que desconoce puede ser dueño de lo que sí domina.
A quien me hace una pregunta, suelo rogarle con frecuencia: "Que sea fácil", y a quien me dice que tiene una duda, le contesto: "¡Qué suerte, solo una!". Ante la primera respuesta, los alumnos creen que estoy haciendo un chiste, porque ellos tienen la falsa conciencia de que el profesor ha de ser un individuo omnisciente, cosa bien lejana de la realidad. Y con la segunda quiero dejar claro, sin que ello se pueda considerar falsa humildad, la desconfianza en mi bagaje de conocimientos, siempre dispuesto a ser revisado y modificado.
Por eso me gustan las personas que, como Lola, no tienen empacho en exponer cualquier duda que se les presente. Y es que, por eso mismo, siento aversión hacia los muchos Lepes, Calepinos y Tostados de pacotilla que circulan por ahí. De ellos me dice Zalabardo que más que saber latín son sabeores de Carche, como llaman en tierras de Jaén a quienes presumen más de la cuenta de lo que no son o de lo que ignoran.
1 comentario:
Apreciado profesor:
Me da mucha alegría el comprobar que aún se acuerda de mí, no sabe lo que se lo agradezco. Usted también me ha correspondido con mucha amabilidad.
No crea que no sigo su agenda. Es cierto que dispongo de menos tiempo con los exámenes y le tengo algo abandonado, pero le aseguro que cada fin de semana, por lo menos, me pongo al día.
No es que últimamente no tenga nada que consultarle, es que me da apuro, aunque por otro lado también siento algo de tristeza por los pocos comentarios que recibe frente a la calidad literaria y linguística de su agenda, sin olvidarme de las muchas citas y documentación que aporta. ¡Ah!, y antes de que se me olvide, especialmente me encanta esa y simpática relación que mantiene con su ¿amigo? Zalabardo.
Como ve, no le olvido, pero los días cada vez parecen ser más cortos porque yo no doy abasto.
Saludos profesor.
Mari Paz.
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