jueves, septiembre 13, 2007


EL ORIGEN DE LAS PALABRAS (Sobre conejo y comadreja)
Hablábamos Zalabardo y yo un día de los extraños caminos por los que van surgiendo las palabras, de las razones que nos llevan a los humanos a designar de una o de otra manera las realidades del mundo en que vivimos. En un momento de la charla, no sé si fue él o fui yo, uno de los dos sacó el tema de los tabúes y los eufemismos. Hace unos días ya expliqué aquí cómo el tabú nos lleva a evitar nombres que consideramos que no pueden ser mencionados porque algún tipo de prejuicio (religioso, social, sexual, etc.) nos lo impide. Para saltar tal situación, tendemos entonces a utilizar otros nombres en su lugar; estos nombres son los que denominamos eufemismos. Por ejemplo, un supersticioso emplea el término bicha para hacer referencia a una serpiente.
Sobre este asunto, leía hace días un capítulo del interesante libro de Louis-Jean Calvet que lleva por título Historias de palabras; en él se planteaba la cuestión de si el término conejo, cuniculus en latín, es un tabú, cosa que jamás se me hubiese ocurrido. En efecto, ya Menéndez Pidal, en su Historia de la Lengua española nos cuenta que Plinio daba cuniculus como palabra hispánica que los latinos adoptaron. Pero resulta que dicha palabra no significa en principio otra cosa que 'galería subterránea', por lo que el animal queda designado con el nombre del lugar donde habita, es decir, un fenómeno de metonimia. Y sigue diciendo Calvet que son muchas las lenguas en las que se desconoce el origen de un término diferente a conejo y se emplea el derivado de cuniculus. Cita, entre otros, el italiano coniglio, el catalán conill, el portugués coelho, el inglés cony y el alemán Kanichen. ¿Qué llevó a los diferentes pueblos a utilizar ese nombre?
Entonces recordé un libro que tuvimos que trabajar en la Facultad: Lengua y cultura, de Gerhard Rohlfs. Hay un capítulo dedicado al reflejo de las creencias en las lenguas. Y nos cuenta que, en muchos idiomas, el nombre dado al mustérido que nosotros llamamos comadreja (Mustela nivalis) se forma, tal como entre nosotros (pues la palabra significa 'comadre pequeña'), con eufemismos relacionados con el concepto de 'belleza' o de 'mujer joven'. Aunque sea una lista algo prolija, me perdonaréis que la dé: en francés, belette, 'guapita'; en inglés, fairy, 'bonita'; en danés, kjoenne, 'bella'; en rumano, nevastuica, 'joven esposa'; en el dialecto de la antigua ciudad yugoslava Gottschae, práitele, 'pequeña novia'; en húngaro, menyet, 'nuera'; en albanés, ljaljese, 'cuñada'; en italiano, dònnola; en portugués, donihna; en gallego, donociña, 'señorita' estos últimos. Y explica esta coincidencia diciendo que todas estas designaciones encuentran su explicación en una antigua superstición, según la cual la comadreja está provista de fuerzas misteriosas.
Yo no sé si será verdad o no lo anterior, pero Esopo cuenta una fábula, Afrodita y la comadreja, que, en resumidas cuentas, dice así: Había una vez una comadreja que se había enamorado de un joven llamado Arístides y, como este no reparaba nunca en ella, solicitó a Afrodita que la convirtiese en mujer, cosa a la que accedió la diosa. Cuando Arístides conoció a tan bella joven, se enamoró rendidamente de ella y la solicitó en matrimonio. Cuando se hallaban en el lecho nupcial, Afrodita quiso probar si la condición de la joven se había modificado al cambiar de estado; hizo aparecer en mitad de la habitación un ratón. Entonces, la joven abandonó los brazos de Arístides y se lanzó sobre el ratón. Afrodita la castigó haciéndola recuperar su estado primero.
¿No es verdad que podríamos encontrar suficientes concomitancias entre la historia de Esopo y la denominación de la comadreja en diferentes lenguas?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo de la comadreja de Afrodita es como el pelo de la dehesa: con el paso de los años te puesdes quedar calvo, pero ese nunca se cae.
Afortunadamente, a esta hora está lloviendo en la provincia y esto es como una bendición.
El viejo de la colina