martes, septiembre 18, 2007


¡MUERTE A LOS ARTÍCULOS!
Pertenecer a la vieja escuela es una expresión que se utiliza para dar a entender que alguien ajusta su vida a unos modos, usos y costumbres propios de un tiempo ya pasado. No voy a salir ahora con aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, ni mucho menos; hasta casi estaría por decir que me uno a quienes propugnan que cualquier tiempo por venir será mejor. Tampoco se piense por ello que voy a presumir de ir a la última, pues, aparte de que no es verdad, tampoco lo considero aconsejable. Una cosa es aceptar lo nuevo (aunque no todo) como natural consecuencia del paso del tiempo y otra diferente pretender disfrazarse con ello. En resumen, lo que quiero decir es que aquello que puede resultar apropiado en Jorge, cualquiera de los dos, o en Mayte, en mí resultaría del todo inadecuado.
Porque, ya queda dicho, yo pertenezco a la vieja escuela, como también Zalabardo. Y no nos sentimos dolidos por ello. Simplemente lo aceptamos. Entre los signos de ese ser de otro tiempo a ambos nos queda, junto a otros, el de preferir el seguimiento de un partido de fútbol por la radio aunque tengamos delante un televisor. Se compatibiliza muy bien; todo es cuestión de bajar o suprimir el sonido de la tele y quedarse con las imágenes al tiempo que se ajustan a los oídos los auriculares de la radio. Pequeñita, eso sí, que en la actualidad se hacen verdaderas maravillas. Es este un resabio del pasado, cuando en aquellos años en los que la televisión no existía seguíamos las incidencias de la jornada del domingo alrededor de una mesa camilla, junto a una radio Marconi de grandes proporciones, mientras comíamos pipas y otras chucherías.
El pasado fin de semana hemos seguido de esta manera (radio y tele a la vez) la jornada liguera. Y escuchando la narración de los diferentes partidos, se me ocurrió el título de este comentario. ¿Habéis reparado en el desprecio que los narradores de estos eventos sienten por los artículos? ¿Quién sería en iniciador de tal desafuero, que ha encontrado una legión de seguidores, tan inconscientes, en este asunto, como él? Según ellos, los delanteros disparan con pierna derecha, los defensas despejan con pierna izquierda, los carrileros se echan a banda derecha o los mediocampistas se hacen dueños de zona de tres cuartos del equipo contrario. ¿Dónde aprendieron la gramática?
Hay lenguas que carecen de esa categoría de palabra llamada artículo y el mismo latín carecía de ella. Pero el castellano no. Necesitó de él cuando se deshizo la flexión de caso del latín. Primero sirvió para destacar al sujeto; luego se fue incorporando a otras funciones. De hecho, se puede reconocer la antigüedad de una población por su nombre: Molinos de Duero, por ejemplo, es una población anterior a Villafranco del Guadalquivir. La ausencia/presencia del artículo lo delata. Pero no procede hacer aquí una historia del artículo. Digamos solamente que en nuestra lengua funciona básicamente como presentador y actualizador de los sustantivos. Si yo digo Había una casa en el campo, una, artículo indeterminado, introduce el concepto casa en mi discurso. En adelante, una vez introducido, ya únicamente utilizaremos el actualizador la, artículo determinado: En la casa vivía una familia...
Pero para el comentario de hoy interesa más saber que la ausencia o presencia del artículo no es cuestión baladí. Por lo pronto, es necesario en los nombres comunes, es decir, los que designan una pluralidad de seres de la misma especie; los propios no lo necesitan. Y así, la presencia del artículo nos permite tomar el nombre en su individualidad o existencia independientes (Ha venido el médico, La madre dijo..., etc.). En cambio, su ausencia nos remite a un sentido indefinido o partitivo, a la esencia de los conceptos expresados y no a la existencia (Buscaba médico de cabecera, Tener casa es importante...). Resumiendo, la ausencia de artículo nos designa algo que desconocemos aún, mientras que su presencia señala algo concreto y ya conocido. Notemos que no es lo mismo decir Juan busca novia que hablar de La novia de Juan.
Así que esos caballeros del micrófono ya podrían ir hablando de la pierna derecha, del brazo izquierdo, el círculo central, la banda izquierda y todo lo demás. Cada cosa, con su artículo correspondiente, porque aunque sea moda que parece no haber calado todavía en el resto de la gente, nadie nos garantiza lo que pudiera suceder en un futuro. Y para terminar: me señala Javier que los apuntes se van haciendo un poco más largos. Tiene razón. Procuraré ser más conciso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

... "hasta casi estaría por decir que me uno a quienes propugnan que cualquier tiempo por venir será mejor". Es bueno ser optimista pero no se olvide que en muchos aspectos, por desgracia, lo que está por venir no puede ser mejor. ¿Se lo preguntamos al planeta? En clave medioambiental, vamos de mal en peor y si no frenamos las emisiones de CO2, irá todavía peor. Estoy convencido de que usted lo sabe de sobra. Y si eso va mal, otras muchas cosas irán igual de mal (falta de lluvias, escasez de alimentos y recursos naturales, etc.). Y a los cada vez más cálidos veranos, habrá que añadir las golondrinas, las que cuelgan los nidos del balcón y las otras.
Supongo que lo del ánimo depende del día.
El viejo de la colina.