jueves, septiembre 06, 2007



LA LEY DE MEMORIA HISTÓRICA

Cuando hace unos días leía en la prensa las objeciones que CiU y otros partidos hacen al contenido de la llamada Ley de la Memoria Histórica, aunque su nombre no sea ese sino otro, y para cuya aprobación el Gobierno está encontrando tantas reticencias que parece difícil que pueda salir adelante, le expresé a Zalabardo mi deseo de leer el articulado de dicha ley para así poder conocerla de primera mano.
Tengo que reconocer que Zalabardo torció el gesto y dijo entre dientes algo que no llegué a entender en su totalidad pero que, por el tono, interpreté más o menos como deja las cosas tal cual están y no te metas donde no te llaman, que no sé cómo te las ingenias siempre para involucrarte en estos berenjenales y luego se arma la que se arma.
Sin hacer caso de sus avisos, antes molesto porque me aconsejara no leer un documento que, si llega a aprobarse, pudiera tener bastante trascendencia, solicité a Google que me localizara la tal Ley y, con interés y sosiego, me he leído la exposición de motivos, los veinticinco artículos, las cuatro disposiciones adicionales y las tres disposiciones finales del proyecto de ley elevado al Consejo de Ministros con fecha de veintiocho de julio de 2006.
Si soy sincero, tengo que decir que al concluir la lectura me surgió una duda: si exponer la impresión que la lectura me ha provocado o limitarme a criticar algunas cuestiones del léxico del texto, como el empleo del verbo inadmitir en lugar de rechazar o del adjetivo supérstite en lugar de sobreviviente. Pero como mi intención primera era la otra, allá voy.
Para empezar, tengo que decir que una ley que, como esta, pretenda la superación del ya tan añejo, por los muchos años, conflicto que ya Goya reflejó a la perfección en su cuadro Lucha a garrotazos, el eterno enfrentamiento entre Caín y Abel, esa lacra infame de las dos Españas, quiero decir, que persiga acabar con las secuelas que nuestra guerra civil última dejó en tanta gente, debiera ser más clara, firme, contundente y, sobre todo, imparcial, para que pueda ser dicho de ella que es una verdadera ley de punto final, que es lo que se pretende. Pero, tras la lectura, siento como si en su redacción hubiera habido algo de miedo y el resultado da la impresión, me la da a mí, de ser un texto algo sesgado, por insuficiente.
Me explico: considero endeble la redacción del artículo segundo, referido al reconocimiento de quienes quedan afectados por la ley. La condena debería alcanzar, sin exclusión de ninguna clase, a las barbaridades cometidas por ambos bandos contendientes. Doy un ejemplo de por qué digo esto: siempre se ha presentado como muestra evidente de la cruel represión ejercida por los levantados contra la República el asesinato de García Lorca la noche del 17 al 18 de agosto de 1936. ¿No deberíamos también recordar la muerte de otro poeta, el malagueño José Mª Hinojosa, que tras ver cómo su casa era saqueada y quemada, igual que tantas otras, por milicias anarquistas incontroladas, fue fusilado el 23 del mismo mes y año, sin formación de causa y sin juicio? Situaciones como la de estos dos poetas fueron vividas, desgraciadamente, por muchos inocentes sin nombre conocido que cayeron víctimas de la barbarie de aquella guerra civil.
Como no quiero ir artículo por artículo, me limitaré a decir que considero justa la petición de CiU, en la línea del párrafo anterior. Como me parece justo que se ahonde más en las peticiones que se hacen sobre el tratamiento de los juicios franquistas. Bien está silenciar el nombre de los jueces, pase, pero se podría avanzar algo más hacia la nulidad de tales juicios y no declararlos simplemente ilegítimos. ¿Por qué, aunque se cree un Centro Documental de la Guerra Civil, no se devuelven a sus legítimos propietarios determinados documentos, como los pertenecientes al Gobierno Vasco? Ya se hizo lo mismo con la Generalitat. Habría que ser también más firmes con todo lo que sean símbolos y monumentos que recuerden la guerra solo desde una perspectiva y, sin derribarlos, los edificios, convertirlos de alguna manera en centros de superación del conflicto.
Hay algunas cuestiones más de la ley que considero mejorables, pero me extendería ya demasiado. Le pregunto a Zalabardo, por fin, si cree que este apunte será tan conflictivo como me pronosticaba. Se lo piensa un poco y dice que está de acuerdo con casi todo lo dicho. Y ahí se queda, sin aclarar ese casi. Así que lo dejo yo también y no le insisto más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es usted un valiente. Ha sido capaz de bajar la ley de internet, leerla con atención e interés y hacer una valoración objetiva de ella. Creo que su esfuerzo debería reconocerse algo más escribiendo otro apunte en donde detallara otros aspectos de la ley. Valdría la pena.
Por mi parte, sólo por la información indirecta que nos ha llegado de ella, tenía una impresión similar a la suya y coincido con su valoración personal. Por tanto, está claro que salvo enmiendas a la totalidad y, en particular, al espíritu bajo el cual se ha redactado, la ley nunca llegará a ser una verdadera ley de memoria histórica, porque está escrita de modo revanchista, sesgado y parcial.
Y es más. ¿Por qué gobiernos anteriores, con mayoría absoluta, no han consagrado ningún esfuerzo a estos temas? ¿Por queé la ley no salió con el primer gobierno de González? Hay muchas prisas por sacar la ley adelante cuando en realidad, con la guerra civil, perdimos todos.
El viejo de la colina