NACE UN PERIÓDICO
El pasado miércoles, día 26, un nuevo periódico hizo su aparición en los quioscos. Público, que ese es su título, viene a sumarse a la diaria oferta que se pone a nuestra disposición. Zalabardo dice que este nacimiento es un soplo de aire fresco. Esta mañana, yo mismo trataba de inculcar en la mente de mis alumnos de Medios de Comunicación la idea de que la información es lo que de verdad nos hace libres, porque solamente estando informados, bien informados, seremos capaces de optar por aquello que más nos conviene. Nunca por mucha información que haya debemos considerarnos hartos.
Le recuerdo a Zalabardo que nosotros, dada nuestra edad, hemos visto aparecer, y desaparecer, muchos periódicos. Lo segundo es siempre algo difícil de sobrellevar, especialmente en determinadas circunstancias. Muchos de vosotros no os acordaréis ya del diario Madrid. Se había fundado este en 1939 y sobrevivió hasta 1971. Hacia 1966 logró reunir un grupo de buenos periodistas en torno a la dirección de Antonio Fontán y se convirtió en un claro referente de las aspiraciones aperturistas que despuntaban en los últimos años de la dictadura. Eso le granjeó la inquina del Gobierno, que lo atosigó con suspensiones hasta que, al fin, con la excusa de que pasaba por dificultades económicas, consiguió forzar su cierre definitivo. La voladura del edificio de su sede, en 1972, supuso una fuerte herida a la libertad de expresión y al derecho de los ciudadanos a recibir una información veraz. Otro cierre sentido, en 1980, fue el de Informaciones, que había abierto en España el camino hacia una nueva forma de hacer periodismo de investigación.
Público, que nos ofrece sus páginas desde el pasado miércoles, lo hace con una declaración de intenciones digna de ser bien recibida. Uno de sus editores declara que el nuevo periódico es "progresista, popular, de izquierda, demócrata radical, pluralista, crítico, pero respetuoso." Y en el cuadernillo especial que el primer número incluía se exponía que su compromiso "es con los lectores, no con gobiernos, ni partidos ni grupos de poder" y que pretende "ser reflejo de un periodismo independiente" que aspira a contribuir a conseguir "una sociedad más justa, abierta, equitativa, solidaria y libre."
No es poco prometer. El tiempo, que rige todas las cosas, acabará por ponerlo en su debido sitio. Mientras tanto, vale la pena que le demos la bienvenida y le hagamos un lugar entre nuestras lecturas. Que se gane nuestra confianza es ya harina de otro costal. Demos tiempo al tiempo.
1 comentario:
Dice Rogelio, un maestro jubilado de La Colina que pasea habitualmente con nosotros y a quien debemos la mayor parte de nuestra información sobre educación, que él nunca fue partidario de inculcar nada en las cabezas de sus alumnos, para que fueran libres de verdad. “Si mi opinión es partidista o sesgada, dice Rogelio, y, no obstante, la inculco en los chavales, entonces extenderé mis errores incluso sin darme cuenta”. Nos entusiasma Rogelio por ser igualmente crítico tanto dentro como fuera.
Seguimos con Público. Autodefinido como “progresista, popular, de izquierda, demócrata radical, pluralista, crítico, pero respetuoso”, parece pretender inculcar algo más que información en los lectores. ¡Qué novedad!, también se declara progresista, como si eso fuera un don divino que solo lo reciben unos pocos elegidos. Pues no. Según el diccionario, de lo que el escritor sabe lo suyo, “progresista se dice de una persona o colectividad con ideas avanzadas, y con la actitud que esto entraña” (“también de un partido liberal de España, que tenía por mira principal el más rápido desenvolvimiento de las libertades públicas”). O sea que progresista somos todos, hasta los viejos, porque todos tenemos ideas avanzadas y la actitud correspondiente. Y acabo con un proverbio, como le gusta al maestro, “dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”.
El viejo y sus amigos de la colina
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