miércoles, mayo 09, 2007

HETERODOXOS

No hace demasiado que yo le decía a José Francisco que llevo un tiempo en que me dedico más a la relectura que a la lectura porque no cae en mis manos un libro que de verdad me interese, me ate y me atraiga de manera que no pueda dejar de leerlo hasta llegar a su última página. Y le decía que no sabía si ello es consecuencia de la literatura del momento o una simple consecuencia de los años. No recuerdo si la conversación surgió con motivo de la reedición conmemorativa de Cien años de soledad o la razón fue diferente.
Pero hace unos días he terminado de leer Manual de literatura para caníbales, de Rafael Reig. De este libro, cuya primera edición es de hace poco más de un año, no he tenido conocimiento hasta que lo he visto expuesto en la Feria del Libro que hemos celebrado recientemente en el instituto. Va por su tercera edición. ¿Es una novela? Yo diría tal vez que no, que lo de novela es solamente una cobertura tras la que se oculta otra cosa. ¿Es, acaso, un manual de literatura? Pues diría que, pese a su título, tampoco, porque, por lo general, tenemos una noción diferente de lo que una historia de la literatura debiera ser.
Y, sin embargo, el libro es una aproximación novelada al periodo literario comprendido desde el Romanticismo hasta nuestros días. Eso sí, de una manera irónica, desenfadada, sin dejarse ni acobardar ni impresionar por ningún libro, momento ni autor. Es un libro irreverente escrito por una persona que demuestra poseer un conocimiento profundo de nuestra literatura. Lo novelesco del libro, la historia de Ignacio Belinchón, poeta neoclásico que compone odas cuando ya la fiebre romántica triunfaba, circunstancia que se repetirá con su hijo, y con el hijo de su hijo, y con el hijo del hijo de su hijo hasta llegar al día de hoy, ese deseo de destacar que mueve a los Belinchones y que siempre les pilla demodés, cuando ya es tarde, no es sino la cáscara tras la que se oculta un análisis serio, pero heterodoxo, de nuestra literatura. Durante la lectura, de vez en cuando le daba a leer a Zalabardo algún párrafo concreto. Y él dice que lo ha pasado tan bien como yo.
El tono de la obra se adivina ya cuando, casi al principio dice que "la literatura no es más que un tipo que está en su casa y se pone a escribir en pijama." O que, a partir del Romanticismo, "la historia de la literatura se convertirá en la historia de los movimientos literarios: una carrera de relevos que se disputan los equipos de la Vuelta a España." O que "en vida de Cervantes, sin ninguna duda el premio Cervantes se lo habrían dado siempre a Lope de Vega." O cuando al último Belinchón un editor le dice que ya no se escriben libros, que ahora los libros se producen. ¿Y qué historiador de la literatura diría eso de que "siendo aburrido, Javier Marías no se parecía gran cosa a Benet: los de Marías eran tostones de fabricación casera, casi artesanal, a menudo incluso legibles?"
En 2003, otro profesor de literatura, el granadino Antonio Enrique había tratado de contar en si libro Canon heterodoxo una historia de la literatura que atendiera a los aspectos más olvidados de los cánones oficiales de los planes de estudio. Este Rafael Reig, asturiano y profesor de literatura también, es más un heterodoxo que se propone contarnos una historia de la literatura desde una óptica diferente, irreverente, como he dicho antes. Vamos, para que no nos la tomemos demasiado en serio. Y sin embargo, hay páginas que conmueven, como aquellas que presentan los últimos días de César Vallejo.

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