viernes, mayo 11, 2007

LA VIGA EN EL PROPIO

Nunca negaré que Zalabardo es un perfecto punto de apoyo al que recurro cada vez que tengo necesidad de ayuda. Él me conoce quizá mejor que yo a él porque, como a veces me repite, su única actividad es la de observar qué hacen y cómo son los demás. Retirado desde hace mucho de la vida pública es una especie de Diógenes que permanece sentado junto a su tonel sin esperar nada especial, de nada ni de nadie. Zalabardo ni tan siquiera dirá eso de échate a un lado, que me quitas el sol, que, según se cuenta, exigió el filósofo a Alejandro.
Zalabardo es quien muchas veces me aconseja, quien me llama la atención sobre algo que he escrito, aunque he de reconocer que en ningún momento me ha impedido incluir algo en su agenda, aunque ello pudiera ir contra alguno de sus principios. Eso, sí, a toro pasado me hace observaciones en el tono de "no deberías haber dicho eso", "hubiese estado mejor utilizar otro tono" y cosas por el estilo. Y hoy, precisamente, me ha amonestado, sin acritud, por lo que él considera en estas notas que se acerca a eso de ver la paja en el ojo ajeno. Me dice que es una actitud muy nuestra, de los profesores (y no sé si en ese "nuestra" se incluye él mismo, porque la verdad es que nunca he sabido cuál fue su ocupación anterior a esta de observador).
Esa actitud consiste, sigue diciendo, en creer por nuestra parte que siempre llevamos la razón, aunque solo sea por eso de que somos los enseñantes y los demás son los enseñados. Como casi siempre que hablo con él, todo surgía a raíz de un caso cconcreto. Esta vez se trataba de que yo le comunicaba el enfado que me produce que muchos de nosotros nos quejemos del bajo nivel de los alumnos, y, en general, "de la gente", sin tener en cuenta que el origen del defecto está en nosotros mismos.
Un ejemplo. La mayoría de los profesores de las demás materias se dirigen a los de lengua y parecen pedirnos cuentas de que los alumnos tengan mala ortografía, como si la corrección de tal deficiencia fuese únicamente competencia nuestra. Y a estas personas que actúan así, los denunciantes, no los denunciados, ¿quién les dice que la culpa, en gran medida, es nuestra, porque somos para ellos malos ejemplos? Veamos un caso que me ha dado a conocer José Manuel Mesa. Como somos un centro TIC, se nos acaba se instalar el programa iTALC, que es una herramienta que se pone a disposición del profesor para controlar (en el buen sentido) el trabajo de clase cuando se usan los ordenadores. Pues bien, al abrir el citado programa aparecen unas mínimas instrucciones de empleo, en la que, junto a un uso, creo que correcto, de algunas expresiones en inglés, se desliza, y no una sino dos veces, el giro *hechar un vistazo; así, con esa h que hiere la vista. ¿Quién ha revisado dicho programa antes de otorgarle vía libre?
Errores, de esa o semejante naturaleza, los cometemos continuamente, por desgracia. Buscando información para saber el significado de logear, encuentro un artículo en el que se puede leer *he perpetrado un invento, sin tener en cuenta que perpetrar significa 'cometer o consumar un delito'; *pero no te lanzes, con olvido de que la z se utiliza tan solo delante de a, o, u, salvo en muy contadas excepciones que todos sabemos; o este artículo está orientado a D..., cuando lo que se ha querido decir es que se dirige a o se escribe pensando en. Claro que en nuestros claustros también se oye con frecuencia eso de *reuniones a nivel de tutores, pongo por caso, en lugar de decir reuniones de o entre, sin ese incomprensible a nivel de. Y en el parte de incidencias diarias, alguien denunció en una ocasión el apsentismo de un determinado alumno.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta eso de que de cuando en cuando nos aclare cosas de Zalabardo. Para mi es un gran misterio, una intriga que me acompaña siempre. Esta agenda me tiene enganchado como si fuera un culebrón. Me intriga ese Zalabardo que da nombre a la agenda que usted escribe.
¡Ahora resulta que no sabe nada de Zalabardo antes de esta profesión de observador! El suspense ha llegado al máximo: si no lo sabe usted, ¿quien lo sabe? ¿Y por qué no le ha preguntado ya a Zalabardo estas cosas? ¿A qué espera?.
Ambos, Zalabardo y usted (que me tiene más liado cada día), parecen personajes legendarios, de otra época. Hablan con objetividad, con pundonor, se comportan como caballeros de los de antes, de los auténticos, de los que dicen lo que piensan sin acritud, sin pretender ofender, y lo dicen sin esconderse porque piensan que la verdad está por encima de todo, y están convencidos de que hay que tener opinión de cuanto nos rodea por una necesidad natural de conocerlo todo, una curiosidad imperecedera, un afán de superación, entrega y trabajo que pocas veces tiene paragón.
Espero seguir descubriendo más cosas de Zalabardo.
Un admirador.