viernes, mayo 18, 2007

LOS OTROS

Leía ayer una entrevista con Günter Grass, que, casi octogenario ya, en su último libro, Pelando la cebolla, próximo a editarse en España, habla de cómo a los 17 años había ingresado en las SS hitlerianas. Aunque había hablado de ello años atrás, ha sido ahora cuando su confesión ha hecho que sobre él recaiga un alud de duras críticas que el autor, según sus propias palabras, le ha sido posible superar gracias a no haber abandonado su trabajo y al apoyo de su esposa. De nada ha servido que haya tratado de explicar, no de justificar, qué le llevó a ser seducido por aquel sistema, como tanta gente de su generación, sin haber adoptado ninguna actitud crítica. Y cuando se le pregunta por el debate que se pretende abrir en España acerca de la memoria histórica, opina que dicho debate es necesario porque la juventud no debe permanecer ignorante ante su propia historia. Poco antes, dice tener interés en la reacción de los lectores españoles ante su libro porque aquí hemos vivido unos hechos comparables a los que vivió él: una ideología muy seductora por la que muchos jóvenes se dejaron arrastrar.
Zalabardo, cuando terminamos la lectura, dice que en nuestro país habría hecho falta más de una persona que abiertamente expusiera su experiencia del pasado. Me recuerda que nosotros, él y yo entre tantos más, hemos conocido treinta años de una dictadura que duró cuarenta y, quién más quién menos, formó parte de aquella estructura. Fuimos muchos los que nos educamos estudiando una asignatura que se llamaba Formación del Espíritu Nacional, que no era sino un adoctrinamiento en los principios del régimen. Muchos los que desde edades tempranas entraron a formar parte, como flechas, de los cuadros de la Falange y participaron en los campamentos de verano. En muchos pueblos apenas si se escuchaba otra emisora que no fuera Radio Juventud, de la cadena Azul de Radiodifusión (yo mismo hice algunas pequeñas colaboraciones en la de mi pueblo). Cuando hacíamos oposiciones, todos estábamos obligados a jurar fidelidad a los principios del Movimiento. Y no sé de nadie que renunciara al puesto de trabajo por no prestar tal juramento.
Pero lo que sucede ahora, lo que sucede desde 1975 para acá, es que también son muchos los que niegan aquella realidad y dicen que es mejor no remover las cosas. Y, por supuesto, niegan haber tenido la menor participación en nada. Nadie perteneció a la Falange, nadie se puso nunca una camisa azul, nadie tuvo carné del SEU, el único sindicato universitario posible, nadie juró fidelidad al Movimiento. Si acaso se habla de ello, siempre fueron otros los que lo hicieron, Porque es muy socorrido tener a mano alguien a quien echar las culpas. Eso lo hicieron otros; yo, nunca, decimos, y nos quedamos tan tranquilos.
Y como esos otros, innominados, no podrán nunca desmentirnos, vivimos alegres y confiados; y no queremos remover el pasado. Y si alguien tiene la osadía, o la valentía, de hacerlo, y más si reconoce haber tenido la más pequeña e inofensiva colaboración, le ocurre lo que a Grass, que se le lincha y condena como al chivo expiatorio con el que pretendemos acallar nuestras conciencias. Porque quien hace tal cosa tiene que ser de los otros; yo, nunca, seguimos diciendo. Que paguen sus culpas los otros, que nosotros nunca fuimos, ni por un casual, de los suyos.
Zalabardo cree, y yo con él, que, aunque un poco tarde, ya va siendo hora de que la historia se cuente toda, sin sombras, sin ocultamientos y sin resentimientos. Hay muchos jóvenes en España que, por desconocerla, podrían verse en el peligro de repetirla.
Zalabardo me pide que no termine hoy, pese al tema tratado, sin enviar un recuerdo cariñoso a Reyes, pachucha de salud, esperemos que no de ánimos, desde hace un tiempo. Un abrazo y que la veamos pronto reintegrada en su puesto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sr. Alvarez:
Una relectura de su artículo de hoy me lleva a considerarlo un "bueno inocentón" y, como consecuencia de ello, se ha creído lo de que es bueno contar toda la verdad, sin ocultamiento y sin resentimiento. ¡Menudo iluso! Algo similar a Grass. Los escritores como Vd no van a ninguna parte frente a los desaprensivos sueltos de cualquier época, ávidos de encontrar una historia oculta durante años en dónde urgar hasta manipularla y difundirla, y si de paso se hace daño a alguien por el pasado, tanto mejor, más cruel y real resultará.
Le voy a preguntar una cosa: ¿se le hubiera concedido a Grass el Premio Nobel si sus inoportunas declaraciones hubieran tenido lugar años antes? Seguro que no. Le voy a preguntar otra: ¿hubiera resistido la presión mediática y social en la mitad de la vida? A los cuarenta se es más impetuoso que a los sesenta, ¿verdad? No hubiera tenido donde refugiarse ni con quien hacerse fuerte ante la crisis.
Desde 1975, a partir de la muerte del dictador, se viene haciendo grandes esfuerzos en conocer la verdad, toda la verdad. Pero a nadie le interesa una verdad en concreto que, como tantas otras (como bien dice Vd), tiene de interés el haber pertenecido o no a la Falange (normal en su época de niño). Cosa distinta es haber participado, de un modo o de otro, en el asesinato político de alguien por el mero hecho de ser de una ideología contraria y haber sido víctima de un chivatazo.
Es muy distinto remover las cosas sin más control y con la ansiedad de encontrar datos para destruir a alguien, que decir la verdad objetiva de lo que pasó, y para esto están los artículos y los libros de historia. Otra cosa, pues, es negar la participación en nada, lo cual ya sabemos que es una mentira piadosa.
Pero si quiere remover, empiece por contarnos si fue verdad que la izquierda española de 1936 no aceptó el resultado electoral que devolvía el poder político al Frente Popular. Siga contándonos si es verdad que esa España anterior a la guerra civil, gobernada sin ley tan desafortunadamente por ingenuos y descerebrados políticos de izquierdas, se condujo a la hecatombe de la guerra.
Cuando acabe con todo esto, lo mismo logra entroncar con poco esfuerzo su historia con los GAL. Y de aquí a la Ley de la Memoria Histórica.
AGB

Anónimo dijo...

Mensaje recibido.
Ya casi estoy recuperada y ya mismo volveré con los saludos matutinos cargados de energía positiva (o al menos se intentará).
Se ve que, en mi caso, la "juventud, divino tesoro" se fue de vacaciones una temporadita.
Muchas gracias por los ánimos.
Saludos,
Reyes.