BUITRES, SABINAS Y DINOSAURIOS (Buscando a Machado en Soria, y 5)
Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo... (A. Machado: A orillas del Duero)
Pero nuestro viaje a Soria no buscaba tan solo las huellas de Machado, aunque ese fuera el objetivo principal. Soria tiene otras muchas cosas: naturaleza, arte, historia, hombres y mujeres (pocos, ya lo dijimos) de mirada clara. Y en este último apunte del viaje queremos dejar alguna razón de todo ello, pues el tiempo, si bien se aprovecha, da para bastante.
Según se llega desde Soria a El Burrgo de Osma, se coge a mano derecha la carretera que conduce a San Leonardo de Yagüe. A mitad de recorrido nos encontraremos con el pueblo de Ucero. En él está enclavado el Centro de Interpretación del Parque Natural del río Lobos, donde nos darán cuanta información necesitemos para recorrer su cañón. Es este una profunda hoz que el río ha ido modelando a lo largo de los siglos. Si bien nos acompañan por el río, sombreando sus márgenes, álamos, pinos silvestres y sabinas, lo que más nos atraerá la mirada será la cantidad de buitres y otras rapaces que anidan en cada una de las cárcavas de sus calizas paredes y que sobrevuelan nuestras cabezas casi rozándolas.
En este interesante recorrido son hitos que no deben dejarse a un lado la ermita templaria de San Bartolomé, la misteriosa Cueva Grande que se abre a su costado y el puente de los Siete Ojos, aunque cualquier recodo del río es bueno para olvidarse de todo lo que hayamos podido dejar fuera.
No lejos de aquí, a escasos kilómetros de Calatañazor, se alza un sabinar que es una delicia para cualquier naturalista amante de los árboles. Este sabinar de Calatañazor es uno de los bosques de sabinas más importantes y mejor conservados del mundo. Joaquín Martínez, y no digamos nada de Juan Ángel, sabrán que me refiero a la especie conocida como juniperus thurifera. Es un terreno de unas 30 hectáreas donde reinan estas auténticas reliquias del Terciario. Algunos de estos árboles de Calatañazor, de madera dura que, al quemarse, despiden un aroma semejante al del incienso, alcanzan los quince metros de altura y más de cuatro de perímetro en su tronco. Es un árbol escaso que, según se lee en los paneles informativos, aún resiste en los Alpes franceses, en la Península Ibérica y en el norte de África.
Si continuamos un poco por la misma ruta, alcanzaremos Muriel de la Fuente. Vale la pena pararse para visitar la Fuentona. Es una pequeña laguna de presencia humilde pero que oculta bajo sus aguas una profunda sima en la que hasta ahora solo se han podido reconocer sus cien primeros metros.
Me avisa Zalabardo que no cerremos este último apunte del viaje a Soria sin hablar de la ruta de las icnitas. Me hace notar que a Joaquín, Arantza y José Luis les gustaría conocerla si es que no la conocen ya. Para llegar, hay que salir de Soria por la carretera que, atravesando el puerto de Oncala, penetra en La Rioja hasta Arnedo. En esta zona limítrofe entre las dos comunidades, Castilla-León y La Rioja, es posible contemplar interesantísimas muestras de los desaparecidos dinosaurios. Nosotros estuvimos primero en Villar del Río, donde hay un Aula Paleontológica que nos aclara todo lo que es necesario saber acerca de qué son y cómo se formaron estas muestras. Luego estuvimos en Bretún, donde nos sirvió de guía una lugareña , la simpática y casi octogenaria Sara García, que enseña y explica con todo lujo de detalles las icnitas (huellas de los dinosaurios) que hay en su pueblo. Alguien tuvo la feliz idea de repoblar toda esta región (Yanguas, Santa Cruz de Yanguas, Fuentesalvo, Ventosa de San Pedro, etc.) con reproducciones a tamaño real de estas criaturas que vivieron por aquí hace la friolera de 150 millones de años.
Y hay más cosas de este viaje sobre las que hablar: leyendas, anécdotas, datos curiosos (no hemos dicho nada, por ejemplo, de Numancia)... Pero creo que ya hemos dado suficientemente la lata y, sin duda, lo principal está dicho. Me apunta en tono burlón Zalabardo que podríamos pedir a Soria una subvención por la propaganda que le hemos hecho. Yo le contesto que todo es agradecimiento por las felices vacaciones que nos han permitido disfrutar.
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