viernes, agosto 03, 2007


LA LAGUNA NEGRA (Buscando a Machado en Soria, 3)
"...trepaba por los cerros que habitan las rapaces" (A. Machado: A orillas del Duero)
En setiembre de 1910, Antonio Machado hizo una excursión a las fuentes del Duero. El recorrido efectuado se ha repetido continuadas veces: Cidones, Vinuesa, Covaleda, Duruelo de la Sierra, Castroviejo (impresionante paraje natural) y, desde allí, acceso al nacimiento del río y a la laguna Negra. Nosotros hicimos el recorrido por la parte opuesta: Cidones, Vinuesa y, por la carretera que conduce al puerto de Santa Inés, cogimos el desvío que sube hasta la laguna Negra.
La laguna Negra estará indisolublemente unida a la poesía de Machado. En sus contornos situó el poeta aquella terrible historia de Alvargonzález. Los versos del romance que narra cómo la codicia de unos hijos los llevó a dar muerte al padre y a arrojar su cuerpo a las aguas sin fondo, según la tradición, de esta laguna, resuenan en los oídos cuando uno pasea por aquellos abruptos parajes. Para componer aquella historia, Machado, decía, se inspiró en un suceso real acaecido en Duruelo y que oyó contar a un campesino. Preguntamos a Ricardo Jiménez qué dicen las gentes sorianas de la historia de Alvargonzález. "Ni la conocen; y los que sí, no hablan de ella", fue la respuesta que nos dio.
Ascender desde la laguna hasta el pico de Urbión supone hacer unos casi quinientos metros iniciales de fuerte y áspera subida, aunque después el camino, poco más de una hora, se hace llevadero. Con lo que no contábamos era con que ese día, ya en la segunda mitad de julio, allí arriba la temperatura fuese de tan solo diez grados. Cuando llegamos al final de la cuesta, llevábamos ligera ropa de verano, ni Zalabardo ni yo fuimos capaces de hacer frente al frío y decidimos bajar de nuevo a la laguna, lugar más abrigado. A propósito, Ricardo nos explicó que Urbión es palabra de origen vasco y que significa "dos (bi) aguas (ur) buenas (ón)". No sé si era pura teoría suya o responde a la verdad.
Como desechamos subir por allí al pico, reanudamos el viaje en coche y nos dirigimos a la vertiente opuesta de la montaña. Allí, desde Castroviejo, es más fácil acceder al nacimiento del Duero. tengo que decir que no lo conseguimos. Aunque aquella ladera estaba más resguardada del viento y el sol se hallaba ya más alto, el frío seguía siendo un gran inconveniente para la veraniega ropa que vestíamos. Tendríamos que haberlo previsto y no vestir finas camisetas de manga corta. ¿Pero qué malagueño repara en que a mediados de julio haya que llevar jersey de lana gruesa?
Al menos vivimos una anécdota curiosa. Llegando a Castroviejo, un joven nos hizo gestos ostensibles para que parásemos. Pensando que ocurriese algo grave, nos detuvimos y le preguntamos qué pasaba. "Nada", nos dijo, "es que soy malagueño y me ha alegrado mucho ver un coche de allí". Zalabardo le preguntó por su ropa de scout (vaya, explorador) y nos contó que pertenecía al grupo 147 de San Estanislao, en El Palo. Se llama Pepe y, al final, descubrimos que teníamos amistades comunes.
Esta visita, pues, no pudo ser completa por mor de los elementos. El guarda forestal que impide que los coches suban hasta la misma laguna nos lo avisó: "Con esa ropa no van a ir ustedes hoy muy lejos". Sin embargo, lo que pudimos ver valió la pena.

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