viernes, agosto 10, 2007


CHINA, CAPITAL... ¿BEIJING?
En estos días de verano, los diferentes equipos de fútbol realizan lo que se suele llamar la pretemporada, esto es, la puesta a punto para encarar la nueva temporada en el grado óptimo de preparación. Aparte de buscar un lugar idóneo donde ejercitarse físicamente y oxigenarse con vistas a lo que les espera, los equipos suelen hacer unas giras en las que se enfrentan a equipos más o menos débiles para ir perfilando los aspectos tácticos, o como dice Zalabardo, para ir abriendo boca y, de paso, la cartera en la que guardar los euros de sus contratos por participar en torneos más o menos prestigiosos.
La última moda, no de este año, que ya viene de atrás, es hacer una gira por Asia, en especial China y Japón que, si bien dicen los técnicos que no son buenas para la preparación, en opinión de los directivos son buenas para las arcas de los clubes. Pero no es eso lo que quiero tratar hoy aquí, sino otra cuestión. El FC Barcelona empezó la gira asiática en China, jugando contra un equipo que, según la mayoría de los medios, se llama Beijing Gouan. Algunos, incluso decían que era el Gouan de Beijing. Eso sí, las crónicas previas y posteriores al partido estaban firmadas todas en Pekín. Y ahí es a donde quiero llegar: ¿Pekín o Beijing? Por supuesto, yo defiendo lo primero, que es lo que siempre se ha utilizado en España y en nuestra lengua. ¿Es que ha cambiado la capital de China? ¿Es que acaso los chinos han decidido cambiar su nombre? Ninguna de las dos cosas. Todo se reduce a un caso de transcripción de unos caracteres chinos al alfabeto latino según el sistema pinyin. Es este un sistema desarrollado en China a partir de 1958 y puesto en práctica en 1979 para unificar los diferentes sistemas de transcripción del chino aplicados en diferentes países. Bien es verdad que muchas agencias, al transmitir sus informaciones, emplean ya la forma Beijing, pero no hay razón para que en castellano cambiemos la forma tradicional utilizada. Y lo que de ninguna forma es admisible es que un corresponsal firme su crónica en Pekín para decir a continuación que veremos jugar al Gouan de Beijing.
Me susurra al oído Zalabardo que eso es como si ahora quisiéramos decir Lietuva, en lugar de Lituania, o Latvia, en lugar de Letonia. Le digo que tiene razón y su ejemplo me trae otros a la memoria. Si buscásemos Birmania en un mapa editado recientemente, nos llevaríamos la sorpresa de que ha desaparecido y su lugar lo ocupa ahora Myanmar. ¿Qué ha pasado? Simplemente, que ese país asiático ha decidido adoptar como nombre oficial la forma vernácula Myanmar. Sin embargo, el gentilicio sigue siendo birmano, así como la etnia mayoritaria y el idioma oficial del país. ¿Qué objeción existe para que, en ambientes no oficiales, sigamos hablando de Birmania?
Diferente es, el ejemplo, me lo apunta Zalabardo, el caso de Rodesia, que fue el nombre de una colonia británica que, a su desaparición, se dividió en dos estados libres e independientes: Zambia (antigua Rodesia del Norte) y Zimbabue (antigua Rodesia del Sur). Me indica finalmente Zalabardo, que lo que decimos aquí no son interpretaciones nuestras, sino lo que expone y defiende, para nuestra lengua, el Diccionario Panhispánico. Queda dicho.

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