Nada más iniciar la lectura de La Celestina, nos encontramos al quejica Calisto renegando de su condición de ser compuesto, mezclado. Calisto se maldice, explica, porque los seres puros gozan de la bienaventuranza sin temor a perderla, mientras que él, mixto, es decir, mezclado, compuesto de alma y cuerpo, goza la visión de Melibea con el recelo de tener que perder tal bien durante su ausencia.
Parece que nuestra condición, la de los humanos, es no estar nunca contentos con lo que tenemos, e incluso no estarlo con la condición de los demás. Nosotros, como Calisto, quisiéramos ser puros, aunque recelamos de quienes lo son, tal como también recelamos de los que no lo son. Me dice Zalabardo, primero, que cree que me estoy haciendo un lío; y segundo, que no tiene ni repajolera idea de adónde quiero ir a parar con tanta pureza y mezcolanza. Intentaré explicarme. ¿No os parece que es muy común que no confiemos en los veraces con el argumento de que "alguna mentira habrá dicho este en su vida que no quiere que sepamos", al mismo tiempo que desconfiamos de los falaces porque "cualquiera cree a este". Pues así en todo.
En lo de que cualquiera sabe por dónde voy a salir tiene toda la razón, porque lo que hoy quiero comentar no es otra cosa que la formación del plural en algunas palabras compuestas. "¿Y para eso todo ese rollo de Calisto y su mixtura?", me dice Zalabardo y supongo que estaréis pensando los demás, si no es que ya habéis dejado de leer.
Leía el otro día un titular que decía así: EE UU utilizará sus satélites espía para... Y ahí está la madre del cordero: satélites espía o satélites espías? Digamos, primero, que esa estructura es lo que se llama una lexía, es decir, una unidad de comportamiento léxico. Las lexías pueden ser simples (casa, soledad, etc.) o compuestas, bien ya integradas (sacacorchos) o bien en vías de integración (mesa camilla). Fijaos que estas segundas están formadas por la unión de dos palabras en cuyo significado intervienen ambas sin ser, necesariamente, la suma del significado de las dos. Pues bien, ¿cómo forman el plural estos compuestos? Aunque la realidad es más compleja de lo que parece, pues depende mucho de cómo las entienda el hablante en cuanto a su grado de integración, me limitaré a exponer lo que dice la norma.
Dice esta que si el segundo de los dos sustantivos actúa como modificador del primero, solo este llevará la marca de plural: bomba lapa haría su plural bombas lapa, tal como ciudades dormitorio, faldas pantalón o casas cuartel. Pero si el segundo sustantivo puede funcionar, con el mismo valor, como atributo del primero en oraciones copulativas, tiende a tomar también la marca de plural: empresa líder en su sector permite decir esta empresa es líder en su sector; por tanto, su plural podría ser empresas líderes. ¿Os acordáis, los mayores, cuando los pasaportes españoles decían aquello de válido para todos los países excepto Rusia y sus países satélites? Pues ahí tenemos otro ejemplo.
Claro que, aunque la teoría parezca diáfana, la realidad nos estalla en las mismas narices. Repito lo de arriba: satélites espía o satélites espías. Yo prefiero la primera de las soluciones. ¿Por qué? Simplemente porque la segunda de ellas, en algunos casos, se presenta imposible o, al menos, un poco rara; por ejemplo, no parecen aceptables las formas faldas pantalones, casas cuarteles o mesas camillas. Por eso decía más arriba que todo depende, en gran medida, de cómo lo interprete el hablante.
1 comentario:
Escritor, después de tantos años que hace que emigré por fin he entendido la frasesilla de los pasaportes. Ha estado muy claro todo.
Andrés.
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