sábado, enero 27, 2007

REFRANES (2)

Tratábamos ayer los refranes que encierran prejuicios referidos a determinadas poblaciones y sus habitantes y decíamos que pocos quedan libres de estos 'dichos agudos'. Hoy podríamos ver otro grupo que va referido ya a las personas en concreto. Los hay de tres clases: los que se refieren a los hombres, los que se refieren a las mujeres y los que se refieren al hombre contraponiéndolo a la mujer.
De los primeros, muy pocos hablan de 'hombre' como un concepto genérico, válido para varón y hembra; pudiera servir de ejemplo Hombre sin pecado no es nado (nacido), que se puede aplicar a cualquier persona para señalar que es imposible encontrar a alguien que nunca falle. Más comunes son, por otra parte, los que insisten en la rectitud de comportamiento que debe caracterizar al varón. En ellos se critican determinados defectos que debieran evitarse: Hombre ocioso, siempre vicioso; Hombre sentado, hombre deshonrado; Hombre hablador, nunca hacedor. Algunos, incluso, insisten en una determinada interpretación de la "hombría" como pasa con el siguiente: Hombre guapo, ha de oler a vino y a tabaco.
Y los que ya empiezan a "oler mal" son aquellos refranes en que se hace una contraposición entre el hombre y la mujer de manera que aquello que "está bien visto" en el primero "debiera ser evitado" por la segunda. Se empieza ya a ver esto cuando hay uno que afirma Hombre dispuesto, no revela a mujer su secreto, que da a entender "lo poco de fiar" que ella es. Y no digamos ya nada de los siguientes: El hombre placero, y la mujer casera, que preconiza el recogimiento "debido" por parte de la mujer; El hombre sea león y la mujer camaleón, que defiende la necesidad de que ella se ajuste a las condiciones del varón hasta el punto de hacerse "invisible"; y, por fin, El hombre haga alguna; la mujer, ninguna, que da por sentado que lo tolerable en el hombre no lo es en la mujer.
Para acabar, vemos algunos refranes dirigidos a la mujer. Observaremos que la "doctrina" común es la contenida en La mujer honrada, la pata quebrada y en casa, que se hace aún más duro en La mujer, en su casa, pelá y descalza. Otros muchos insisten en su volubilidad, en la necesidad de su honestidad y recato, en la inutilidad del conocimiento en la mujer y otros tópicos más: Mujer con letras, dos veces necia; La mujer, como el vino, engaña al más fino; La mujer a la ventana, más pierde que gana; Mujer hermosa y arma de fuego, para mí no las quiero; Mujer con fama, mujer infamada; Mujer y viento, se mudan a cada momento. Y, para terminar, uno que muestra hasta qué grado pueden llegar los prejuicios: Para mujer, judío y abad, no debe el hombre rostro ni esfuerzo mostrar.
Creo que los ejemplos dados muestran que "no todos" los refranes dicen "siempre" la verdad y que muchos de ellos son más reflejo de inaceptables prejuicios que de ciencia popular. Estas son las cosas a que me refiero cuando digo que el lenguaje es neutral y solo el instrumento del que nos servimos para exponer nuestras ideas y creencias. Las culpas no se las podemos echar al mensajero. Evitar este tipo de expresiones, por muy tradicionales que sean, no es cuestión de corrección política sino de simple educación y sentido de la realidad.
De todas formas, creo que, afortunadamente, la ideología contenida en los refranes que he manejado está hoy más que superada. Me dice Zalabardo que ojalá tengamos suerte y estas notas no se intepreten con un sentido diferente al que queremos darles.

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