jueves, enero 25, 2007

A GRANDES MALES, GRANDES REMEDIOS

Lo que no se puede negar es que las personas defensoras de la corrección política en el lenguaje ponen gran interés en ofrecer alternativas expresivas que vayan en favor de sus tesis. La mayor o menor adecuación de tales alternativas es harina de otro costal.
Esta mañana, cuando salíamos del instituto, Zalabardo encendió la radio del coche y una voz de locutor decía algo así como lo siguiente: "... no podemos llamar a estas personas inválidos porque esa es una palabra que significa 'que no vale'; para referirnos a ellas debemos usar un lenguaje más positivo y, así, decir, mejor, discapacitados..." Ya creo que otra vez me referí a esta misma cuestión, pero no importa. Ya el propio presidente del Gobierno propuso suprimir del artículo 49 de nuestra Constitución el término disminuido y poner en su lugar discapacitado. Esa es la primera de las alternativas de los políticamente correctos: buscar la palabra que no hiera, aunque sigamos diciendo lo mismo. ¿Por qué esa manía de considerar hirientes las palabras y no la intención?
Vamos al DRAE y leemos: inválido: 'que adolece de un defecto físico o mental, ya sea congénito, ya adquirido, que le impide o dificulta alguna de sus actividades'; disminuido: 'que ha perdido fuerzas o aptitudes, o las posee en grado menor a lo normal'; discapacitado: 'que tiene impedida o entorpecida algunas de las actividades cotidianas consideradas normales por alteración de sus funciones intelectuales o físicas'. Vemos que el concepto viene a ser el mismo. Estamos en lo que yo tantas veces he denunciado: nos movemos en el plano de las palabras, creando confusión, mientras en el plano de la vida real continuamos manteniento las mil y una barreras que impiden el normal desenvolvimiento de estas personas.
Segunda alternativa. Dado lo que se ha creado en torno al sexismo del lenguaje y puesto que a algunos de los adalides de esta batalla parece que eso de tanto todos/todas y demás les chirría un tanto, o al menos mantienen cierta duda de su validez, lo que hacen es proponer que se utilicen siempre que se pueda sustantivos que fluctúan entre el significado colectivo y el abstracto de calidad. De esta forma, cada vez oímos más hablar de el vecindario, en lugar de los vecinos, la ciudadanía, en lugar de los ciudadanos, el profesorado y el alumnado, en lugar de los profesores y los alumnos, o la dirección y la secretaría, para evitar decir el director o el secretario, pues todo ello llevaría a tener que añadir la correspondiente forma femenina.
Y la última alternativa, que es, a mi juicio, la peor de todas. Es la de utilizar el signo de la arroba (@) pensando que puede sin dificultad equivaler tanto a o como a a.
Cuando le pregunto a Zalabardo por cual optaría él en caso de verse en la necesidad de tener que utilizar alguna, me dice que él prefiere hablar, como decía Berceo, "en román paladino, en el cual suele el pueblo hablar con su vecino". ¿O habría que decir la población y el vecindario para que nadie se molestase?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Es menos hiriente decir discapacitado que disminuido o inválido, aunque lo importante es la intención, como has dicho. La palabra inválido tiene un carácter negativo: no válido; toda persona independientemente de su discapacidad es válida. Aunque según el diccionario sean equivalentes, socialmente, o en la práctica, determinadas palabras cuentan con una carga negativa más acusada que otras. Empecemos por el lenguaje y sigamos por, por ejemplo, abatir barreras arquitectónicas, que falta hace.
J.A.G.

Anónimo dijo...

Somos las personas quienes atribuimos cargas negativas a las palabras identificándolas con algo malo, por ejemplo, hay quien piensa que llamar negro a una persona de esta raza es ofensivo y utiliza como "eufemismo" el término de color. Y yo digo: ¿de que color?. No hay ningún negro que se ofenda porque se le llame así. Independientemente de que en su origen antropológico a esta raza se le llamara negra en contraposición a la blanca, dada la connotación negativa del color negro.
En cuanto al "todos y todas", creo que radicalizar este tema como hace Javier Marías en su artículo de EPS, es un error (incluso se mofa de profesionales reconocidas, ridiculizándolas y minusvalorándolas por ser mujeres). Como error es cualquier asunto llevado al extremo. Lo único que se pretende con el "todos y todas" al principio de un texto o de una charla es visibilizar al colectivo mujer.
Por último, opino que la @ se utiliza en el lenguaje informal o coloquial, igual que ocurre con el lenguaje propio de los sms; que sea correcto o no es harina de otro costal.
Isabel Díaz

Anónimo dijo...

Yo soy mujer y, sinceramente, no me siento ofendida ni menospreciada porque no se indique expresamente en un texto o en un discurso una referencia a las mujeres que puedan leerlo o escucharlo.
Pienso que se tiende a relativizar el tema en general. ¿Es machismo que no digan "todos y todas"? ¿Con eso ya está todo arreglado? Uf, qué alivio. Me siento muchísimo mejor porque en los papeles oficiales pongan los dos géneros y sean mucho menos legibles...(Nótese el tono irónico).
Las palabras son sólo palabras y no me importa que no se especifique "todos y todas", "ellos y ellas", etc. porque si yo estoy en el colectivo (¿qué más da que la palabra sea masculina?) al que se están refiriendo me siento parte del mismo y las palabras no podrán excluirme salvo que se indique expresamente (que también hay que oir cada cosa a veces...).
Si el lenguaje se utiliza de forma despectiva, siempre será problema de quien que lo usa de esa forma (habría que ver el motivo por el que se menosprecia a alguien, porque suele haber problemas psicológicos unidos a ello) y de quien se sienta aludido y quizás ese es otro gran problema: que hay mayor susceptibilidad de la que debería sobre estos temas. Eso no quita que haya situaciones extremas, como la violencia de género, pero obviamente no me refiero a esos hechos, sino sólo a lo relativo al lenguaje.
El machismo al fin y al cabo, y según yo lo veo, es una expresión del miedo a que alguien que hasta hace poco "no existía" pueda ser más competente o hacer algo mejor que yo (o incluso igual, que también asusta), o simplemente pueda empezar a existir sin que le den permiso los que siempre existieron.
R.L.

Anónimo dijo...

Es inútil, innecesario, insultante, discriminatorio, sexista, etc. que en los documentos oficiales, como una simple receta de MUFACE, tenga que aparecer "sexo: V ó M". Si todos somos personas (y salvo para una investigación epidemiológica, en cuyo caso ya se encargará el médico), ¿para qué lo pide la receta?
Abogo por un solo género sin distinción de sexo, ya que no es necesario salvo por motivos médicos.
SC

Anónimo dijo...

Para S.C.:
¿Propones, pues, que el estado ideal es ser hermafrodita, o acaso ángel? En el primer caso podríamos seguir reproduciéndonos, en el segundo, se extinguiría la humanidad.
A.B. (Aureliano Buendía)

Anónimo dijo...

Excelente idea, Aurelio. Las recetas hermafroditas se reproducirían solas y no habría que ir al médico de cabecera a que nos firmara otra en aquellos tratamientos prolongados. ¿Cómo voy a proponer que seamos hermafroditas o ángeles? Observa la naturaleza: seres hermafroditas existen, pero no de nuestro tamaño (además, no ser sexista no quiere decir que evitemos o rechacemos el sexo); en cuanto a los ángeles, sencillamente no existen.
SC