La noticia ocupa apenas cuatro líneas como pie de foto en El País de hoy: unos 300 jornaleros del Sindicato de Obreros del Campo (SOC) expropian la cosecha de aceitunas de unos olivos que ocupan ilegalmente un cordel y dedican el beneficio obtenido a obras benéficas y a pagar multas impuestas al Sindicato. Esta información requiere dos aclaraciones: qué es el SOC, la primera, y qué es un cordel, la segunda.
El SOC es un sindicato integrado por trabajadores del campo, nacido hacia 1976 y que, como una especie de Robin Hood andaluz, lucha especialmente, con su Secretario General Diego Cañamero y con Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda, a la cabeza, por los derechos de los jornaleros frente a los abusos de los terratenientes.
La palabra cordel designa un tipo de vía pecuaria (camino para el ganado trashumante), lo que nos remonta hasta la antigua institución de la Mesta. El Honrado Concejo de la Mesta de los Pastores de Castilla, que ese fue su nombre, se creó en el siglo XIII por auspicio de Alfonso X con la misión de regular las relaciones entre los grandes agricultores y los ganaderos que exigían su derecho de paso para el ganado. En su tarea legislativa, la Mesta determinó qué caminos quedaban reservados para el paso del ganado y cuáles eran las responsabilidades y derechos de unos y otros. En nuestra época, la ley 3/1995, de 23 de marzo, recoge y actualiza todo lo concerniente a dichas vías pecuarias. Al haber estas perdido su sentido originario, también muchas de sus palabras se han perdido o son poco conocidas. De ellas quiero ocuparme.
Dice la ley que dichas vías son bienes de propiedad pública inalienables (su dominio no puede pasar a otro), imprescriptibles (la ley que las regula no se extingue) e inembargables. Pero, como digo, ya no hay una ganadería trashumante que las utilice, y muchos terratenientes las van anejando, de forma indebida, a sus propiedades. Contra ello luchan, entre otros, los miembros del SOC, que alegan que de las 100.000 hectáreas de vías pecuarias andaluzas, casi 80.000 están ocupadas ilegalmente.
La ley citada clasifica las vías pecuarias en cañadas (con anchura máxima de 75 m.), cordeles (anchura de 37,5 m.) y veredas (anchura de 20 m.). Vías de menor importancia son las coladas. La ley dice que, aparte de estos nombres, tendrán valor de denominación cualesquiera otros que se utilicen en las diferentes zonas de España y cita los de cabañeros y galianas (que son cañadas), azagadores (sendas específicas para ovejas y cabras), carreradas, ramales y traviesas. Además, la ley protege los lugares complementarios para la actividad ganadera: abrevaderos y fuentes (para beber), descansaderos y majadas (lugares donde ganados y pastores se recogen para pasar la noche.
Hoy, bastantes de estas vías han servido de base para el trazado de las modernas carreteras. Otras son los carriles por los que transitamos los senderistas (Zalabardo es gran aficionado) cuando no las encontramos cortadas por alambradas, que todavía hay demasiadas puertas en el campo. Otras muchas vías, desgraciadamente, han desaparecido, absorbidas por propietarios poco escrupulosos. Para recuperar el uso público de estas últimas luchan, como digo, el SOC y otras agrupaciones defensoras de la naturaleza). En Málaga hay documentadas casi cuarenta de estas vías, la mayor parte de ellas veredas. El libro Por los montes de Málaga y de la Axarquía, de Rafael Yus Ramos y otros les dedica un capítulo.
1 comentario:
Apreciado profesor:
me ha surgido una duda en una frase del comentario de hoy en la que, según transcribo literalmente, dice: "Al haber estas perdido su sentido originario". Mi duda es si es más correcto escribir: "Al haber perdido estas su sentido originario" o, simplemente: "Al perder estas su sentido originario".
Por lo demás, me ha gustado mucho el texto de hoy por ser un tema interesante y poco conocido.
Mari Paz.
Publicar un comentario