miércoles, enero 03, 2007

Y SOBRE LA ORTOGRAFÍA (2)

Terminaba ayer diciendo que entre los opositores al criterio ortográfico académico (de base etimológica) existían unas coincidencias que nos llevaban a aceptar que todos respiraban un aire bastante común: ajustar la ortografía a la fonética. El punto de contacto, el hilo conductor del que hablaba nos conduce siempre a la figura de Andrés Bello. En 1823, Bello había dado a conocer su propuesta de reforma. En 1843, se publicó en Madrid un Diccionario Enciclopédico de la Lengua Española, compuesto por ese grupo de escritores distinguidos del que habla Juan Ramón y que recogía una simplificación ortográfica semejante. Y en 1997, será Gabriel García Márquez quien reabra la cuestión.
¿Y qué es lo que pretendía la reforma de Bello y los demás? Con muy pocas discrepancias, todos coinciden en una serie de puntos que, en esencia, son los que siguen: la j sustituirá a x y g en los sonidos guturales (jente, jenio, jirar, etc.); la g se reservará para el sonido suave, perdiendo incluso la u ante e o i (gasa, gerra, gorro, gion, gusto); supresión de h; la z sustituirá a la c en cualquier sonido interdental; la b sustituirá a la v. Se proponían más cambios, pero el meollo estaba ahí.

Y a todo esto, ¿qué hacía la Academia? En el prólogo a la Ortografía de 1999 (normativa vigente) la propia Academia nos lo dice de manera harto sorprendente. La primera ortografía normativa es de 1844 y "vino a obstruir las vías de innovación y reforma por las que la Academia había ido avanzando paso a paso desde 1741 [...] proclamando su opción por el criterio fonético".
¿Y por qué la Academia dio tal paso precisamente en 1844? De modo sorprendente, porque "una autotitulada «Academia Literaria y Científica de Profesores de Instrucción Primaria» de Madrid se había propuesto una reforma radical, con supresión de h, v y q, entre otras estridencias".
¿Y en qué quedaba la cosa? Si seguimos leyendo, nos enteramos de la bomba: "Como esos dos deslindes [el de y e i, consonante la primera y vocal la segunda, y el de j y g] fueron objetivo primordial en el proyecto de Bello [...], la Real Academia Española [...], sin la descabellada actuación de los maestros madrileños, hubiera terminado aceptándolos [...] y la ortografía del español sería hoy, quizá, muy semejante a la que se empeñó en utilizar uno de nuestros mayores poetas, Juan Ramón Jiménez, que se sentía solidario de esas simplificaciones hispanoamericanas de su época, a las que no faltaban adictos peninsulares". O sea, que la Academia rechazó una reforma que estaba dispuesta a aceptar por el simple hecho de que otros la habían pedido. Curioso, ¿verdad?
Zalabardo, que ha estado hoy muy callado mientras escribía todo lo anterior, me espeta: ¿Y qué pretendes con todo eso, abogar tú también por la reforma? Entonces le leo un último párrafo del citado prólogo: "¿...el código ortográfico recogido en esta obra debe ser invariable, definitivo, resistente a toda discrepancia y sin posibilidad de modificación posterior? De ningún modo". Pues eso, a ver quién le pone el cascabel al gato. Por lo pronto, insinúo que se abra el debate e invito a enviar opiniones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Considero al castellano como una lengua bastante rica en léxico y otros aspectos,tales como formas verbales,ortografía,etc. Asi, no me parece idóneo una simplificación de la ortografía castellana, ya que si no le estaríamos quitando, a mi manera de ver, uno de sus encantos. Y la verdad es que yo no me hago a leer ''gerra'' ni ''gión''. Esa es mi opinión. Espero que este tema suscite bastantes comentarios, ya que está de bastante actualidad, sobre todo con la simplificación ortográfica de las nuevas tecnologías.
DR

Anónimo dijo...

Yo sigo pensando como ayer que el mejor criterio lo habia dicho ya el escritor "nadie, ni persona ni institución, puede imponer el camino o sentido por donde la lengua deba ir". ahora que yo estoy aprendiendo que no me cambien la ortografia y que me dejen terminar de aprender. recuerdo un examen de mi nieta cuando estaba en el instituto donde la maestra le habia señalado en redondeles rojos las faltas de ortografia. si cambiamos cosas insursas como las que dice el comentario como le vamos a pedir a los niños que aprendan la ortografia. yo creo que es mejor que evolucione de manera natural como todas las cosas sin forzarla. no ha evolucionado asi la vida.
Andres de benalmadena