Esta mañana, Zalabardo se ha puesto chorreando. Cuando se me puso delante, no pude evitar la carcajada al ver qué efecto había causado en él tan inopinado chaparrón. Menuda tormenta hemos tenido esta noche y durante la mañana. Falta hacía que empezara a llover. Claro que no de esta manera. Y no es que me queje de la lluvia, sino del hecho de que lo que necesitamos es mucha agua y espaciada, no de golpe. La de hoy ha ido casi toda al mar, ha arrastrado mucha tierra y ha calado poco. Es decir, que de esta forma no se remedia la sequía.
Cuando digo que ha calado poco, me he acordado de mi pueblo. Allí, zona agrícola de rica tierra de secano, los campesinos medían, hablo de cuando yo era pequeño -¡casi nada!-, la lluvia por la profundidad de calado y esta por el ancho de las reja del arado. "Ha llovido una reja", decían y querían indicar que el agua caída -agua calaera la llamaban- había profundizado el ancho de una reja de arado.
En fin, a lo que iba; que cuando Zalabardo se puso delante de mí -que no *delante mía- me tuve que reír. Y de esta construcción voy a hablar hoy. Existe una fea y errónea tendencia a hacer concordar los posesivos (indistintamente en femenino o masculino) con los adverbios, que son palabras invariables. Así, se dice, mal por supuesto, cerca mía o cerca mío, detrás mía o detrás mío, delante mía o delante mío, etc., cuando lo correcto es decir cerca de mí, detrás de mí, delante de mí, etc.
Lo lamentable del hecho es que se trata de un error muy extendido y muchas personas de las que pensamos que deberían hablar con un mínimo de corrección caen con frecuencia en este vicio. Tendremos que poner más atención.
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