viernes, septiembre 15, 2006

¿QUIÉN PUEDE TIRAR LA PRIMERA PIEDRA?

Hoy me anima Zalabardo a que deje de lado cualquier comentario de carácter lingüístico y atienda mejor a algunos asuntos de los que los medios se están ocupando estos últimos días y que dan bastante que pensar sobre aquellos que los remueven. Le pregunto si de refiere a las opiniones del Papa sobre el islamismo y me contesta que, aunque no es ese el caso, ando cerca, pues Ratzinger es también protagonista.
Así que me pongo a pensar y no tardo en caer en la cuenta. Dos personalidades, ambas alemanas, están en la picota señalados por los nuevos inquisidores. Uno, el escritor Günter Grass, que ha confesado haber estado enrolado en su juventud en una unidad de las Waffen-SS. Otro, el Papa Joseph Ratzinger, Benedicto XVI (¿por qué aquí no lo llamamos Benito, tal como los franceses lo llaman Benoit?) de quien se ha sabido que en 1941 estuvo inscrito en las Juventudes Hitlerianas.
No son solo ellos; se pueden señalar, en todos los países, muchos ejemplos de quienes, en su madurez, son atacados por faltas de juventud sin tener en cuenta si pudiera haber circunstancias atenuantes de la conducta censurada y sin aceptar que cualquier humano es capaz de cometer fallos en alguna etapa de su vida sin que por ello se le tenga que condenar eternamente. ¡Cuánto nos cuesta perdonar y qué difícil es la tolerancia.
Aquí, en España, deberíamos estar escarmentados y, sin embargo, también somos muy propensos a ver la paja en el ojo ajeno olvidando la viga que podemos alojar en el propio. ¿Cuántos españoles se vieron precisados, independientemente de cualquier cuestión ideológica, a inscribirse en el Frente de Juventudes para poder participar en determinadas actividades (campamentos juveniles, deportes, etc.) y vistieron sin rubor la camisa azul de la falange como flechas, pelayos e inclusos jerarquías más altas? ¿Cuántos, universitarios entonces, pertenecieron al SEU? ¿Cuántos docentes, para poder acceder a su puesto de trabajo, tuvieron (tuvimos) que jurar fidelidad a los principios del Glorioso Movimiento Nacional? Muchos, militan hoy entre quienes no hacen más que pedir la desaparición de cualquier rastro del franquismo y exigir la recuperación de la memoria histórica.
¿Habría que echarles en cara ese pasado que, sin duda, muchos ocultan? ¿Es que habrá que recordarles por siempre ese "pecadillo" de juventud? Las circunstancias obligaban, dicen algunos como excusa, y les doy la razón. ¿Y no pudiera ser que a Grass y a Ratzinger, y a muchos más, también los obligasen las circunstancias?
Es una pena, pero a muchos nos queda aún por dentro algo de espíritu inquisitorial y no nos damos cuenta. ¿O sí? Esto último me lo dice Zalabardo.

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