jueves, septiembre 28, 2006

MODAS Y MODISMOS

Me sugería Zalabardo hace unos días que estaría bien acordar unos principios de actuación que determinasen la conveniencia o adecuación de la utilización en momentos precisos de algunas palabras o expresiones. Que, como ha ocurrido en la Pasarela Cibeles, se determinase una masa muscular mínima para poder sacar a pasear un término.
Porque, continúa Zalabardo, hay que ver que el uso de las palabras está también sujeto a las modas del momento, modas que impone no se sabe bien quién, pero que una vez que ha pasado su prueba del fuego cuesta mucho desterrar. El otro día, en un episodio de la serie de televisión Cuéntame cómo pasó referido al entorno del año 1975, veíamos al pobre Antonio Alcántara (¡hay que ver que le pasan cosas a este buen hombre y a su familia!) tratando de acomodar a su personal circunstancia el uso de los adjetivos obsoleto y periclitado, que pululaban por el ambiente como los ácaros del polvo.
En nuestro entorno actual, podemos ver cómo para referirnos al peculiar modo de ser y actuar de una persona no empleamos más que el sustantivo talante y que para aludir al proceso de solución de un determinado problema no existe mejor procedimiento que el de hablar de la hoja de ruta.
Muchas veces en esta agenda he dejado clara muy idea sobre quienes tienen la responsabilidad de servir de modelos al común de los hablantes. En esos momentos he hablado de periodistas y de políticos; por supuesto que no hay que olvidar a los profesores, entre quienes me incluyo, porque nosotros tenemos la responsabilidad de influir sobre los más jóvenes, quizás el grupo más expuesto a daños que habría que considerar irreparables.
Digo esto porque este curso, en mi instituto, parece que se ha puesto de moda el término protocolo. En el Diccionario del español actual, de Manuel Seco, leemos que esta palabra significa: 1. Conjunto de reglas de etiqueta y comportamiento establecidas para las ceremonias oficiales; 2. Conjunto de documentos originales que un notario autorizza y custodia...; 3. Acta o conjunto de actas de una conferencia o acuerdo internacional; 4. Informe científico escrito; 5. Plan de un tratamiento o de un experimento científico. Pues bien, ahora resulta que cualquier normativa, conjunto de procedimientos o reglas para el tipo de actuación que sea es un protocolo y que no hay capitoste del centro (sin importar su rango) que no haga suya la palabreja. Y resulta que tenemos protocolos para la recepción de los alumnos, para el uso de las aulas TIC, para la confección de los horarios y no sé cuántos protocolos más.
Claro que en nuestro centro, y no solo entre los directivos, también hay mucho a nivel de, mucho de que, mucho contra más y una larga hilera de cosas por el estilo. No estaría de más la existencia de un libro de estilo para mejorar la expresión de los profesores.

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