martes, septiembre 05, 2006

LA PERVERSIÓN DEL LENGUAJE

Quiero pensar que en bastantes ocasiones lo hacemos sin una manifiesta intención, casi sin darnos cuenta. Me refiero al hecho de emplear el lenguaje de forma que se acomode lo más posible a nuestro pensamiento para así disimular contenidos que conocemos y en el fondo aceptamos, pero que queremos disimular, exponerlos de forma más suave.
Zalabardo se ríe de mí y me llama iluso, no porque persiga una ilusión, como en el anuncio de la ONCE, sino porque parece que me chupo el dedo. Él piensa, frente a mí, que cualquier tipo de tergiversación lingüística es premeditada.
¿A qué viene esto? A lo siguiente: esta mañana, mientras marchaba al instituto, escuchaba en la radio unas informaciones acerca de los últimos incendios de Galicia. Al comentar una encuesta realizada sobre la forma que han tenido de encarar el problema el gobierno gallego y el gobierno central, nos encontrábamos con unas cifras muy semejantes: solamente alrededor de un treinta por ciento de los encuestados opinaban a favor de ambas instituciones; los demás consideraban negativas sus intervenciones. Pues bien, el locutor decía que el gobierno gallego era suspendido por su actuación, mientras que se cuestionaba la actuación del gobierno central. Alguien podría decirme que, al fin y al cabo, es lo mismo. Pues no, señor. Si nos tomamos la pequeña molestia de consultar el Diccionario del español actual, de Seco, sabríamos que suspender es declarar no apto a alguien en un examen o en una materia. En cambio, cuestionar es poner en duda la validez o el fundamento de algo [o de alguien]. O sea, el gobierno gallego es inepto porque ha hecho mal las cosas; frente a ellos, se duda sobre si el gobierno central lo ha hecho bien o mal. ¿Se utilizaban los términos a propósito? No lo sé.
Otro ejemplo de perversión, esta vez tomado de un político. Al presidente de la Xunta gallega, en relación con la información anterior se le pregunta por los recientes acontecimientos. Y no tiene empaño en afirmar que la causa principal es que en el monte había gran cantidad de combustible vegetal. ¿Qué quiere decir con ello? Ya sé que un especialista entendería la expresión como alusiva a la circunstancia de que el sotobosque ayuda a la rápida progresión de los incendios. Pero a un profano no se le puede decir eso porque, lo inmediato, es entender que el bosque arde porque en él hay mucha madera. Por supuesto que sí. Seguro que el monte arrasado por el fuego ya no arde. Y el monte que talamos, tampoco. En cualquier caso. ¿De quién es la responsabilidad de que esa materia vegetal tan combustible no sea puesta en peligro de incendio?

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