viernes, septiembre 22, 2006

SABI(H)ONDO

Me llama la atención Zalabardo, y creo que en parte lleva razón, acerca de que algunas de las notas de esta agenda pecan de un exceso de seriedad y dan la impresión de que pudieran estar escritas desde una perspectiva de superioridad y suficiencia rayana en el desprecio a los demás.
Nada más lejos de mi intención. Ni pretendo parecer superior ni, por supuesto, lo soy y nada me disgustaría más que el hecho de que alguien creyera que hablo desde una atalaya o que presumo de estar en posesión de la verdad. Si de algo me jacto, me gustaría que fuese, como decía Antonio Machado, de propósitos, no de logros.
Cuando censuro una expresión, un uso lingüístico, lo hago desde el compromiso de llamarme al orden a mí mismo para procurar no caer en los vicios que reprocho. Y respecto al aire de seriedad, ya decía al inicio de esta agenda que me gustaría que cada comentario surgiese desde una vertiente desenfadada y alejada de cualquier atisbo de erudición. Porque mi deseo es crear los comentarios desde una óptica curiosa, llamativa e incluso, si pudiese ser, graciosa. Nada me molestaría más que parecer un erudito a la violeta o un sabiondo.
Porque esa es la forma adecuada, aunque se acepten las dos, del término. ¿Qué explica la presencia de h? Pues lo que se conoce como etimología popular; es decir, el pueblo piensa que la palabra tiene algo que ver con hondura y de ahí pasa a crear sabihondo. Porque el sabiondo no es el que sabe mucho, sino el que presume, sin saber, de que sabe. En cuanto a su forma, en sabiondo actúa un sufijo, en su origen -bundus, que aparece en muy pocas palabras más: hediondo, ardiondo y ceriondo. Y no sé si tienen algo que ver con estas otras pocas palabras de nuestra lengua (botiondo, verriondo, toriondo y moriondo, que se refieren, cada una de ellas, a un determinado animal en estado de celo. Me parece que no hay más.
Pero la etimología popular es un proceso curioso de relacionar unas palabras con otras con las que, en principio, no tienen que ver. Por ejemplo, en latín existía una palabra, verruculum, que en castellano derivó hasta berrojo; como esto era algo que servía para cerrar, la palabra evolucionó hasta cerrojo. Otro ejemplo que me parece bonito: nuestra lengua tenía antiguamente una palabra para designar a la golondrina; esta palabra era andorina (derivada de hirundo); como se pensó que tenía que ver con andar, terminó por convertirse en andarina. También vale traer aquí la palabra altozano, que venía de ante ostianu, llano que hay delante de una puerta, en las iglesias, y que por estar generalmente en alto dejó de llamarse antuzano para ser lo que decimos hoy. Y para no cansar, hay otros ejemplos de etimologías populares, que cualquiera puede comprender fácilmente, en destornillar (que no tiene nada que ver con tornillo sino con ternilla) o cortacircuito (que no tiene que ver con cortar sino con corto). Y, ahora sí, para finalizar, homosexual se aplica más a varones porque se piensa que tiene relación con homo, 'hombre' en lugar de con el sufijo homo-, 'igual'.
Por último, quiero pedir disculpas por las erratas que se me escapen, que no son achacables más que a mí mismo. Ayer, por ejemplo, me lucí; la letra de Menese que citaba debería decir en lugar de lo que decía: ¿Cuándo llegará el momento...? ¿Qué pasó? Que di la orden de publicar el comentario antes de corregirlo y luego he sido incapaz de introducir tal corrección. Perdón.

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