viernes, septiembre 29, 2006

LA IMPORTANCIA DE LOS NOMBRES

Ya hace unos días que dediqué uno de estos comentarios a la importancia del nombre de las cosas. Entonces me refería a los nombres de las calles, pero lo dicho vale para todo. Si no, basta con leer el primer capítulo del Quijote para darse cuenta de ello. Allí nos enteramos de que don Quijote tardó cuatro días en poner nombre a su caballo, al que terminó por llamar Rocinante, nombre, a su parecer, alto, sonoro y significativo; ocho días le llevó bautizarse a sí mismo como don Quijote; y no debieron de ser menos los empleados en decidir que su dama habría de llamarse Dulcinea del Toboso, músico y peregrino y significativo nombre.
Luego, venimos nosotros, los lectores y sentimos que no de otra manera, sino de esa precisamente habría de llamarse cada uno de ellos, que no hay nombres mejor puestos en el mundo. Y así nos pasa con tantos y tantos nombres de empresas y de establecimientos ante los que pasamos cada día cuando vamos por las calles.
Antes, la persona que abría un negocio, de lo que fuera, cuidaba mucho al rotularlo porque de eso podría depender su éxito. En Málaga tenemos un establecimiento llamado Antigua Casa del Guardia; en Granada, en plena Puerta Real estuvo El Café Suizo, con el que luego acabó la especulación inmobiliaria; en Sevilla aún perdura La Campana. Son nombres "de siempre", que nos suenan naturales, que invitan a entrar, y que consideramos que nunca podían haberse llamado de otra manera. Como naturales son los nombres El 0'95, o Talleres Hnos. Gutiérrez o Funeraria La Esperanza.
Pero hoy la gente no sabe poner nombres. Así pasa lo que pasa y hay tantos negocios que se van a pique y desaparecen. Le pregunto a Zalabardo cuál pueda ser la causa. Me responde que el principal error que se comete es poner los nombres a la ligera, sin el necesario reposo y sosiego, sin hacer caso de la experiencia del caballero manchego. Y el segundo, que se renuncia a la firmeza y tersura de la propia lengua y se piensa que hay que nominar en extranjera lengua; y así les va. Es suficiente dar los siguientes ejemplos: ¿Cómo una pescadería de barrio puede llamarse Carmen's si no es vendiendo pescado pasado de fecha? ¿Qué originalidad supone llamar a un establecimiento de productos informáticos System? Una tienda de decoración llamada Di Tutto no pasa de ser un Todo a cien venido a menos. ¿Y la cutrez de una cafetería que se llama Maiami? Porque al menos, la que se llama Cosa Nostra nos está declarando lo que nos roba al engañarnos sirviendo un mal café.
Otro día podríamos hablar de las modas en los nombres de personas.

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