Terminó el mundial de baloncesto y ganó la selección española, que se impuso de forma contundente a la de Grecia. Pero lo que hoy quiero comentar aquí son dos gestos que nos han llamado poderosamente la atención tanto a Zalabardo como a mí. Uno, corresponde a los jugadores; el otro, a su entrenador, Pepu Hernández.
El de los jugadores tiene que ver con la lesión de Pau Gasol, principal referente del juego del equipo. Cuando, durante el partido contra Argentina, Pau se lesionó en el pie izquierdo y no pudo concluir el encuentro, muchos, ya sabéis, los agoreros de los que os hablaba hace días, empezaron a susurrar que no se podría contra el equipo griego, vencedor de los todopoderosos americanos de la NBA. Muchos, menos los propios integrantes del equipo español, que hicieron piña y decidieron dedicar la victoria a su compañero Pau. Por eso salieron con una sudadera en la que se leía "Pau también juega". Lo demás ya lo sabéis: jugaron como hace años no se veía jugar a un equipo y consiguieron, para ellos, para su compañero Pau, para su país y para su entrenador, Pepu, el título de campeones del mundo.
Sí, para su entrenador, porque de este ha sido el segundo gesto que comento. Gesto del que se ha sabido con posterioridad. El día anterior a la final, el padre de Pepu Hernández falleció. Al saberlo, el entrenador decidió con los más íntimos de sus colaboradores, que nada se diría de ello para que nada distrajera al equipo en un momento en el que tanto se jugaban. Al finalizar el partido, la seriedad de Pepu contrastaba con la alegría de todos los demás del equipo; casi nadie sabía que su seriedad se debía no solo a la emoción por la victoria, sino muy principalmente a la que sentía por la muerte de su padre.
Por eso hoy no quiero hablar más que de estos dos gestos: el de los jugadores y el de su entrenador. Todos ellos merecen nuestro respeto y nuestra admiración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario