Bien, ya hemos vuelto. No es que haya renunciado a escribir diariamente en esta agenda; es que, como dije, hemos ido a Madrid a tomar otros aires. Hemos visto, en el teatro, El método Grönholm; nos gustó bastante. Vimos también una película, Alatriste; no nos gustó tanto.
Pero me dice Zalabardo que hable del metro. En Madrid nos hemos desplazado en metro. Es lo mejor si se quiere evitar los atascos de la superficie. Aunque la verdad es que la experiencia resulta algo deprimente. Es el mejor ejemplo de la antítesis sobre la soledad en compañía. El metro siempre va lleno de gente. Pero parecen zombis. cada uno va a lo suyo; nadie mira a nadie, nadie habla con nadie, nadie se preocupa por nadie. Unos leen, muchos obstruyen sus oídos con los auriculares de una radio o de ese nuevo artilugio que se llama mp3, o algo por el estilo. Muchos más duermen. Da no sé qué mirarlos. Al menos, cuando uno es de esos lugares en los que resulta más común "pegar la hebra". Aunque sea para hablar del calor, o de que no llueve, o de trivialidades intrascendentes.
Vamos a otra cosa. Muchas veces se ha hablado de la responsabilidad de los medios en la formación lingüística del pueblo llano. La mayoría de la gente tiende a imitar lo que dice el famoso, lo que se dice en la tele, lo que se escucha por la radio. Quiero comentar hoy dos casos diferentes: uno tiene que ver con la moda del habla chabacana o vulgar. No es que me las dé de puritano, pero creo que las formas en la expresión hay que cuidarlas siempre. El otro es un caso de mera gramática.
Primer ejemplo: Un locutor radiofónico, Manolo Lama, de la SER, narrando el acontecer de un partido de fútbol decía refiriéndose al desplazamiento de un jugador: ¿Dónde coño va ese?, o hablando de una fea entrada: Ese tiene más mala leche que ninguno. Por supuesto que es el habla de la calle, pero de la radio espera uno otra cosa.
El otro ejemplo está tomado el mismo día de un periódico de distribución gratuita, Qué. En la cabecera de una información se escribe: Judit Mascó cree que hay que sentirse guapa sin darle importancia a las tallas. Alguien que escribe en la prensa tendría que saber que ese le va referido a las tallas y que, por tanto, debería ir en plural.
Pero parece que muchos comunicadores olvidan su función educativa. ¡Qué le vamos a hacer!
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