Si digo la verdad, dudaba sobre cómo titular este apunte. Había pensado en Saber latín o en Saber más que Calepino; pero como no estaba conforme con ninguno de los dos, he optado por el que finalmente he puesto. En cualquier caso, creo que sirve para dar pistas sobre el tema. Ambrosio Calepino fue un humanista italiano que en 1502 compuso un diccionario latino-italiano que se hizo muy pronto famoso hasta el punto de que a todos los diccionarios se les comenzó a llamar calepinos.
Ya en otras ocasiones he hablado de la conveniencia y necesidad de trasladar a nuestra lengua los vocablos que nos vengan de fuera, de no dejarnos avasallar por los términos extranjeros. Ayer jueves, en el cursillo que estamos haciendo para conocer el sistema Guadalinex y el operador Mozilla, José Francisco me dijo en un momento: ¿Cómo se dirá en latín webquest? Me parece que era esa la observación.
Pues bien, el latín, que es una lengua no tan muerta como algunos creen, se preocupa de estas cosas, de procurar no perder comba y de ser capaz de desenvolverse en cualquier campo imaginable. No puedo garantizar con pruebas que sea esto lo que sucede con la informática, pero casi juraría que ese no es un campo olvidado por el latín.
Zalabardo me dice que Javier va a decir que me ha dado por el latín, pero le aseguro que es una pura coincidencia. A lo que iba. A raíz del comentario que hizo José Francisco me acordé de lo que sigue. El Vaticano, que sigue exigiendo el traslado de todos los documentos que allí entran al latín, su idioma oficial, necesita que esta lengua esté al día y sirva para la expresión de cualquier concepto de la vida moderna. Su instrumento base se llama Lexicon, Recentis Latinitas, obra que se culminó tras ocho años de trabajos y que vio la luz poco antes del año 2000.
En esta obra se ha dado entrada a una serie de neologismos que pretenden recoger cualquier concepto de la vida moderna. Veamos algunos ejemplos de artículos de dicha obra. Motocicleta: birota automataria; ovni: res inexplicata volans; champú: capitilavium; stripteaser: sui ipsius nudator; whisky: vischium; FBI: officium foederatum vestigatorium; play boy: iuvenis voluptarios; boy scout: puer explorator; snob: novissimorum morum affectator; shorts: brevisimae bracae feminae; spot: intercalatum laudativum nuntium; bikini: vesticula balnearis bikiniana.
Y así hasta, 15.000 neologismos, aparecen recogidos en el citado Lexicon. ¿Qué habría dicho de ello Ambrosio Calepino?
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