jueves, noviembre 02, 2006

CIUTADANS!

Cataluña ha celebrado sus elecciones y ya tenemos a sus políticos preocupados, más que de ver el modo de hacer efectivas sus promesas, de ver qué pactos les llevarán a alcanzar una mayor cuota de poder. Zalabardo, que se dice alérgico a la política, yo no creo que lo sea tanto, me hace este análisis: gana CiU, aunque solo con el 31 % de votos; el PSE pierde votos y escaños, lo que indica que no ha satisfecho a los electores su actuación anterior; ERC y el PP, ídem de ídem. Solamente ICV parece subir un poco, aunque todavía no llega al 10 %.
Para una persona normal y corriente, continúa Zalabardo, debería gobernar CiU, que ha ganado; pero no tiene mayoría absoluta. ¿Habrá un nuevo tripartito PSE-ERC-ICV? Estas elecciones han venido provocadas por su fracaso anterior y, además, no resulta lógico que ICV y ERC logren tanto poder si, juntos, no alcanzan ni a CiU ni al PSE. Así, que gobiernen los catalanistas en minoría o que salga adelante el único pacto que parece coherente con la opinión de los votantes, el de convergentes con socialistas.
Le pido a Zalabardo que no siga y, a todo lo que él me plantea, yo le respondo que, para mí, los ganadores son ese grupo minoritario emergente que se llama Ciutadans. Frente a las posiciones intolerantes de nacionalistas trasnochados, de catalanistas resentidos, de españolistas intransigentes y socialistas tibios que quieren navegar entre dos aguas, a Ciutadans, según dicen en su programa, no les importa dónde se ha nacido ni qué lengua se habla, les importan las personas. Atacan el nacionalismo y su política lingüística es la de respetar el derecho a la primera enseñanza en la lengua materna y el reconocimiento como vehiculares de las dos lenguas oficiales en Cataluña, el catalán y el castellano. Si yo hubiese podido participar en estas elecciones, habría votado a Ciutadans.
Los demás, ahora, meditan cómo agarrar la mayor porción posible del mango de la sartén. A quien lo consiga, le deseo que ostente el poder que los catalanes han puesto en sus manos y no, como se dice mal, lo detente. Porque, puestos así, que sepamos al menos que detentar significa ejercer ilegítimamente un cargo o poder público. Lo otro, tener de manera pública un cargo, título o derecho, es ostentar.

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