Sé que nunca se debe generalizar cuando se hace un juicio, por eso diré que me parece que la mayoría de los políticos no solo son soberbios, suficientes y engreídos sino que, además, son ignorantes. Como no quiero generalizar, vendría bien que dijera que ahora estoy pensando en los políticos andaluces y, para restringir aún más el campo de aludidos, que pienso en los que han llevado a cabo una corrección de urgencia del texto del proyecto de reforma de nuestro Estatuto.
Luego dirás, me espeta Zalabardo al leer lo que llevo escrito, que no te debo decirte que eres un escritor calambur; por lo que ahora veo, también te podría llamar escritor litote. Y como teme mi reacción, se da media vuelta y me deja solo.
¿Y por qué he escrito eso? Porque acabo de leer que los socialistas han hecho autocrítica por considerarse reos confesos de machismo y sexismo a causa del lenguaje empleado en la redacción del antedicho proyecto. Como me ha entrado curiosidad por conocer la hondura del pecado, he buscado en Internet el texto para analizarlo. Si el que he encontrado es el mismo que ha motivado esa especie de harakiri menor, el resultado es el siguiente: El término andaluces aparece citado 37 veces, contra las 17 de andaluzas; de ellas, 2 ofrecen la dualidad andaluces y andaluzas. En 14 ocasiones se emplea diputado frente a ninguna diputada. Presidente aparece en 48 ocasiones por 6 usos de Presidenta, siempre, estos últimos casos, en la pareja Presidente o Presidenta. Senadores se utiliza 4 veces y ninguna senadoras. Por fin, hay 2 empleos de electores y 0 de electoras, por un caso de cuerpo electoral.
Pues bien, la corrección estriba en utilizar cuantas veces sea necesario la doble forma de masculino y de femenino, aunque ello vaya contra la norma lingüística. La secretaria de Igualdad del PSOE, Elia Maldonado, se mostraba ayer muy contenta, según leemos: Se habla de la condición de andaluces y andaluzas, de diputados y diputadas, presidente y presidenta, senadores y senadoras. El paso que se ha dado traspasa las normas de la Real Academia Española. Y se quedó tan pancha. Estos ignorantes correctores no traspasan la norma que defienda la Real Academina Española; esa norma está defendida también por las 19 Academias de Hispanoamérica, la Academia Filipina de la Lengua Española y la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Su opinión se puede leer en el Diccionario panhispánico de dudas, páginas 310-311. La mía, ante tanta autoridad en la materia, me la callo, aparte de que ya antes he hablado de ello.
Pero está visto que los políticos nos dicen ya hasta cómo tenemos que hablar. Cuando el PSOE, el PP y cualesquiera otros partidos presenten a mujeres como candidatas a los más altos puestos (Presidencia del Gobierno, Presidencias y Secretarías de los propios partidos, etc.) me creeré que están a favor de la igualdad entre hombres y mujeres. Mientras tanto, si lo que les preocupa es eso que llaman "lenguaje sexista", que no se limiten a decir los ciudadanos y las ciudadanas, los andaluces y las andaluzas; que sean consecuentes de una puñetera vez y digan también los perros y las perras, los gatos y las gatas, las ballenas macho y las ballenas hembras, etc. Que también son seres animados y sexuados, digo yo. ¿O es que las hembras de los animales quedan fuera de las reivindicaciones sexistas?
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